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La calidez y las posibilidades del alabastro turolense siguen seduciendo a los artistas La calidez y las posibilidades del alabastro turolense siguen seduciendo a los artistas
Los profesores Pedro Anía (segundo por la dcha.) y José Torres (centro) junto a cinco alumnos del Curso de Iniciación a la talla en Alabastro de la UVT, en Albalate

La calidez y las posibilidades del alabastro turolense siguen seduciendo a los artistas

El curso de iniciación a la talla de esta piedra blanca de la UVT concluyó ayer en Albalate
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La segunda edición del Curso de Iniciación a la Talla del Alabastro de la Universidad de Verano de Teruel se cerró ayer tras tres jornadas de actividad frenética en el Centro Integral para el Desarrollo del Alabastro (CIDA) de Albalate del Arzobispo. La piedra blanca traslúcida del Bajo Martín sigue estando de moda entre los artistas; el pasado año fueron dieciséis alumnos en este curso de iniciación, algunos de los cuales estarán en el de perfeccionamiento dirigido por Noemí Palacios entre el 18 y el 20 de julio. “Fue tal el éxito de aquella convocatoria que decidimos repetirla”, explica Santiago Martínez, coordinador del CIDA y director del curso de la UVT. En esta ocasión han sido cinco los alumnos inscritos, “una cifra que permite la atención personalizada a cada uno de ellos” por parte del profesor, Pedro Anía Gérez, que un vez que termina esta tarde el curso permanecerán en Albalate, donde realizarán un workshop junto a Anía en el que realizarán sus propios proyectos artísticos.

La petróloga Cristina Marín (izda.) con dos alumnas

El curso organizado por la UVT, la Fundación Universitaria Pablo Gargallo, el CIDA y el Ayuntamiento de Albalate, vuelve a estar dirigido por Pedro Anía, uno de los artistas aragoneses más reconocidos en el mundo de la escultura en piedra. Anía aprendió el oficio de su abuelo y su padre, canteros en Calatorao, y desde los 15 años maneja el cincel y la radial. Se dedica profesionalmente al arte y ha logrado medallas y reconocimientos en certámenes de escultura de todo el mundo.

Este curso está concebido para comenzar prácticamente desde cero, y combina los contenidos prácticos que dirige Anía con tres conferencias teóricas. El lunes Santiago Martínez ofreció una visión general sobre la importancia que ha tenido el alabastro en la historia del arte, “desde la antiguedad hasta el siglo XVIII, con ejemplos concretos en Aragón, por contextualizar este material en el tiempo”, explica. Además el doctor en Bellas Artes y escultor José Prieto ofreció el martes una visión más actual de esta piedra, con ejemplos de los principales usos artísticos que se le siguen dando y demostrando que es una materia prima demandada por el arte contemporáneo. Y ayer fue el turno de Cristina Marín, petróloga y especialista en conservación del patrimonio histórico y material, aspecto sobre el que redundó en su charla.

Primera jornada del curso, con el desbastado del bolo de alabastro

Además de esas tres conferencias, Pedro Anía dedicó la primera sesión del curso a una presentación del trabajo en alabastro, haciendo especial hincapié en todas las herramientas que se utilizan en cada una de las fases del proceso, la ergonomía de uso y los riesgos laborales, ya que para desbastar los bolos de alabastro suelen usarse sierras radiales o lijadoras de gran tamaño. A partir de entonces el curso se ha centrado, en el aspecto práctico, en los primeros pasos del proceso de escultura. Según explica Martínez, “los alumnos han partido de una cabeza ­-de unos 30 centímetros de diámetro-, que es como denominamos el bolo que todavía es irregular pero que al que ya se le ha retirado la corteza, par no perder demasiado tiempo en ese proceso”. A partir de ahí tuvieron que desbastar cada vez más en fino para terminar realizando el desalabeo, nombre que recibe el proceso por el cual se obtiene un paralelepípedo lo más perfecto posible, con todos sus ángulos rectos y las seis caras lo más lisas y paralelas entre sí posible. “A continuación lo que se hace es obtener una esfera desde ese cilindro”, explica Martínez. “Este es un proceso muy complejo, y par quienes quizá todavía no están preparados, se quedan en el cubo” . Sea cual sea la forma geométrica en la que se queda cada alumno, en las últimas sesiones desarrolla un trabajo de tallado más fino, para decorar la pieza que después se llevarán a su casa con su impronta personal, y de paso aprender a trabajar con el tipo de herramientas indicadas para esa última fase.

Técnicas básicas

“El objetivo de este curso de iniciación es aprender a manejar la piedra, con las técnicas y herramientas más apropiadas, y comprender las técnicas básicas”, recuerda Santiago Martínez. El trabajo de esculpido más fino se aborda en el Curso de Especialización de la UVT, que tendrá lugar el 18 de julio en este mismo sitio, y en el no han podido inscribirse todos los alumnos que lo solicitaron, porque más de 13 nos parecía que no iban a tener la atención suficiente por parte de la profesora”.

El perfil de los cinco alumnos inscritos en esta segunda edición del Curso de Iniciación al Alabastro de la UVT es muy variado, aunque predomina la gente joven, estudiantes de Bellas Artes o relacionadas con el mundo del arte y la escultura.

Una de las alumnas en el proceso de obtener una esfera a partir del cubo de piedra

“Un alumnado muy implicado, a quienes les gusta mancharse de polvo blanco y que no paran de preguntar ni de trabajar”, asegura Pedro Anía, que imparte el curso. Sin dejar nunca de hacer demostraciones prácticas, Anía no deja de hablar con sus pupilos de los secretos del alabastro, que conoce mejor que nadie. “Hay que saber tratar el material, para que partiendo de un buñuelo deforme obtengas una forma perfecta y brillante, como un cubo o una esfera”, destaca el escultor natural de Calatorao, localidad de una de las piedras aragonesas que, al igual que el alabastro del Bajo Martín, más personalidad tienen. “Hay que saber qué tienes que hacer para sacar los planos, hacer bien las escuadras, limpiar los desbastes... pero para eso es fundamental la ergonomía: saber cómo tienes que coger las herramientas para sacarles el máximo partido sin cansarte y sin peligro de hacerte daño mientras evoluciones dentro de ese buñuelo”. “Luego ya entras en cosas más concretas de la talla de los detalles y en obtener figuras, pero la base es saber dar ese paso del bolo a la forma geométrica”.

Suave y delicado

Aunque de las características que suelen destacarse del alabastro, al menos en cuanto al proceso de tallado, es un escasa dureza, en opinión de Anía no es demasiado importante a la hora de definir su trabajo. “Claro que no es lo mismo el alabastro que el granito, pero las herramientas son especiales para cada piedra y cada una necesita unas horas de trabajo determinadas. Yo creo que lo que define el alabastro es que se deja tallar muy bien”.

José Prieto durante una de las tres ponencias teóricas de las que ha constado la segunda edición del curso en Albalate del Arzobispo

Y es que, según Anía, el alabastro es “suave y delicado, pero compacto y denso al mismo tiempo, con la capacidad de presentar una superficie pulida limpia y cristalina”. Lo mejor de esta piedra tan turolense -gran parte de la extracción mundial de alabastro tiene lugar en el Bajo Aragón Histórico, el Bajo Martín, y la Ribera Baja del Ebro, es que “da muchísimo juego a la talla”, explica el escultor. “Puedes tallar un relieve del tamaño de un alfiler, conseguir un efecto precioso en el cabello de una persona, y conseguir cualquier figura que te propongas”.

¿Y cuál es el secreto para que una pieza de alabastro de el salto definitivo de calidad? ¿Qué define al auténtico maestro? Esa cuestión escapa al temario del II Curso de Iniciación a la talla del Alabastro de la UVT, pero Pedro Anía, que lleva casi medio siglo picando piedra y dándole vida, le gusta compartir su saber y no se guarda ni uno de los secretos que ha ido arrancándole a la profesión martillazo a martillazo. “Creo que el secreto es aprender a tratar muy bien a la piedra en los acabados”, asegura. “Cuando abordas los últimos retoques hay que poner mucha atención y cariño en que todo esté muy bien igualado, contemplar y acariciar mucho la piedra, desde todos los puntos de vista para que no te pierdas ni un solo brillo, para que no se te escape ni un solo rincón, ni una sola esquina, ni una sola rebaba que haya que pulir”. A Anía le gusta tanto acariciar, tocar y repasar la piedra que opina que “en realidad una escultura nunca está terminada. Siempre hay un pequeño brillo o un pequeño detalle que repasarías... la escultura es por definición una obra inacabada, pero claro... antes o después tienes que decidir que ya está y hay que darla por terminada”.

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