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La Basquiña hace pleno en el Concurso del Traje Tradicional Aragonés de Zaragoza La Basquiña hace pleno en el Concurso del Traje Tradicional Aragonés de Zaragoza
Imagen de los premiados en el Concurso del Traje Aragonés de Zaragoza, junto al alcalde de la ciudad, Jorge Azcón. Ayto. Zaragoza

La Basquiña hace pleno en el Concurso del Traje Tradicional Aragonés de Zaragoza

Las tres propuestas premiadas durante la Ofrenda del Pilar 2022 han salido del taller turolense
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Desde hace nueve años el Ayuntamiento de Zaragoza convoca durante las fiestas del Pilar el Concurso de Traje Aragonés, en el que se premian aquellos atuendos que respetan con mayor rigor y verosimilitud el vestir de los aragoneses de entre finales del siglo XIX y principios del XX, no solo en el diseño de los trajes masculinos y femeninos sino también en los materiales utilizados y en la forma de vestirlos.

El taller turolense de La Basquiña, que dirige Jorge Lanzuela, es una de las grandes referencias en traje histórico y tradicional con encargos dentro y fuera de Aragón. Hasta este año había logrado tres distinciones en ese concurso de la capital del Ebro -el del mejor traje masculino 2017 y 2019 y el mejor traje en categoría especial en 2018-, que se suman a otros reconocimientos que ha recogido en Huesca o Ejea de los Caballeros.

Y en este Pilar 2022 Lanzuela ha conseguido lo que no había logrado nadie hasta ahora, y es que los tres trajes premiados, el de la ejeana Isabel Beamud Longás (femenino), el del zaragozano Joaquín Gómez Francos (masculino) y el del utrillense Pablo Gascón Sáez (categoría especial) han salido de La Basquiña.

Jorge Lanzuela es el propietario del taller La Basquiña

“En realidad el premio no es para nosotros sino para el cliente que adquiere el traje, aunque para nosotros es un gran orgullo que hayan salido de nuestro taller”, explica Jorge Lanzuela, que aclara también que el traje ganador del premio femenino fue confeccionado por la propia Isabel Beamud, “aunque nos encargó a nosotros los materiales y las telas”. Este no es un detalle menor, ya que uno de los elementos que se valoran en este tipo de concursos es precisamente que los materiales sean genuinos y su elaboración respete en la mayor medida posible los procesos tradicionales, el tipo de tejido y el ligamento, que es la estructura del hilado en el telar de un determinado tejido.

Joaquín Gómez ganó el premio masculino gracias a su traje de mudar confeccionado con prendas reproducidas a partir “de un conjunto original que se conserva de Gúdar-Javalambre” de la segunda mitad del XIX.

Algo más moderno, de principios del XIX, es el traje ganador femenino de Isabel Beamud, que entre otras piezas incorpora una fiel reproducción de una saya antigua recuperada en Caudé.

Joaquín Gómez logró el premio al Traje Masculino. Ayto. Zaragoza

Por su parte, el utrillense Pablo Gascón se hizo con el premio especial con un traje que combina piezas reproducidas con otras originales adquiridas en La Basquiña. “El chaleco es una pieza original recuperada en Cella, la blusa es original de Aldehuela y la manta de Santa Eulalia”, explica Jorge Lanzuela. Y entre las piezas que reproducen otras históricas, el sastre destaca las calcillas, fielmente copiadas de un modelo recuperado en Mora de Rubielos, y las alpargatas, que reproducen un modelo habitual del siglo XIX, que presenta la particularidad de que las felarices o cintas que sujeta el calzado dejan el dedo meñique del pie al aire.

El concurso del Traje Aragonés de Zaragoza no valora el diseño sino la fidelidad con la que el propietario reproduce la indumentaria tradicional, “y también que los diferentes elementos del traje estén bien combinados cronológicamente”, de modo que tengan prendas anacrónicas entre sí.

Una parte del trabajo de un profesional de la indumentaria tradicional se desarrolla en su taller pero otra, no menos importante, tiene lugar en archivos y entre viejos legajos. El propio Archivo Provincial de Teruel es una gran fuente de información sobre cómo eran y cómo estaban hechos los trajes entre los siglos XIX y XX, pese a que entonces la fotografía no se estilaba. “Sacamos mucha información de las descripciones de la ropa que se dejaban en herencia”, explica Lanzuela. “En esa época la ropa de calidad era tan valiosa y apreciada como las propias casas o haciendas, así que se hacían descripciones muy ricas y detalladas en los documentos donde se legaban prendas o que establecían lo que cada miembro de un matrimonio aportaba al mismo”.

El utrillense Pablo Gascón fue el ganador del premio Especial. Ayto. Zaragoza

También son prolijas las descripciones de los inventarios que se hacía, por ejemplo, cuando aparecía un cadáver en una casa. “Iba el juez de paz con el alcalde y la Guardia Civil y hacían un inventario muy exhaustivo de todo lo que encontraban, prendas incluidas, y del estado en el que se encontraban”. Otras fuentes históricas utilizadas por este tipo de investigadores son la ropa testigo, como se denominan a las prendas antiguas que se conservan en algunas casas, y que con ayuda de grabados o fotografías familiares pueden llegar a datarse con bastante exactitud.

El del Traje Tradicional de Zaragoza no es un concurso al que uno pueda inscribirse, sino que un jurado de expertos y profesionales de la indumentaria aragonesa fotografía a quienes destacan en este sentido durante la ofrenda de Flores de Zaragoza del 12 de octubre, y les propone participar. De las en torno a 400.000 personas que participaron este año entraron a concurso unas 40, cuya indumentaria fue valorada por Carolina Ibor, Carolina Naya, Elena Guarc, Fernando Ortiz de Lanzagorta e Israel Lasmarías.

Es un porcentaje muy pequeño, pero es que Jorge Lanzuela asegura que la tradición en la indumentaria se respecta cada vez menos. Se dan dos fenómenos que parecen paradójicos, y es que “hay gente que cada vez se preocupa más por llevar un traje lo más fidedigno posible”, explica Lanzuela, pero al mismo tiempo hay un mayor número de personas que no prestan la suficiente atención a la tradición o que directamente apuestan por llevar “diseños de fantasía”. Y Lanzuela afirma que “si de lo que se trata es de respetar una tradición en el vestir, deberíamos ser más cuidadosos con las prendas, con los materiales o con el diseño de los estampados”.

Isabel Beamud se hizo con el premio al Traje Femenino. Ayto. Zaragoza

El turolense admite que los oferentes tampoco tienen demasiado oferta de talleres especializados en este tipo de indumentaria en Aragón, y niega categóricamente que haya que gastarse una fortuna en un traje aragonés que sea fiel a la historia. Afirma que “hay un margen enorme, pero desde 400 euros puedes tener un buen atuendo. Y no digo que no sea dinero, pero no me parece nada excesivo”. Especialmente teniendo en cuenta el trabajo de documentación que tienen estas prendas detrás, y el hecho de que talleres como La Basquiña “trabajemos en muchos casos como se hacía en el XIX en cuanto a hechuras, patronajes o materiales, respetando las formas de confeccionar, a mano y con puntos que casi se han perdido, y que reproducirlos es lo que hace que estos trajes sean tan idénticos a los que se vestían hace más de 100 años”.

Los materiales historicistas, es decir, los tejidos realizados con los mismos procesos que en el siglo XIX, son uno de los talones de Aquiles de los creadores de traje tradicional. “Cuando nos encargan reproducir una pieza antigua que tenemos o que nos traen vamos recorriendo telares y tejedores hasta que alguien puede sacarte justo el hilo, el estampado o el tejido que buscas”.

Y no es sencillo porque muchas de estas técnicas o han desaparecido o son tan artesanales que “hoy en día nadie las puede hacer a mano de un modo rentable, a no ser que quieras pagar 400 euros por un metro de tela”.

Jorge Lanzuela trabaja con telares artesanos como el de Eduardo Puig, en La Iglesuela del Cid. “Proviene de una extirpe de tejedores y ha recuperado el antiguo telar del siglo XVIII que tenía su familia. En él nos está haciendo piezas muy interesantes y exclusivas”. También destaca el trabajo del valenciano Lucas Ramón Silvestre, junto al que consiguió sacar gracias a unas prensas originales el ligamento de un enrejado de cenefas que se había perdido, “y que además era una pieza muy característica de la provincia de Teruel”.