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Manuel Vilas, escritor: Manuel Vilas, escritor:
Manuel Vilas, en el campus de Teruel

Manuel Vilas, escritor: "La literatura ha sido el sitio de redención de los espacios rurales, de los abandonados"

Vilas tacha el olvido de la España vacía o vaciada de "un escándalo político de dimensiones sobrenaturales"
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Manuel Vilas (Barbastro, 1962) contó este miércoles a los asistentes al curso de la Universidad de Veranos de Teruel sobre El paisaje de los libros: de literatura, géneros e igualdad sus “tribulaciones” como escritor, que son las mismas que tiene como lector, y que se resumen en el “desasosiego” y las “crisis de ansiedad” que le provoca entrar en una librería y constatar la cantidad de libros que no va a poder leer por falta de tiempo.

El éxito de sus últimas novelas, como Ordesa (Alfaguara, 2018); Alegría, finalista del Premio Planeta 2019; y Nosotros, ganadora del Premio Nadal en 2023 le ha llevado a viajar sin descanso y asegura que “no puede más”. En paralelo, continúa con la escritura y sigue con detalle el devenir de la política española, preocupado por lo que pueda venir tras las elecciones generales del 23 de julio.

-¿Qué importancia le da al paisaje en sus obras?
-Soy aragonés y, por lo tanto, pertenezco al paisaje de esta tierra, al paisaje de Aragón en general y al del Pirineo específicamente por ser oscense y por haber nacido en Barbastro. Entonces, el Pirineo es fundamental en mi vida y Ordesa, el título de mi novela, es una reivindicación de un paisaje.

-Sobre este asunto, ¿cómo puede influir un autor en la atracción de viajeros a un paisaje?
-Ordesa ha motivado excursiones. Antes de la pandemia, recuerdo que hice un viaje a Ordesa con lectores de la novela. Y un programa de Pepa Fernández también se hizo en Ordesa con motivo de la novela. De modo que sí, que un libro o una novela que transcurra en un determinado paisaje o lugar hace que los lectores entusiastas quieran ir a conocerlo. A mí me ha pasado también como lector, que de repente me ha apetecido ir a ver cómo era el sitio que aparecía en un libro.

-En el curso de este miércoles conversó sobre el paisaje de los libros y después habló sobre la literatura y sus géneros. Pero sus últimas obras no se pueden clasificar en un sólo género, porque son novelas autobiográficas escritas en prosa poética...
-Las últimas novelas son de ficción. Un escritor escribe de todo y yo he escrito novelas, poesías, ensayos, relatos, artículos periodísticos... El único género que no he escrito ha sido teatro. Es todo literatura. Esta visión compartimentada de la literatura a mí nunca me ha gustado mucho, me parece restringir y encorsetar. A veces me ha apetecido un género y a veces otro, en función de la vida misma y de las historias que quería contar. Ahora bien, sí que es verdad que yo donde más a gusto estoy en estos momentos es en la novela.

-¿Ha dejado aparcada la poesía?
-Sigo escribiendo poesía, pero estoy más cómodo en la novela.

-Esta semana viaja de Tirana a Gijón pasando por Teruel...
-Efectivamente. Paso la vida viajando y ahora lo empiezo a llevar bastante mal porque me vuelvo medio loco. Es una situación de estrés. Yo valoro muchísimo que quieran que vaya a los sitios. En Albania se acaba de traducir Ordesa y está teniendo mucho éxito y claro, han querido que fuera. Y yo voy a todos los sitios, pero a veces pienso que voy a tener que dejar de ir porque no puedo más.

Docencia

-Y cursos como este, ¿le vuelven a vincular con la docencia?
-No, de docencia no quiero saber nada. A Aragón vengo siempre por una cuestión patriótica, porque soy aragonés. Lo tengo como prioridad porque es mi tierra. Desde luego, no voy a ningún curso de verano de ninguna universidad, pero a Aragón sí que vengo por ser aragonés. Y este además porque lo organizaba Nacho Escuín, que es mi amigo desde hace muchos años.

-Los cambios de gobierno han supuesto en los últimos días la suspensión de varias proyecciones y obras teatrales...
-¡Qué se atrevan a censurarme a mí, que se van a enterar! Estoy esperando a que me censuren. Es una payasada. La palabra que me viene es la que dijo Valle Inclán hace cien años: el esperpento. Hay unos programas políticos en España ante los que espero que la gente tenga sentido común. Ahora yo creo que la reclamación más urgente es el sentido común. Hay que reclamar sentido común en cualquier espacio político, gobierne quien gobierne, porque hay unas cosas de sentido común que no deben entrar en el debate político porque es generar violencia innecesaria.

-En uno de sus últimos tuits dice que su preguntaría a Pedro Sánchez sería: ¿Quién le lava y le plancha las camisas?
-He escrito un artículo sobre eso. La literatura es preguntar desde lo inesperado y cada vez que veo a Pedro Sánchez me hago esa pregunta. Yo tengo una vida pública, pero plancharme las camisas es una tarea importantísima y dificilísima. Es evidente que alguien le plancha las camisas. Y quién le plancha las camisas es una pregunta política y democrática, que pertenece a ese permanente estado de alerta de la democracia.

-¿Y quién se las lava y plancha a usted?
-La democracia es preguntarlo todo, tener espacios políticos para poder preguntar todo. Y yo me pregunto quién paga esas camisas, quién las lava y quién las plancha porque yo me las lavo yo y alucino con los programas de la lavadora. Me lleva mucho tiempo y, por ejemplo, en el mercado de la lavandería española no hay ningún producto que saque perfectamente una camisa blanca de la lavadora. Esto a mi me obsesiona. Los cuellos y los puños de una camisa blanca usada, los pones en la lavadora a 60 grados con productos especiales para que te salgan blancos otra vez. Y este tipo de cosas forman parte de la política. Esto se lo hace alguien a los políticos.

-Nadie le ha dado respuesta en Twitter...
Parece una tontería pero para mí no lo es. Detrás de todo eso, hay algo que alienta el privilegio porque es una de las cosas que a mí como escritor me ronda mucho la cabeza: la creación de privilegios. En todas las sociedades, incluso desde las democracias más avanzadas, se generan privilegios. Ves al rey de España y a su mujer y van siempre perfectamente vestidos. Yo para ir perfectamente vestido tengo que gastarme una pasta. A mí también me gustaría ir perfectamente vestido. ¿A quién no le gustaría ir perfectamente vestido y elegante a cualquier sitio? Este polo que llevo está gastado, no me lo he podido planchar, y no tengo a nadie que me lo planche. Estuve en la última entrega del Premio Cervantes y fui con una camisa del Primark de 5,50 euros y me moría de risa porque saludé al rey y me preguntaba ¿este tío que camisa llevará, de 100 pavos?

Paisajes

-Volviendo al tema de apertura del curso, ¿qué papel han ocupado en la literatura los paisajes del medio rural frente a la gran cantidad de novelas ambientas en las grandes urbes?
-Más preocupante es pensar cómo se le ha tratado en la política. Hay dos españas: las capitales y la España vacía o vaciada. Es un escándalo. La literatura ha sido el sitio de redención de los espacios rurales, desde Los santos inocentes de Miguel Delibes hasta la reivindicación de la España vacía de Sergio del Molino. Desde el ruralismo de Federico García Lorca, ha habido siempre una preocupación en la literatura por ver que efectivamente había en la vida sociopolítica española lugares abandonados. He venido desde Madrid a Teruel con mi coche y he pasado por lugares que me han dejado por un lado fascinado por su belleza y, por otro, dolido porque no había nada ni nadie. Esto es un escándalo político de dimensiones sobrenaturales y nadie hace absolutamente nada.

-Este debate ha llegado al Congreso en la última legislatura...
-Hay una España de las grandes ciudades como Madrid, Valencia, Sevilla, Barcelona y Zaragoza, donde ocurre todo, y una España rural en donde no ocurre nada y no hay ninguna alternativa económica, donde no se ha generado ningún motor económico para que salga adelante. Y esto me parece impresentable para los 40 años de democracia en España. Los distintos gobiernos que ha habido no han sabido generar una alternativa socioeconómica importante para el medio rural. Son los abandonados, como Extremadura, Teruel, Soria o Almería, territorios en los que no hay nada. El debate debería traducirse en el presupuesto. Se ha visibilizado el problema pero no ha tenido traslado presupuestario. Y mientras no lo tenga, no hay nada, solo palabras vacías.

-Le ocupa y preocupa la literatura, pero también la política...
-Si no escribo un libro, no vivo. Pero me preocupa mucho lo que está pasando en este país, los errores de todo tipo, ya no solo lo que pueda venir ahora sino también las cosas que se han hecho mal. Hay dos ejes fundamentales en la democracia, que son la prosperidad y la modernidad. Son dos motores sociopolíticos importantes, que no deben ser cuestionados gobierne quien gobierne, venga el partido que venga. Tiene que haber un consenso en la izquierda y en la derecha. ¿Cómo no vas a querer un país próspero y moderno? Eso es indiscutible. Cómo llegar puede ser motivo de discusión política y, si es inteligente, nos vendrá bien a todos. Pero no pueden ser discutibles.

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