Red Submarine
Una jornada como la vivida el domingo en Villarreal será difícil de olvidar para la afición rojilla. Precisamente esa afición fue uno de los elementos protagonistas del choque con el liderazgo del Frente Mudéjar, sobresaliente el número de aficionados que se desplazaron a la Plana Baja. El patrón de Villarreal es San Pascual Bailón, un Pascual nos metió el gol groguet, pero como las cosas no son como empiezan sino como acaban, la parte más bailona la puso el Teruel y su afición con el pitido final.
En los minutos previos al partido y tras el mareo de acreditaciones y otras cosas del querer, hay que significar el pésimo gusto musical del Mini Estadi castellonense, no solo que nos castiguen los oídos con reggaetón, no merecemos semejante condena, pero que suenen letras como “te voy a chingar perra aunque tú no quieras” no parece lo más correcto y cuestiona la clase de un club que debería cuidar con esmero detalles que no son menores. De hecho lo comenté con una de las chicas que custodiaban el acceso al campo y ambos coincidimos que aparte de mal gusto, era intolerablemente machista. Por lo menos al inicio de la segunda parte sonó el Yellow Submarine, de The Beatles ¡Ande vas a parar!
En esto del futbol el cuento cambia constantemente. Quizás es ahí donde radique lo especial de la competición, más allá del arriba o abajo, de si la bola entra o no, está la suma de momentos y esos cambios señalados a lo largo de los años. El primer enfrentamiento que yo recuerdo entre el Teruel y el Villarreal (el grande, no el filial) se remonta al 5 de agosto de 1973, en un Pinilla de tierra llamado entonces Adolfo Masiá y gran expectación por parte de los aficionados para ver a un equipo de la tercera valenciana, muy diferente a los Tardienta, Caspe o Almudévar de la época. Y lo recuerdo bien porque en la primera parte Utrillas fue el cancerbero turolense y en la segunda jugó mi hermano Domingo. Un Villarreal que nadie pensaba que llegaría a donde está hoy y que todavía jugaba con pantalón azul como el Cádiz o Las Palmas.
Cierto es que el crecimiento del conjunto del gres ha sido enorme, pero en cierta medida hay que reivindicar también el del Teruel, aquellos partidos de Preferente a las tres en invierno porque no había luz en el campo, el ya mentado terreno de arcilla y arena y sobre todo una afición que era fiel, pero como tantas veces se ha dicho, las mismas caras todos los domingo y escasez de entusiasmo a la hora de animar. Por fortuna eso ha cambiado y lo visto el domingo en Villarreal viene a demostrarlo; si hay un dato a significar en el avance rojillo en estos años, es lo implicada que está la afición, lo comprobamos con la abarrotada esquina asignada en el campo del filial amarillo, pero también con un número nada desdeñable de aficionados con bufanda identificativa en otros puntos del graderío de la ciudad deportiva.
Para determinadas cosas va bien aquello de “por sus hechos los conoceréis”. Visto lo ocurrido sobre el césped, la creencia –al menos por mi parte- en Vicente Parras se multiplica, vamos viendo en cada partido cómo el equipo evoluciona en juego, en soltura, la disposición táctica da poso y poderío al Teruel. Y todo ello pese a los reveses recientes hace pensar que la plantilla tiene recursos suficientes para obtener resultados positivos. Cierto es como reconoce Parras que falta resolver las ocasiones, consolidar esos números es fundamental, lo hemos visto en partidos donde el Teruel ha generado oportunidades y ha faltado rematar la faena, sirva como ejemplo la primera parte frente al Atlético Madrileño, donde el resultado al descanso bien podía haber sido otro. Pero estamos instalados en la alegría y también en la paciencia; sobre todo que los jugadores tienen fundamentos no solo en la titularidad también desde el banquillo, por tanto seguiremos el recorrido por la senda del optimismo, que no es para menos.
El domingo el campo del filial amarillo parecía Pinilla, gritos incansables de apoyo de la afición, caras conocidas y fieles devotos del Teruel. Y sobre todas las cosas un comportamiento ejemplar, que hace que podamos presumir de esa afición y mucho. Ha sido pues la experiencia de Villarreal un peldaño más en una competición que sigue deparando grandes cosas, que poco a poco va perfilando a los equipos pero que tiene un nivel competitivo de altura. Tampoco se entiende que en una Primera Federación el filial groguet no tenga la costumbre de hacer ruedas de prensa de los entrenadores al final del partido. Cosas de filiales supongo, aunque los aficionados seguro que quieren conocer opiniones, pero allá cada cual. Eso sí, lo de que te pongan para hacer fotos a pie de campo un peto fucsia tres tallas por debajo de tu cuerpo serrano eso sí que ya es difícil de perdonar; paradojas del destino, un día en la alta costura y otro marcando serranía con poliéster. El futbol es así: Luis Aragonés, artículo quinto versículo tercero.
