Todas las personas deberíamos poder vivir en Macondo. Si al leer este nombre te resuena y te viene a la mente este comienzo: “Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo”. Ya sabrás que se trata del comienzo de Cien años de Soledad de Gabriel García Márquez; una novela que es, no sólo un clásico, si no una novela imprescindible en la historia de la literatura universal. Fue publicada por primera vez en 1967, pertenece al género literario denominado como realismo mágico y narra la historia de la familia Buendía. No te preocupes, que si no lo has leído no pienso hacer spoiler, no soy de esas, prefiero dejarte con la miel en los labios para que caigas en sus páginas y te sumerjas en sus palabras y en su mundo mágico en el que hay personas que nacen con cola de cerdo o que pueden aparecer una vez muertas.
Lo cierto es que no seré yo quien critique a esta novela premiada con el novel de literatura; sé que hay gente que le está encontrando pegas, pero no unos lectores cualesquiera, las pegas se las están poniendo los consejos escolares de los estados de Ténsese, Florida y Texas que han conseguido censurar, retirar o limitar el acceso de novelas como esta o como El amor en tiempos del cólera, también de García Márquez.
Otra veintena de premios novel de literatura han sido censurados desde 2021, títulos como Ensayo sobre la ceguera de José Saramago, El señor de las Moscas de William Golding o Por quién doblan las campanas de Hemingway. Los motivos que arguyen para llegar a tomar estas medidas, es que en los textos de estos libros se incluyen referencias sexuales, lenguaje explícito o contenidos ideológicos considerados inapropiados para menores. Pero muchos docentes y críticos señalan que sí hay un motivo escondido de querer imponer una moral y una ideología política única con la que se evitaría que los estudiantes pudiesen llegara a perspectivas diversas a través de la literatura. No hay nada mejor que la doctrina para crear, desde bien pequeños, a los adultos que después van a defender los valores y moralidad sobre los que se forja un país, y más si estamos hablando de Estados Unidos.
En algunos casos es el propio gobierno federal el que retira títulos de las escuelas administradas por el Departamento de Defensa, lo que pretenden es ejercer un control ideológico que afecta a las bibliotecas, a los planes de estudio y a los manuales y eventos educativos.
Entre los libros censurados se descubren unas líneas comunes sobre las temáticas de diversidad, raza, identidad de género o los derechos humanos; textos con personajes pertenecientes al colectivo LGTBIQ+ o que su narrativa podría abrir las miras de los lectores.
Esta criba resulta muy peligrosa, pues se está limitando el pensamiento crítico, se está reduciendo la diversidad cultural. Este fenómeno censor también está provocado grandes diferencias entre distritos e incluso entre estados, pues los libros que están censurándose en un estado, en otro puede leerse sin ninguna restricción.
Por lo pronto yo me quedo con esta frase extraída de Cien años de soledad, que es premonitoria de lo que somos ahora: “La ciencia ha eliminado las distancias, pregonaba Melquíades. Dentro de poco, el hombre podrá ver lo que ocurre en cualquier lugar de la tierra, sin moverse de su casa”.
Así es como he descubierto yo esta noticia, desde mi particular Macondo, sin la necesidad de viajar a Estados Unidos. En cuanto acabe el artículo, lo primero que voy a hacer es volver a leer este clásico de la literatura, es más, creo que voy a leer los libros censurados; si los han rechazado, es que son buenos.
Lo cierto es que no seré yo quien critique a esta novela premiada con el novel de literatura; sé que hay gente que le está encontrando pegas, pero no unos lectores cualesquiera, las pegas se las están poniendo los consejos escolares de los estados de Ténsese, Florida y Texas que han conseguido censurar, retirar o limitar el acceso de novelas como esta o como El amor en tiempos del cólera, también de García Márquez.
Otra veintena de premios novel de literatura han sido censurados desde 2021, títulos como Ensayo sobre la ceguera de José Saramago, El señor de las Moscas de William Golding o Por quién doblan las campanas de Hemingway. Los motivos que arguyen para llegar a tomar estas medidas, es que en los textos de estos libros se incluyen referencias sexuales, lenguaje explícito o contenidos ideológicos considerados inapropiados para menores. Pero muchos docentes y críticos señalan que sí hay un motivo escondido de querer imponer una moral y una ideología política única con la que se evitaría que los estudiantes pudiesen llegara a perspectivas diversas a través de la literatura. No hay nada mejor que la doctrina para crear, desde bien pequeños, a los adultos que después van a defender los valores y moralidad sobre los que se forja un país, y más si estamos hablando de Estados Unidos.
En algunos casos es el propio gobierno federal el que retira títulos de las escuelas administradas por el Departamento de Defensa, lo que pretenden es ejercer un control ideológico que afecta a las bibliotecas, a los planes de estudio y a los manuales y eventos educativos.
Entre los libros censurados se descubren unas líneas comunes sobre las temáticas de diversidad, raza, identidad de género o los derechos humanos; textos con personajes pertenecientes al colectivo LGTBIQ+ o que su narrativa podría abrir las miras de los lectores.
Esta criba resulta muy peligrosa, pues se está limitando el pensamiento crítico, se está reduciendo la diversidad cultural. Este fenómeno censor también está provocado grandes diferencias entre distritos e incluso entre estados, pues los libros que están censurándose en un estado, en otro puede leerse sin ninguna restricción.
Por lo pronto yo me quedo con esta frase extraída de Cien años de soledad, que es premonitoria de lo que somos ahora: “La ciencia ha eliminado las distancias, pregonaba Melquíades. Dentro de poco, el hombre podrá ver lo que ocurre en cualquier lugar de la tierra, sin moverse de su casa”.
Así es como he descubierto yo esta noticia, desde mi particular Macondo, sin la necesidad de viajar a Estados Unidos. En cuanto acabe el artículo, lo primero que voy a hacer es volver a leer este clásico de la literatura, es más, creo que voy a leer los libros censurados; si los han rechazado, es que son buenos.
