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Naturaleza y hombre, compositores del particular paseo sonoro por Albarracín Naturaleza y hombre, compositores del particular paseo sonoro por Albarracín
Los paseos sonoros tuvieron lugar en una de las salas de los tapices del Museo Diocesano debido a la buena acústica del espacio. Bykofoto / Antonio García

Naturaleza y hombre, compositores del particular paseo sonoro por Albarracín

Los artistas del proyecto Sonotomía componen tres sinfonías con los sonidos de la ciudad
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El agua del río, la que golpea sobre la piedra del suelo o el yeso de las paredes, el viento o el sonido de los pájaros son las notas musicales de una naturaleza agreste que en Albarracín ha sido modelada por el hombre, cuyos sonidos han sido recogidos en forma de alegres conversaciones, un serrucho rasgando la madera, el amasado del cemento o los aplausos. Todos ellos se pudieron escuchar ayer en varios recorridos sonoros que mostró para la treintena de asistentes una faceta desconocida de la localidad más visitada de Teruel. La presentación fue la culminación del proyecto europeo Sonotomía 2.0, por el que un total de siete creadores sonoros han pasado una semana trabajando en Albarracín.

De las sesiones de trabajo quedan los dos paseos sonoros y la performance auditiva que se presentaron ayer y también más de 20 horas de grabación con sonidos de todo tipo. Cada uno de los participantes ha grabado una media de tres horas de sonidos, muchos iguales pero cambiantes, porque como apuntó Kim Hernández, una de las participantes, cada persona escucha de forma diferente.

Representantes institucionales y creadores sonoros, ayer en el patio del Palacio de Exposiciones de Albarracín. Bykofoto

El paseo sonoro tuvo lugar en la Sala de los Tapices del Museo Diocesano, un hecho que no fue casual sino que responde a que las telas tejidas que cuelgan de las paredes favorecen una buena acústica.

La primera de las propuestas fue una performance en la que los asistentes entraron a oscuras y la única iluminación era la que ellos mismos generaban al tirar fotos de la instalación que había en el suelo. En él la tierra de rodeno mojada era la protagonista y la captura de imágenes una forma de interaccionar con el proyecto y con el resto de los espectadores. Esa tierra mojada y amontonada era el símbolo de la erosión y la destrucción, efecto que se lograba con el sonido ambiente envolvente en el que se escuchaban vibraciones, a veces continuas, otras intermitentes y con pitidos de fondo. Una sensación de tener un moscardón junto al oído o de estar dentro de un aserradero y todo ello para plasmar, como indicó Alberto Quintana, investigador en el área de arquitectura y acústica,“el impacto que tenemos con nuestra propia presencia y la de la tecnología allá donde vamos”.

Según planteó el equipo encargado de desarrollar este proyecto (formado por Alberto Quintana; Pedro Vián, experto en música electrónica, y la compositora y directora de orquesta Jamie Man) bajo la piel roja de la ciudad hay una piel invisible formada por las redes tecnológicas y es precisamente esa influencia electromagnética, que afecta al patrimonio, lo que han intentado captar.

“Ha sido inquietante, parece que escuchabas el fondo de la tierra”, explicó Isabel Herranz, que fue una de las asistentes, tras la performance. Reconoció que todos esos sonidos pasan desapercibidos cuando estás en la calle, pero las tres propuestas desarrolladas propiciaron que se apreciarán o, incluso, descubrieran y “ha sido muy emocionante”, reconoció.

En la ‘performance’ que abrió los paseos sonoros los propios asistentes interactuaron con la actividad iluminando con sus flases la instalación. Bykofoto / Antonio García

La segunda intervención realizada por el equipo formado por Úrsula Bravo, diseñadora e investigadora en artes sonoras y el compositor David Albanés, fue un “paseo sonoro virtual” que invitaba a la meditación y la contemplación de “puntos específicos del territorio”. Úrsula Bravo animó a los asistentes antes de la experiencia a que escucharan e identificaran los sonidos que son cotidianos pero en muchas ocasiones se obvian pese a que “son parte del patrimonio”. Antes de pasar a la sala sonora, los creadores de Sonotomía invitaron a preparar su cuerpo para tomar conciencia mediante unos ejercicios.

Una vez dentro, el agua y un pájaro marcaron el punto de inicio de todo un recital sonoro en el que los sonidos de Albarracín se mezclaban con una composición musical inspirada en el paisaje y el territorio.

Al final de la actividad, Bravo y Albanés entregaron un documento para animar a los asistentes a conocer a qué suena Albarracín a través de una yincana sonora ayudados por un mapa. En él aparecían fijados los lugares donde pararse a escuchar la ciudad. Entre los fenómenos acústicos más llamativos la investigadora en artes sonoras planteó el efecto que produce el sonido en el acceso desde la calle de Santiago hasta la plaza Mayor y recomendó encarecidamente disfrutar de él.

La última de las propuestas, creada por la neuróloga, música y artista de performance Kim Hernández y el ingeniero y artista visual Joan Lavandeira, partió del silencio para continuar por los sonidos de la naturaleza e ir incorporando poco a poco los ruidos derivados de la actividad humana. Todo ello salpicado de las músicas que se debieron escuchar en Albarracín a lo largo de la historia, algunas con influjo andalusí, otras salidas del órgano de la Catedral y rematadas por las jotas y dulzainas. También, como no, el tañer de campanas, una conexión sonora con el pasado, y del ajetreo propio de los bares un agosto en Albarracín.

“¿Qué sería de Albarracín sin venir nadie ni erosionarse?”, se preguntaba Kim Hernández al acabar la muestra sonora. Y es que precisamente los sonidos de la erosión estuvieron presentes a través del viento, los chorros de agua o el arrastre. En la sinfonía se podía escuchar la erosión causada tanto por los elementos naturales como por la mano del hombre y todo ello en el contexto histórico logrado a través de distintas músicas.

Durante la sesión, los participantes debían moverse para escuchar el sonido desde diferentes ángulos. Bykofoto

Rando habla de innovación

A la presentación de las conclusiones de Sonotomía 2.0 acudió el presidente de la Diputación de Teruel y patrono de la Fundación Santa María de Albarracín, Manuel Rando, quien planteó que el sonido supone “otra forma innovadora y creativa de ver las maravillas de la provincia”. Para el presidente turolense es fundamental “dar el valor que realmente tiene” tanto al patrimonio material como al inmaterial, “que van de la mano”.

El alcalde de Albarracín y también patrono de la institución Michel Villalta señaló tras vivir el paseo sonoro en primera persona que había supuesto “escuchar Albarracín de otra forma” e indicó que puede suponer “un complemento experiencial nuevo para el turista”.

Antonio Jiménez, gerente de la Fundación Santa María, apuntó que los pasos sonoros suponen “descubrir un universo de sonido que en el día a día ni siquiera imaginas que existe”. El responsable incidió en el gran trabajo desarrollado por los creadores durante su estancia y destacó los cambios en el paisaje sonoro que se reflejan en la ciudad en diferentes momentos, desde el bullicio de un domingo al mediodía con las calles plagadas de turistas a la calma de la muralla a primera hora del día.

Entre los asistentes estaba Luis Ibarra, un veraneante que vive junto a la Catedral y que sí es consciente de los sonidos que emite la ciudad, desde la campana “que sigue reverberando hasta 20 segundos después del toque” al río, cuya música cambia en función del agua que transporta, matizó. “Me ha encantado la experiencia, he identificado muchos sonidos”, relató una vez concluida.

Alberto Quintana, en su intervención con Jamie Man y Manolo Rando junto a él

Elvira Mora, otra de las participantes en el paseo sonoro, descubrió ayer un nuevo Albarracín: “No estamos acostumbrados a escuchar y nunca te paras a pensar en los sonidos”, reconoció.

Sonotomía es un proyecto europeo desarrollado por cuatro socios, Portugal –donde se recogieron hace algunos meses los sonidos marinos–, Albarracín –exponente de la banda sonora de la ruralidad– y Budapest, donde se tratará de captar en una estancia creativa, que tendrá lugar antes de que termine el año, el sonido urbano. A todos ellos se suma Amsterdam, socio que ha aportado la tecnología 4D Sound, una herramienta fundamental para el trabajo de los equipos durante las sesiones y que ha sido manejada por el técnico de sonido Marjin Cinjee. Con todos los sonidos recopilados –solo en Albarracín hay más de 20 horas de material– se elaborará una biblioteca sonora disponible de forma gratuita a través de internet que podrá ser utilizada por músicos de todo el mundo con fines investigadores o para la realización de composiciones sonoras.

Los creadores han permanecido una semana en Albarracín y, además de la ciudad, se han desplazado por todo el entorno para captar sonidos también en lugares como el río de bloques de Orihuela, la sima de Frías o los pinares del rodeno.

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