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Jaime Vicente Redón: “Algunos sectores se sintieron ofendidos cuando impulsamos  el arte contemporáneo en los 90” Jaime Vicente Redón: “Algunos sectores se sintieron ofendidos cuando impulsamos  el arte contemporáneo en los 90”
Jaime Vicente Redón disfruta ya de su jubilación tras 25 años al frente del Museo

Jaime Vicente Redón: “Algunos sectores se sintieron ofendidos cuando impulsamos el arte contemporáneo en los 90”

Tras su jubilación como responsable de la institución cultural, el exdirector del Museo Provincial de Teruel valora sobre todo la tarea de modernización a la que hizo frente su equipo
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Jaime Vicente Redón (Teruel, 1955) es conservador del Museo Provincial de Teruel (MPT) desde 1983 y ocupó su dirección entre 1990 y 2003 y desde agosto de 2011 al 30 de diciembre de 2023, día de su jubilación. Entre 2003 y 2011 fue Director General de Patrimonio Cultural del Gobierno de Aragón. Además ha sido secretario general del Instituto de Estudios Turolenses entre 1981 y 1986. Se siente orgulloso de haber liderado al equipo que transformó el MPT en una institución moderna, ambiciosa y que disfruta de un enorme prestigio en ámbitos tan diferentes como la arqueología paleohispánica o el arte contemporáneo.

-¿Cuáles fueron los inicios de su relación con el MPT?

-Fueron como estudiante en la Universidad de Zaragoza, en las excavaciones arqueológicas que dirigía Purificación Atrián, y en las que coincidí con parte del equipo de MPT, como Carmen Escriche o Anabel Herce. A partir de esas excavaciones la relación se fue estrechando y creándose grupo de trabajo que después hemos estado en el MPT, al que se fue incorporando Pilar Punter, Beatriz Ezquerra, Ana Andrés y más gente. Ya en 1984 aprobé la oposición como conservador y en 1990 sustituí a Purificación Atrián. En esa época el MPT pasó de tener una directora, un restaurador y un ordenanza a cambiar radicalmente su estructura para convertirse en un museo moderno como los que había en el resto de España.

-Sería un momento apasionante en lo profesional...

-Fue muy interesante. Éramos un museo muy pequeño en todos los sentidos, en colecciones y en planteamientos conceptuales y actividades. Habíamos empezando a introducir la política del arte contemporáneo en 1989, año de creación de las Becas Endesa, pero entonces empezamos a ser realmente ambiciosos. En ese momento jugó un papel clave José María Pascual, primer diputado delegado del Museo, y entonces alcalde de Alcañiz y vicepresidente provincial, y también el artista Enrique Trullenque, que fue nos asesoró en arte contemporáneo. Pascual nos dio confianza y autonomía, porque por primera vez teníamos un presupuesto propio, dependiente de la DPT, lógicamente, pero propio y autónomo, y ya no teníamos que ir pidiendo financiación para cada iniciativa. Supuso la profesionalización del MPT.

-El impulso del arte contemporáneo ¿respondió a una necesidad de la sociedad, o la sociedad iba por detrás?

-La sociedad no era homogénea como no lo es ahora. A finales de los 80 había una dinámica de quitarnos complejos en toda España, pero había segmentos de la población que aún estaban anclados en una visión mucho más conservadora. Recuerdo las primeras exposiciones que se hicieron sobre surrealismo, que fue un ciclo espectacular del que jamás se había pensado que pudiera estar en un museo tan pequeño, y hubo personas que se sintieron insultados y agredidos, que pensaban que el artista les estaba tomando el pelo. Pero queríamos ser ambiciosos, no solo por juventud, que también, sino por puro convencimiento. Recuerdo una frase típica en el Ayuntamiento de entonces, siendo Luis Fernández Uriel alcalde, de que “para Teruel ya vale”. Nosotros pensábamos que nada era suficiente, que teníamos que ir a por lo máximo, con exposiciones ambiciosas contando con los mejores comisarios de España.

-¿Contaron con el respaldo financiero suficiente?

-En aquellos primeros años contamos con mucho presupuesto, y con corporaciones de diferente color político, aunque es verdad que hay grupos políticos que generalmente apoyan más y otros que apoyan menos. Pero pudimos hacer gran cantidad de actividades que fueron la clave del enorme desarrollo que tuvo el MPT.

-¿Y a partir de entonces?

El presupuesto era creciente y nos daba la confianza de organizar proyectos a dos o tres años vista, pero esa dinámica se rompió a partir de 2012. Ese año tuvimos aportaciones del Ministerio de Cultura y capeamos el temporal, pero a partir del ejercicio 2013-14 hubo recortes brutales y entramos en la dinámica de todas las entidades culturales públicas. Hubo reducciones presupuestarias del 30%, enormes, con excusas tan raras como que en septiembre no habíamos gastado todo el presupuesto. A partir de ahí fuimos sufriendo reducciones, en 2021 y 2022 hubo cierta recuperación pero 2023 ha sido un desastre absoluto. En mi último año de dirección el presupuesto se redujo casi el 50%, hasta unos 300.000 euros, al que luego se añadieron 160.000 más, quedándonos por debajo incluso de 1990.

-¿A qué se debió este último tijeretazo presupuestario?

-No lo sé. La relación con la corporación provincial era excelente, con el presidente Manuel Rando y el diputado Diego Piñeiro volcados, pero a la hora de plasmarse en números ese último año, 2023, fue un desastre. No sé si porque era un año electoral, o por lo que fuera. Pero yo me jubilé con menos presupuesto para el MPT que cuando entré en 1990.

-¿De que está más orgulloso en estos años al frente del MPT?

-Creo que lo más importante no es la pieza más antigua, o la exposición más visitada, sino el trabajo global. La colección de más de 35.000 piezas inventariadas, más las que quedan por inventariar, perfectamente catalogadas, restauradas y conservadas. Ese trabajo realizado por todo el equipo es lo realmente fundamental, con un fondo de imágenes perfectamente catalogado, por una biblioteca que tiene registrados hasta el último artículo de la última revista científica, y al servicio de todo el mundo. O el trabajo de Carmen Escriche todos estos años, que fue directora durante ocho años y que no ha tenido ninguna repercusión pública, organizar la colección, los préstamos de las piezas que nos piden para otras exposiciones, la recepción de las que vienen aquí... ese trabajo es fundamental y no se reconoce ni se ha reconocido durante todos estos años. Independientemente de eso, ha sido muy importante el trabajo de investigación y recuperación de yacimientos arqueológicos; con proyectos como el acueducto de Albarracín-Cella, la villa romana de Urrea de Gaén, o la Caridad de Caminreal, que de ser desconocido pasó a ser un referente de ciudad republicana romana en España. Beatriz Ezquerra en ese sentido ha desarrollado una labor importantísima, y además una de las señas de identidad del MPT, que afortunadamente ahora está mucho más extendida, es que nosotros unimos excavación y restauración. No solo excavamos y recogemos las piezas, sino que además conservábamos los restos, que antes no era tan habitual. En tercer lugar estoy orgulloso de esa política que llevamos de impulsar el arte contemporáneo que nos dio un enorme prestigio, o el apoyo al arte del territorio en Teruel, con bastantes exposiciones de artistas turolenses. Y por hablar de exposiciones, ha tenido gran importancia una de las últimas, Non modo bellum, a la que habría que añadir dos de etnografía, la de forja tradicional titulada De lo útil a lo bello que luego se instaló en el Museo Nacional de Antropología de Madrid, además de Zaragoza y Valderrobres, y la de cerámica medieval de Teruel titulada Operis terre. Ahora, la que batió todos los récord fue La cerámica de los hermanos Górriz, que estuvo itinerante 23 años.

-Las Becas Endesa fueron uno de los buques insignia...

-Llegaron a ser más prestigiosas de toda España. Se presentaban mil solicitudes de profesionales muy consolidados. Eran muy potentes y atractivas para gente que tenía ya una trayectoria artística y que todavía les quedaba recorrido, y además contribuyó a crear una colección de arte contemporáneo de la que el MPT carecía. Recuerdo que a su regreso de la Feria ARCO se presentaron una noche en mi casa Enrique Trullén y José María Pascual, y me dijeron que habían convencido a Feliciano Fuster -entonces presidente de Endesa- para financiar algo. ¿Qué podemos hacer?, me preguntaron. Ese fue el germen, y a partir de ahí se crearon unas becas muy atractivas, con una gestión técnica impecable, que es como hemos intentado hacerlo todo siempre. Hicimos un jurado de prestigio nacional con Tomás Llorens, Joan Manuel Bonet, Miguel Fernández Huici, Daniel Tiralmiracle, Antonio Saura estuvo varios años... tuvo un jurado muy importante que fue el que le dio un gran prestigio a esa beca.

-¿Podrán recuperarse?

-Lo veo difícil. Cuando Endesa pasó a formar parte de Enel estuve durante dos años gestionando su continuidad. Era el momento en el que Endesa comenzó a patrocinar la Liga de Baloncesto y la mentalidad de los responsables era muy distinta. Hasta entonces Endesa estaba comprometida con el territorio y se interesaba por la creatividad y el arte, pero el nuevo equipo no. Entonces empezamos a buscar otros patrocinadores pero no encontramos. Las aportaciones de Endesa estaban en torno a los 100.000 y 150.000 euros, porque además de las dotaciones había que tener en cuenta el jurado, las exposiciones, los catálogos... Es lo que cuesta tener una beca con ese prestigio, porque una ayudita de 5.000 euros son otra cosa. Son importantes y los artistas las agradecen, pero esto respondía a un planteamiento ambicioso de contar con gente muy buena, de formar una buena colección y de darnos a conocer.

-¿Opina que el MPT ha cumplido con todo el territorio?

-Yo creo que sí. Pero hay poca memoria y mucha pereza. Es tan fácil como ir a la biblioteca del MPT y mirar los catálogos. El año pasado hubo un manifiesto de artistas, poco representativos, en protesta porque se había celebrado una iniciativa expositiva privada (El maravilloso vacío) financiada por Térvalis, en la que participaban creadores de diferentes lugares de la provincia. Nos propusieron acogerla en el MPT y lo hicimos, y hubo gente que se sintió muy ofendida porque no había gente de Alcañiz. Yo tuve una reunión posterior con ellos y les recordé la cantidad de exposiciones que hemos realizado en Alcañiz, en Valderrobres, en Andorra, en Crivillén, Calanda, Alcorisa, o la excavaciones arqueológicas, que se centran casi todas en el Bajo Aragón. De los pocos artistas turolenses que han tenido beca Endesa uno es alcañizano, Joaquín Escuder. Con el Ayuntamiento de Alcañiz teníamos una relación estupenda, pero se jubiló Ignacio Micolau y nos quedamos sin interlocutor, nadie se puso en contacto con nosotros para que nos dijeramos como íbamos a seguir colaborando. En esa reunión les pedí que hicieran algún tipo de propuesta pero aún estoy esperándola. Uno de nuestros mayores empeños ha sido extender la actividad a toda la provincia, pese a las carencias en infraestructuras que existe, y creo que hemos logrado muchas cosas.

-El último ha sido la cesión de la Fundación Germán López y Marián Sanz de Cretas.

-Esa es una gran apuesta por el territorio. La cesión de una gran colección particular, de gran interés en arte español de los 80, y del propio espacio donde se expone en Cretas, que cuenta con todas las condiciones necesarias. La política expositiva se realizará de forma consensuada con la Fundación, por supuesto, pero va a ser una sección del MPT en el Matarraña.

-¿Se le ha quedado clavada la espina de inaugurar la ampliación del MPT?

-En realidad no, porque siempre estuve convencido de que no llegaría conmigo en la dirección, y eso que he prolongado mi actividad tres años y medio. Ha habido otras espinas, como el Museo de la Guerra Civil o el traslado del Museo Nacional de Etnografía. Sabíamos desde el primer momento que la ampliación era una intervención compleja, primero porque el palacio del Marqués de Tosos estaba en muy mal estado, y porque desde la DPT y el Gobierno de Aragón apostamos por un proyecto muy innovador y atractivo. Se desarrolló un proyecto que tenía la declaración de Interés General y que iba a financiar íntegramente el Gobierno de Aragón, en 2011 había una partida presupuestaria de 1.700.000 euros para iniciar las obras, pero entonces cambió el gobierno y se paralizó durante años. Cuando se reactivó chocó con un técnico del Ayuntamiento, que pese a la opinión de otros técnicos y de su propio jefe, o de la Comisión de Patrimonio que lo había avalado, redactó un informe que bloqueó el proyecto porque contravenía el plan de urbanismo, tomado con excesiva literalidad. Hubo muchos intentos para desbloquearlo pero la concejalía de Infraestructuras y Urbanismo se cerró y fue imposible. Entonces la DPT tomó la decisión de quitar todos los elementos que pudieran ser conflictivos y reformar el proyecto, porque la alternativa era tirar la toalla y no ampliar el museo. Y el edificio no es tan ambicioso como el original, pero tampoco es una caja de zapatos. Cuando se ejecuté será un gran museo.

-Usted formó parte del Gobierno de Aragón PSOE-PAR de 2003 a 2011 como director general de Patrimonio. ¿Eso le pasó factura?

-Sí, pero una factura positiva.

-Lo decía por esos encontronazos con el Ayuntamiento...

-No, pero eso no es de ahora, del equipo actual, es que históricamente el Ayuntamiento de Teruel ha tenido una cultura administrativa rara, de facilitar poco las cosas. En el Gobierno de Aragón comprobé que cualquier inversión en los pueblos era muy bien recibida y todo eran facilidades. Y en Teruel ocurría exactamente al revés. No solo nunca ha tenido política cultural, ni buena ni mala, porque se la hemos hecho los demás, sino que además todo son trabas. Independientemente de eso, mi paso por el Gobierno de Aragón fue muy satisfactorio. Hubo momentos tensos, duros, más con la prensa que con los políticos, que eran durísimos en las comparecencias y luego tomando un café charlabas tan normal. Era como un enfrentamiento que no era real, porque además durante mi etapa no hubo criterios políticos, sino que se invirtió en ayuntamientos de todos los colores. Fui el director general más longevo que ha habido en una dirección que es conflictiva, porque estás sometido a muchas presiones. Aquí mismo en Teruel las tuve, y Lucía Gómez, que era alcaldesa socialista, llegó a pedir mi dimisión a los asesores de Marcelino Iglesias. Creo recordar que fue por el Asilo, cuando dijimos que ese proyecto no se podía ejecutar porque era una barbaridad. Había luego una segunda lectura en aquello que la gente no se enteró, y es que el presupuesto había pasado de dos millones y medio a nueve, y además era muy malo. Javier Velasco me reconoció que era aberrante.

-¿Y la reincorporación?

-Vine muy ilusionado tras ocho años en el Gobierno, en losque había trabado relación con muchísima gente que me iba a permitir iniciar una política de intercambios estupenda. Y a las pocas semanas de volver me entero de que querían cesarme y nombrar un director que ya estaba designado, aunque nunca llegué a enterarme de quién era. Yo le dije a la presidenta, Carmen Pobo, que eso no podía ser, porque el director del MPT no es un puesto de libre designación. Yo soy un funcionario leal y procuro ser eficaz, y he trabajado con dedicación total, pero después de eso ese grado de ilusión con el que vine en 2011 por hacer muchas cosas nuevas, no es que muriese, pero se amortiguó. Regresar con ilusión y reencontrarte con ese ambiente cutre, de la política cutre, ya no de los años 80, sino casi de los años 50, pues te deja un poco descorazonado. Y eso que mi relación con todos los partidos en Teruel había sido muy buena, incluso con Carmen Pobo era y sigue siendo muy buena, pero la directriz que había entonces era ir a degüello. Por si fuera poco, como era imposible sustituirme por otro, dos años después comenzaron a pagarme menos. Pregunté, y un técnico me dijo que un diputado le había dado orden de quitarme el complemento de Dirección, y el funcionario la había cumplido. Una orden dada por teléfono, ni siquiera por escrito, con un expediente ni una resolución. Obviamente les dije que o se solucionaba o iba a los tribunales, porque requisarme parte del sueldo sin ninguna resolución era ilegal y delictivo. Tuve una reunión con aquel diputado y la presidenta, que me dijo que no se había enterado de eso y que no estaba de acuerdo, que como funcionario había sido completamente leal a la institución, que es mi obligación como funcionario, por otro lado. Así que volvimos a la misma situación sin ningún tipo de problema. La explicación que me dieron es que ‘en Zaragoza nos presionan para que al Jaime le apretemos de alguna manera, porque colaboró con un gobierno del PSOE-PAR’. En un cargo que, aunque era político, fundamentalmente era técnico, porque tengo claro que como diputado no me hubiera marchado. Pero ese era el nivel. Afortunadamente los funcionarios tenemos ese colchón, y debe ser así. Determinados puestos no pueden ser de nombramiento político directo, porque estás condicionado a que el político que te ha nombrado te pueda cesar en cualquier momento, por lo que no vas a discutir ninguna de sus decisiones, y cuando ese político cesa tú te vas a ir detrás, lo que impide desarrollar proyectos a medio plazo. En las instituciones intermedias como las diputaciones, igual que hay políticos muy honestos, hay otros que no se consideran representantes de los ciudadanos sino propietarios de la institución, y como no pueden ser propietarios actúan un poco como okupas, con “k”, porque intentar hacer y deshacer mientras puedan.

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