

‘Manuscritos errantes’, una ficción en honor a la verdad de los pueblos
El proyecto ha comenzado en La Hoz de la Vieja y recorrerá todo AragónJuan Rubio Rupérez y Daniel Peiró, originarios de Montalbán, se han propuesto rescatar algunas de las vivencias y recuerdos de los mayores de los pueblos aragoneses a través de una serie de novelas de ficción que saldrán bajo el título genérico de Manuscritos Errantes. La primera se titula Cantalobos (Gami Editorial) y está inspirada en La Hoz de la Vieja, y el próximo capítlo se prevé para primavera y tendrá como marco geográfico la Comarca de Tarazona y el Moncayo.
Rubio es profesor en el IES Miguel Catalán de Zaragoza, escritor y cantante de los Drunken Cowboys. Junto a Daniel Peiró, también descendiente de Montalbán, han emprendido un proyecto que resulta de un híbrido entre la ficción y la documentación.
Rubio y Peiró viajan por pueblos, preferentemente de 150 o 200 habitantes o menos, en invierno, “que es cuando menos cosas hay que hacer, y cuando más apetece encerrarse en casa a charrar, porque hace frío y anochece pronto”, explica Rubio.
A través de largas conversaciones Rubio y Peiró hablan con sus interlocutores de todo; recuerdos, aventuras de juventud, historias, canciones, personajes curiosos del pueblo... toda esa información etnográfica queda registrada en grabaciones y fotografías, pero a corto plazo Juancho Rubio y Daniel Peiró la están aprovechando para escribir una serie de novelas de ficción inspiradas en todo ese legado. “No se trata de hacer un glosario de vocabulario, ni una enciclopedia ni un ensayo sobre la vida rural. Lo que estamos haciendo es utilizar todas esas historias que nos están transmitiendo, algunas de ellas verdaderamente sorprendentes, para componer una serie de novelas por capítulos, con personajes comunes y continuidad en el tiempo, que contienen esa cultura y ese poso pero sin hablar directamente de él”.
Desde su visión como profesor de Secundaria, Juan Rubio asegura que ese proyecto está creado pensando en la gente joven, muy cercanas en el tiempo a su padres y abuelos pero decididamente alejados en lo que a los modos de vida se refiere. “Estamos hablando con personas que ahora tienen 75 u 80 años, que nos cuentan cómo se instaló la electricidad en los pueblos, cómo llegó el agua corriente, qué pasaba cuando veían que llegaba a un pueblo y al otro tardaba más...”
Los dos autores están convencidos de la pertinencia de conservar ese patrimonio oral por dos razones; la de evitar su tergiversación y la aprovechar las fuentes directas. Por un lado Rubio opina que en muchas ocasiones tanto la historiografía como la ficción sobre el mundo rural no tiene en cuenta las vivencias reales que sus protagonistas conservan en la memoria; bien porque se tiende a dulcificar o a dramatizar, bien porque en ocasiones no se acude a fuentes directas. “Esto no es memoria histórica o documentada. Estamos hablando de cosas que vivió la gente, si pasó hambre o no, si la vida en los pueblos significaba compartir o no... Creo que hay en ocasiones se tiende a ocultar algunas de las cosas que han ocurrido, y para la gente que las vivió debe de ser muy frustrante que la TV cuente cosas que realmente no han ocurrido”.
Y por otra Rubio y Peiró afirman que existe una necesidad acuciante de recopilar los testimonios cuando todavía existen de primera mano: “Somos afortunados porque en mil años solo ha habido dos cosas que han cambiado el rumbo de la historia, que son la imprenta e internet. Y tenemos la suerte de que todavía están vivos los que vivían antes de internet. Así que escucharles y conservar sus historias es un acto de responsabilidad con la historia”.
Podría parecer paradójico que Manuscritos Errantes haya escogido el camino de la ficción para dar a conocer esos testimonios. “Eso tiene que ver con la difusión, que es igual de importante que la recopilación de información. El material que estamos recogiendo ahí está, y en su momento podrá utilizarse para otras cosas. Pero creo que es urgente que todo eso se escuche y se conozca, sobre todo por parte de la gente joven, y para eso hemos pensado que lo más eficaz es la novela de ficción”.
La Hoz de la Vieja
Cantalobos es la primera novela que se ha publicado bajo el paraguas de Manuscritos errantes, con una historia ambientada en las historias que los dos investigadores escucharon en La Hoz de la Vieja. Los autores dedicaron el libro a Toñín Irisarri, joven de montalbán fallecido, cuya fotografía aparece en portada.
La próxima entrega se publicará en primavera, y aunque todavía no tiene título, se nutrirá de las historias que han escuchado en los 16 pueblos del entorno del Moncayo. Y el objetivo es seguir publicando nuevos libros, todos ellos capítulos de una misma historia, al ritmo de una o dos por año. “Tenemos ideado la columna vertebral de la historia, incluso el capítulo final, pero no tiene fecha, sino que mantendremos abierto el proyecto mientras encontremos gente que quiera seguir contando sus vivencias”.
“Las historias se mueren por dos razones”, afirma Juancho Rubio. “Una es porque no se escuchan, y la otra es porque no se crean historias nuevas. Si los chavales dedican todo su tiempo a estar en su habitación mirando el teléfono móvil no les pasan cosas, no viven historias para contar a la gente”.
El tercero de los capítulos probablemente se desarrolle en algun comarca de la provincia de Huesca, por mantener el ciclo, aunque todavía no han empezado a trabajar en él.
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