

‘Furor botánico’: de las raíces ancestrales en Valdealgorfa a un futuro que florece en Nevà
La ilustradora turolense Laura Agustí reedita el éxito de ‘Historia de un gato’ con su último libroLaura Agustí (Valdealgorfa, 1980) es una escritora e ilustradora turolense que, tras vivir muchos años en Barcelona, ha regresado a la tranquilidad de la vida en el pueblo. En su caso ha elegido Nevà, una aldea del Pirineo catalán de donde desciende la familia de su pareja. Ese viaje de regreso a la otra punta de Aragón, que empieza y termina entre aromas de azafrán, hongos húmedos y alcoholes de friegas, es el telón de fondo de Furor botánico (Lumen), el último libro que acaba de publicar.
Tras el enorme éxito de Historia de un gato, Agustí repite una fórmula que ya es habitual en la editorial Lumen, hacer que una ilustradora escriba sus propios libros, en los que el dibujo no está necesariamente al servicio del texto, sino más bien al mismo nivel. Funde letra y color del mismo modo que funde géneros. A propósito de las plantas importantes para su vida, Laura Agustí presenta una obra que lo mismo novela una experiencia propia o alguna de las historias que le contó su abuela en Valdealgorfa, que comparte una receta de cocina u ofrece consejos para no envenenarse recogiendo setas.
Teniendo en cuenta que sus últimos libros se titulaban Historia de un gato (2022) y Gatos en la cabeza (2018), y que además había ilustrado Cómo domesticar a un humano de Bárbara Capponi Babas (2023) y El gato más culto del mundo de Mar Abad (2024), sorprende que Furor botánico hable de plantas y no de felinos. El truco es que habla de muchísimo más que solo de vegetales. Y sí, salen gatos. “Claro, aparece Señora, mi nueva gata”, contesta la autora con sencillez. “La estructura de mezclar cosas, de esa cosa personal y autobiográfica que funde recetas, historias o biografías de otras personas, tiene que ver con mi forma de contar las cosas”, afirma la ilustradora. “¿Autoterapia? Bueno... Historia de un gato era para superar el duelo, y este libro me ha reconectado mucho con mis raíces, con mi abuela, mi bisabuela, mi madre, mi hermana, en un momento importante, en el que hemos dejado de vivir en Barcelona para marcharnos a un pueblo de 30 habitantes”.
Esa forma de contar las cosas no está exenta de cierta improvisación (aparente) y hasta caos, que en el caso de Furor Botánico ha contribuido a enriquecerlo. “Yo quería hacer un libro de plantas que le gustaban a mi abuela, pero fue cambiando con las semanas, y acabó siendo un libro que habla de la pasión de las mujeres de mi familia, de lo que significa emigrar, y de lo que supone habitar una casa, donde vivimos ahora, que ha estado vacía durante muchos años”.

Una coctelera de historias
El libro-objeto, cuidadosamente ilustrado, editado y encuadernado, y sus contenidos misceláneos que dan ganas de abrirlos por una página al azar y comenzar a leer, funciona a la perfección: “Mi intención era hacer un libro muy ilustrado que invitara a levantar el pie del acelerador, a cogerlo y disfrutarlo con relax y tiempo por delante”, afirma Agustí. La narración así se percibe como una conversación casual sobre un poyo, en el que se habla de la infancia, de jugar en torno a un árbol, o del bisabuelo Tomás, que fue movilizado con la quinta del biberón y nunca pudo restablecerse del todo de los estragos de la Guerra Civil, ni siquiera con los remedios que le procuraba su mujer a base de azafrán y la planta de San Juan. O de las hierbas que la abuela Carmen usaba para cocinar, la recogida de la aceituna en el Bajo Aragón o los vahos de tomillo, laurel y limón con los que se conseguía paliar los síntomas de los resfriados que ocasionaba el inmisericorde invierno turolense. Un libro que habla de aceites esenciales, de los que hace su hermana para calmar las rabietas de su hija pequeña, de los masajes con alcoholes que destila su madre...
Conversaciones en los que salen a relucir personajes maravillosos. Como Jeanne Baret (1740-1807), considerada la primera botánica del mundo y también la primera mujer que lo circunvaló, al enrolarse en la expedición de Boungainville, la primera circunnavegación francesa (1766-1769), haciéndose pasar por un hombre.
O de Blanca Catalán de Ocón, la primera botánica que tuvimos en España. Aunque nació en Calatayud pasó su infancia en el valle de Valdecabriel, en la Sierra de Albarracín, donde realizó algunos de sus hallazgos científicos. En las páginas que le dedica Laura Agustí recuerda que “su carrera se acabó los 28 años cuando se casó con Enrique D. Ruiz y se trasladaron a Victoria”, pero que, antes de eso, “fue la primera mujer española en dar nombre a una planta, Sexifraga Blanca, que aparente ser frágil pero significa la que rompe las piedras”.
Escribe e ilustra
Otras de las particularidades de Furor Botánico, que comparte con Gatos en la cabeza e Historia de un gato, es que la propia autora turolense, que habitualmente ilustra libros o portadas de libros de otros, es también su escritora. “Lumen, que es un sello de Random House, tiene una colección de libros caracterizados por que escribe y dibuja la misma mujer, y me propusieron participar después de Gatos en la cabeza”, que está editado por Lunwerg, un sello que a su vez pertenece a Planeta. “La experiencia me gusta mucho pero sigue dándome vértigo, porque la etiqueta de escritora se me queda enorme”.
Lo mejor de hacerlo así es que la maquetación del libro también corre de cuenta de la autora, con lo que es mucho más fácil y orgánico imaginar y concebir la obra en términos formales desde el principio y de modo global.
Laura Agustí ha tenido que dejar la tranquilidad de Nevà y regresar al fragor de la ciudad para presentar su libro en el Salón del Cómic de Barcelona, Zaragoza, en La Mistral de Madrid, el Sant Jordi de Barcelona, la Feria del Libro de Valencia y la de Madrid, que comenzará el 30 de mayo. “Estoy muy centrada en la promoción de este libro”, admite, “pero deseando tener vacaciones. Llevo varios veranos en los que no puedo viajar porque empalmó un proyecto con otro, y echo de menos parar”.

Lalauri.com
Sin embargo entre proyecto propio e ilustración ajena, Agustí sigue produciendo todo el material que vende a través de su página web, lalauri.com, que va desde ilustraciones artísticas decorativas a bisutería, pasando por cuadernos para colorear o calendarios de mesa y de pared. “En ese sentido el trabajo de ilustrar los libros de los demás es más cómodo, porque cuando emprendes un proyecto propio de escritura e ilustración no sales durante muchos meses del mismo libro”, explica la turolense. “Pero aún así ya me están viniendo nuevas ideas para más libros propios”, que alterna con otros encargos, como la portada de Y yo a ti de Sara Búho (Valparaíso Ediciones) o el último libro que ha ilustrado, una cuidadísima reedición de Alfaguara de la novela Jane Eyre que escribió Charlotte Brontë.
Saber popular
Buena parte de los conocimientos sobre plantas y botánica que expone Furor Botánico -por más que Laura Agustí insiste en que no es un manual de jardinería ni nada que se le parezca remotamente- procede de la sabiduría popular rural, de lo que los abuelos han hecho desde siempre porque daba resultado, solo porque daba resultado.
En ese sentido Laura Agustí se posiciona sin ambages en el asunto sobre si el ciclo lunar influye o no en las tareas agrícolas relacionadas con las plantas. “Claro que influye”, asegura. “Hasta en el pelo influye, porque si te lo cortas en creciente te crece muy rápido”. Lo cierto es que no hay evidencia científica que respalde ese conocimiento ancestral. La influencia gravitatoria de la Luna sobre un cuerpo tan pequeño y lejano como una planta es nula, y la luz que emite es tan tenue que no tiene impacto medible en la fotosíntesis. En 2021 un equipo de profesionales del Jardín Botánico y la Universidad de Valencia realizaron un estudio y fue incapaz de confirmar científicamente esa relación.
Con todo, quien haya aprendido a sembrar tomateras o patatas con sus abuelos, sabe que lo primero se hace en creciente y lo segundo en menguante. Y no hay más.
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