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La luz y la mano de Rubén Vidal transforman la piedra inerte en las nueve musas del Bajo Martín La luz y la mano de Rubén Vidal transforman la piedra inerte en las nueve musas del Bajo Martín
Imagen de las nueve musas pintadas sobre tabla con el sistema de retroiluminación detrás. CIDA

La luz y la mano de Rubén Vidal transforman la piedra inerte en las nueve musas del Bajo Martín

El pintor alcañizano concluye la primera parte de su residencia artística en el Centro Integral para el Desarrollo del Alabastro de Albalate del Arzobispo
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Nueve musas en óleo aplicado con muñequilla sobre tabla de alabastro es el resultado de la primera parte de la residencia artística, de unos cuatro meses de duración, que ha realizado el artista turolense Rubén Vidal en el Centro Integral para el Desarrollo del Alabastro de Albalate del Arzobispo (CIDA). El objetivo de la misma era dar nueva vida y experimentar con las posibilidades de esta piedra del Bajo Martín, desde la perspectiva pictórica y no únicamente escultórica, con varias planchas de 50x80 cm que se habían desprendido de la fachada de la sede de la Comarca del Bajo Martín en Híjar.

Vidal no solo ha cumplido con éxito ese fin, sino que además ha encontrado un filón artístico que no ha agotado, ni mucho menos, desde que comenzó en enero su residencia. El artista, que ya ha regresado con su familia a Berlín, donde reside habitualmente, incluirá varias piezas al óleo sobre alabastro en una exposición que estrenará próximamente en Luxemburgo, y asegura que seguirá pintando sobre la piedra blanca y translúcida del Bajo Martín.

Imagen de las nueve musas pintadas sobre tabla con el sistema de retroiluminación detrás. CIDA

A lo largo de la historia se ha pintado sobre piedra, también sobre alabastro, y de hecho es un material mucho más apropiado para hacerlo que la madera o el lienzo, dado que es mucho más inerte, estable y perdurable, pero debido a su coste y sobre todo a su gran peso la pintura sobre piedra se fue abandonando paulatinamente a favor de los otros, más ligeros para trabajar, para transportar y para exhibir. Así que durante las primeras semanas de su estancia artística Rubén Vidal se dedicó sobre todo a realizar bocetos y experimentos (travesuras, las llama él), ensayando con diferentes pigmentos, técnicas y disolventes para obtener la técnica más adecuada para pintar sobre alabastro.

Finalmente la elegida fue el óleo aplicado con muñequilla, que viene a ser “aplicar la pintura por frotamiento, con un trapo, una esponja o el propio dedo, para que no se note el trazo del pincel y, al mismo tiempo, el tinte penetre de forma homogénea”, explica el turolense, que también utilizó una pequeña parte de tempera azul “para aplicar unas marcas que representan el Río Martín”.

De hecho el río Martín es protagonista de las nueve piezas pintadas por Vidal, aunque de forma discreta, como así es el propio río. “Esas marcas hacen referencia al río porque todos los ríos son carreteras que enlazan la cultura, el arte y la tecnología de los territorios, y de hecho son esas carreteras que lo unen todo y a través de las cuales vienen las musas”.

Detalle de una de las musas pintadas por el turolense.  CIDA

Ellas, las musas griegas de las artes, son quienes ocupan el primer término de las pinturas que ha creado Rubén Vidal. Son nueve, -Clío (historia), Euterpe (música), Talía (comedia), Melpómene (tragedia), Terpsícore (danza y canto), Erato (elegía), Urania (astronomía) y Calíope (elocuencia y épica)-, como nueve son las planchas de las que disponía el pintor y nueve las localidades del Bajo Martín que se representan en la obra. “Aunque sean nueve musas y nueve localidades las que hay en la comarca no quise que se identificara a cada de ellas con un pueblo, primero porque todas las artes son en realidad una sola, y además porque no hay identificaciones claras”, ya que no hay un pueblo que tenga más música, más historia o que sea más poético que otro, afirma Vidal.

Conceptualmente, estas nueve musas están interconectadas por el azul del río Martín, que a su vez estructura las nueve localidades de la comarca, aunque las pinturas están dispuestas de forma individual, sin formar una sola pieza. Todavía está por decidir la sala donde se expondrán las pinturas aunque será, probablemente, en el interior del edificio de la Comarca. “Al presentarse de forma individual, separada, las nueve pinturas pueden exponerse juntas o por separado, sin que su disposición determine el espacio donde vayan a estar”, y además pueden formar parte del proyecto In Itinere, por el cual diferentes piezas creadas en el CIDA de Albalate giran temporalmente por diferentes espacios de Teruel o Aragón.

Cuadros retroiluminados

Las musas están creadas de modelos al natural, a base de apuntes que el artista tomó de varias mujeres turolenses “aunque sin tener en cuenta demasiados detalles realistas, ya que como musas se trata de figuras idealizadas”. Las pinturas aprovechan la transparencia natural del alabastro convertido en lienzo, que como piedra es una de sus mayores particularidades junto con el veteado que suele presentar.

La pintura combina manchas con trazos de diferente anchura. CIDA

Cuentan con un sistema de retroiluminación suave que no está destinado a dar luz, “ya no que se trataba de hacer lámparas”, sino que realza el color y el trazo de la pintura y destaca las vetas, que en muchos casos se integran con el propio dibujo.

En ese sentido las nueve figuras fueron pintadas de forma simultanea, para que los tonos, los trazos y las manchas de pintura fueran completamente homogéneas entre ellas.

Rubén Vidal considera que el óleo se ha integrado perfectamente con la piedra y que su durabilidad no será ningún problema. “Aunque el alabastro es más débil que otras piedras, sigue siendo una piedra, que es el material más estable y seguro del mundo. La madera es mucho más inestable y aún así tenemos retablos del siglo XIX... así que con que estas pinturas duren unos 10.000 años me doy por satisfecho”, bromea el turolense.

Un material por investigar

Desde sus primeras pruebas en enero Rubén Vidal se declaró “enamorado” del trabajo pictórico sobre el alabastro, “un mundo lleno de posibilidades que voy a seguir trabajando”. De hecho el turolense tiene prevista una exposición en Luxemburgo que ha decidido enriquecer con algunas tablas que ha pintado en el CIDA, con algún retrato, algún almendro en flor y paisajes del Alto Ampurdán que pintó más recientemente, durante su viaje de regreso entre Alcañiz y Luxemburgo.

La estancia en el Centro Integral para el Desarrollo del Alabastro de Albalate le ha dado a Rubén Vidal la oportunidad de regresar a Alcañiz durante unos meses junto a su esposa, nacida en Madrid pero criada en Bonn, y sus hijas, que se adaptaron perfectamente a la patria chica del pintor. “Las facilidades que me ha dado el CIDA para trabajar han sido excepcionales, sin ninguna limitación excepto la que me autoimpuse yo por el tiempo”, explica. “Y mi intención es regresar al CIDA en septiembre para terminar la estancia, que en realidad es de un año, y seguir jugando con el material”. No utiliza el término jugar al azar. Para Rubén Vidal “la pintura sobre alabastro no se termina, tiene muchas posibilidades y tengo pensadas ya otras muchas diabluras. El presupuesto del arte debe ser travieso, tener cierto sentido del humor y un poco de irreverencia con los propios materiales, darles muchas vueltas para estirar al máximo su expresividad”.

“El cuerpo es bello en sí mismo, sea grueso, delgado, joven o anciano”

Para recrear las nueve musas de la obra sobre alabastro que representan las poblaciones que forman la Comarca del Bajo Martín, Vidal se apoyó en apuntes tomados al natural sobre varias mujeres de la zona, mujeres normales, en el sentido de que no son modelos profesionales. “Me gustan los modelos que no son profesionales, y para ello suelo tirar de amigos y conocidos”, explica Rubén Vidal, “porque en la mayor parte de las ocasiones el modelo profesional está amanerado y afectado, y a mí me gustan las poses más naturales”.

La elección del modelo no es cosa baladí, y alguien que, como Rubén Vidal, trabaja siempre que puede con personas no profesionales, suele encontrar ciertas dificultades. El pintor afirma que “de entrada es mucho más fácil encontrar mujeres que quieran posar que hombres, supongo que porque ellos tiene más pudor”, aunque lo que sí es complicado para él, especialmente en España, es “encontrar personas dispuestas a posar cuyo cuerpo sea normal, que tengan cierto sobrepeso o alguna cicatriz...”. Que no tengan un cuerpo del tipo que suele idealizarse, vaya.

Uno de los dibujos de Rubén Vidal en proceso de creación

Rubén Vidal, que reside en Berlín desde hace 13 años, apunta que en ese sentido los alemanes y las alemanas tienen menos reparos en posar aunque no tengan un cuerpo perfecto. “Por mi experiencia veo que en Berlín hay más personas de todas las etnias, tamaños, algunas muy voluminosas y que no tienen ningún problema con eso”.

Desde los años 50 en Alemania está muy arraigada la cultura del cuerpo libre, y hay numerosos parques públicos, playas o espacios en los que hay zonas donde se practica el nudismo.

“Hay mucha población que está acostumbrada a mostrar su cuerpo y ver otros cuerpos, con sus lorzas y sus michelines, sin sentir ninguna vergüenza”, explica Vidal, para quien “es importante entender que el cuerpo humano es bello como es. Yo adoro pintar una estructura que es perfecta en sí, sea gruesa, delgada, joven, anciana, con pelo o sin él”.

En otras culturas o lugares el desnudo sigue siendo un tema tabú o casi tabú, quizá por la indisoluble relación que se establece con el erotismo. “El erotismo está muy bien, pero no lo es todo, y deberíamos entender que el cuerpo humano y el desnudo trasciende mucho más de el simple erotismo”. En este sentido, el escritor alemán Kurt Tucholsky dejó escrito en las primeras décadas del siglo XX que “unir necesariamente la desnudez al erotismo es casi tan inteligente como hablar de la boca y pensar solo en comida”.

Para Vidal el desnudo es lo más genuinamente trascendente y atemporal del ser humano, “ya que si lo vistes con ropa estás poniendo una marca que no habla del concepto global del ser humano, sino de un ser humano en una época y culturas determinadas”.

“El alma solo puede representarse desnuda, incluso desnuda de la desnudez, desprovista completamente de erotismo”, asegura el alcañizano. De hecho a las musas griegas se las suele representar con el pelo recogido porque hemos heredado esa iconografía y ha trascendido. No resultaría demasiado natural representarlas calvas, y en cuanto al pelo suelto, “introduce un matiz que rompe esa universalidad, porque en muchas culturas el pelo suelto y libre es un símbolo que suele tener que ver con el erotismo”.

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