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Rubén Vidal: “Pintar sobre alabastro es un camino con infinitas posibilidades creativas” Rubén Vidal: “Pintar sobre alabastro es un camino con infinitas posibilidades creativas”
Rubén Vidal ensaya con unos primeros bocetos sobre el duro y luminoso lienzo del alabastro turolense. Tisure

Rubén Vidal: “Pintar sobre alabastro es un camino con infinitas posibilidades creativas”

El alcañizano realiza una estancia artística en el CIDA de Albalate hasta Semana Santa
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El Centro Integral para el Desarrollo del Alabastro (CIDA) de Albalate del Arzobispo acoge desde estas Navidades y hasta Semana Santa una residencia artística en la que Rubén Vidal, artista alcañizano afincado en Berlín, está redescubriendo el alabastro blanco del Bajo Martín como soporte para su pintura. Nueve de las placas de alabastro que se retiraron de la fachada de la sede de la Comarca del Bajo Aragón, institución que financia esta residencia, regresarán al interior de ese edificio transformadas en pinturas.

Por el momento Rubén Vidal está en fase de experimentación, probando diferentes técnicas y diferentes pigmentos para encontrar el idóneo para el alabastro. “Apenas estoy empezando a hacer travesuras con el material aunque ya empiezo a ver las posibilidades que tiene”, explica Vidal. “Y son muchas. Tantas que me he enamorado. Esto es una puerta que se ha abierto y que no se cerrará cuando termine estas piezas”.

Dos de las principales características del alabastro son su translucidez y el dibujo que forman las vetas en la propia piedra, lo que las convierte en un excelente soporte pictórico si se sabe sacar partido de ellas.

Históricamente se ha pintado sobre alabastro desde la cultura egipcia, se utilizó bastante durante los siglos XVI y XVII en Italia y Goya también utilizó como soporte la piedra blanca de las canteras de Fuentes de Ebro y el Bajo Martín, cercanas a su Fuendetodos natal. Habitualmente se utilizaba pintura al óleo, pero la piedra se cubría antes de una imprimación opaca para absorber mejor el pigmento, por lo que el resultado no dejaba de ser el mismo que pintar sobre lienzo, madera, o cualquier otra superficie blanca y opaca.

El alcañizano quiere aprovechar la luminosa translucidez del alabastro. Tisure

“El resultado que yo busco se basa en aprovechar las peculiaridades de esta piedra, de la luz que atraviesa la piedra” e ilumina el cuadro desde atrás, como si de una pantalla retroiluminada se tratara, explica el artista. “Pintar sobre alabastro se parece técnicamente a pintar sobre cristal, pero tiene unos matices especiales. Mientras pintas en alabastro tienes la sensación de que la piedra está viva, porque no es homogénea como el cristal”, afirma Vidal. “Tiene vetas que te dicen lo que puedes hacer y lo que no, es muy carnal, porque esas vetas y esos dibujos pueden hacer que determinadas cosas no te vayan a encajar, pero otras lo hagan mejor que sobre el lienzo blanco. En este caso lo de que la piedra te habla no es una metáfora”.

En primer lugar Rubén Vidal experimentó con la base del alabastro y su reacción física y química a diferentes pigmentos, para asegurarse que la pintura se fija y estabiliza en buenas condiciones. “En esto también te proporciona unas posibilidades mayores que otros soporte, porque cuando el papel ha saturado ya has terminado, pero en la piedra no, siempre puedes raspar o lijar más”.

Así, Rubén Vidal ha hecho diferentes pruebas con acrílicos, acuarelas, óleos, temples o encáusticas y ya ha empezado a descartar algunas técnicas, como esta última, ya que al aplicar el calor necesario para fundir el material el alabastro pierde parte de su translucidez.

Para aprovechar al máximo las posibilidades del material Rubén Vidal opina que la clave está en encontrar el equilibrio entre la translucidez natural de la piedra y la opacidad que aporta el pigmento, “y conocer bien el índice de absorción de la piedra y como reacciona con cada pigmento con el tiempo, si se difumina o se mantiene estable”, explica.

La piedra, cualquier tipo de piedra, no es un material que en los últimos siglos se haya utilizado habitualmente como soporte pictórico, pero no porque no tenga aptitudes para ello, sino por su excesivo peso y coste. De hecho la piedra es un material excelente para la pintura porque es uno de los más estables que existen. La madera o la tela, incluso en el caso de telas hidrófugas como el lino, son extraordinariamente sensibles a la humedad y la temperatura, que provocan dilataciones en el soporte y grietas y craquelados en la pintura. En el caso de la piedra esto no ocurre. “Y aunque hay que decir que entre las piedras, el alabastro es de las menos estables que existen, no deja de ser una piedra”.

La mala noticia es que cualquier pequeño golpe puede afectar dramáticamente a la translucidez y al veteado de una plancha de alabastro. “El alabastro tiene memoria”, afirma Vidal. “Si le das un golpe fortuito, o mal calculado al momento de cincelarlo, le puedes hacer una marca indeleble”, que atraviesa parte del interior del alabastro y es visible desde el exterior.

“Esas marcas pueden arruinar un trabajo de escultura, aunque en el caso de la pintura puedes intentar sacar partido de ellas”, afirma el alcañizano, “porque la propia veta, los líquenes, los desperfectos visibles pueden apoyar los dibujos que haces sobre la piedra, indicándote lo que puedes dibujar y lo que no”.

Inspiración libre

En cuanto al aspecto formal, el encargo consiste en que nueve de esas planchas regresen a la sede de la Comarca del Bajo Martín como pinturas, pero no en qué forma. “Santiago (Martínez, gerente del CIDA) es un gran conocedor del arte y me está dando muchas facilidades. Los motivos pintados tienen que tener alguna vinculación con el Bajo Martín, pero más allá de eso tengo libertad”. “Por el momento tengo varios proyectos en mente, y mientras hago las pruebas con pigmentos en retales de alabastro, voy dando forma a los bocetos en mi libreta”, en una especie de camino en dos vías que Rubén Vidal va recorriendo poco a poco pero de forma simultánea.

De hecho tienen que crecer de forma simultánea, porque en este caso el fondo depende de la forma, y la forma depende del fondo. “Lo que tú quieras pintar en el alabastro y cómo quieras hacerlo depende de las pruebas que hayas hecho y de los resultados que hayas obtenido. En función de estos verás que hay cosas que puedes hacer y otras que no”. Por el camino que lleva recorrido el artista turolense opina que va a poder llevar a efecto todo lo que tiene previsto, si bien su proyecto final también podría depender de otros factores como el lugar donde se expondrán las piezas, si será en interior o en exterior, cómo será la iluminación o si se podrá contar con algún sistema de iluminación Leda específicamente diseñado para estas planchas de alabastro.

“Y es que las posibilidades son infinitas, no me canso de insistir”, asegura Vidal quien, además de completar el encargo de la Comarca del Bajo Martín para Semana Santa, piensa crear más piezas de este tipo para llevar a una galería de Luxemburgo, en la que será su próxima exposición. ¿Por qué no se ha utilizado como soporte habitual de pintura entonces, si sus posibilidades son tantas? “El alabastro es un material poco abundante, Aragón es uno de los grandes centros de producción. En Italia también hay, pero para conseguir unas placas tan finas se tiene que mover mucha piedra y encarece mucho el material”, asegura Vidal. “En realidad la piedra se ha utilizado como soporte pictórico desde las cavernas, pero era un material pesado y difícil de transportar, y antiguamente no existían las herramientas adecuadas para sacar una losa de 15 milímetros de grosor como las que tengo aquí. Por eso se sustituyó por la madera primero y por la tela después, con Tiziano”.

El alcañizano en el CIDA de Albalate, donde va a estar cuatro meses con el proyecto de pintura sobre alabastro. Tisure

Hasta ahora la experiencia de Rubén Vidal con el alabastro tenía que ver con la escultura en exclusiva. “Entré en contacto con él en la Escuela de Artes Aplicadas de Zaragoza, y allí conocí su ductilidad y su fragilidad ante el escultor. Es un material maravilloso que te exige mucho más cuidado y sensibilidad que otros materiales como el mármol, la arenisca o la piedra de Calatorao.

Uno de los últimos volúmenes que realizó Rubén Vidal en alabastro es bastante reciente, la estatuilla que recibió el periodista Antón Castro como Premio Pilar Narvión durante el Curso de Periodismo Especializado de Alcañiz que tuvo lugar este verano.

Un artista nacido en el Bajo Aragón y formado en Sevilla y Florencia

El artista turolense Rubén Vidal Leal (Alcañiz, 1970) realizó entre 1988 y 1991 estudios en la Escuela de Artes Aplicadas y Oficios Artísticos de Zaragoza, asistiendo a distintos cursos de dibujo en Larrés, becado por la Diputación General de Aragón. En 1991 se trasladó a Sevilla para estudiar pintura y escultura en la Facultad de Bellas Artes Santa Isabel de Hungría. donde se licenció en 1996.

El mismo año se mudó a Florencia para cursar escultura en bronce en la Accademia di Belle Arti. En los años posteriores alterna su residencia entre Italia y España realizando exposiciones y encargos: retratos particulares y oficiales, ilustraciones de libros, así como escenografía. En 2010 se trasladó a Berlín, donde sigue afincado, aunque regresa frecuentemente a España y a Alcañiz.

Ha realizado exposiciones individuales en numerosas localidades de Alemania e Italia, en Francia, en Murcia, Zaragoza, Tarragona, Calahorra, Santo Domingo de la Calzada, Logroño o Alcañiz, entre otros lugares.

Berlín, un lugar maravilloso pero con poca luz para pintar

El alcañizano Rubén Vidal está afincado en Berlín desde 2010, aunque tanto su mujer alemana como sus dos hijas -que son las únicas niñas del mundo nacidas en Alemania y empadronadas en Alcañiz- disfrutan de las estancias en la provincia de Teruel, especialmente cuando coinciden con el frío y oscuro invierno alemán. “De hecho consideramos desde hace tiempo afincarnos en Alcañiz, porque Berlín es una ciudad maravillosa pero también echamos de menos otras”, asegura Vidal.

El artista turolense y su familia viven en Kreuzberg, el barrio artístico de la capital alemana. “Sus casas tienen grandes ventanales, pero ni así tenemos luz suficiente. Aunque pintes pegado a la ventana nunca tienes luz natural suficiente”.

Y eso es un problema para un artista visceral como Rubén Vidal, para quien pintar consiste en sentir y emocionarse, donde lo que cuenta es el proceso y no el resultado. “Allí tengo que tirar de oficio, porque en Alemania tienes que pintar en muchas ocasiones usando una pantalla, a cinco metros, como si fuera una ventana, y es bastante frustrante”. “No tiene nada que ver con pintar al natural, dejarte llevar por la luz y por las sensaciones que tienes... hace más de un mes que he llegado a Alcañiz y todavía me emociono cuando miro al cielo y percibo tantísima luz”, admite el pintor.

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