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Isabel Marco

Make America Great Again (Maga) es el lema y corriente política que Donald Trump promueve y hace que vertebre a los Estados Unidos de América desde hace más de una década. Esta ideología, consolidada ya como una de las más importantes y potentes de los últimos años, comenzó con un simple eslogan y ahora es el faro que guía todas las decisiones que se toman desde La Casa Blanca bajo un prisma republicano americano, poniendo el énfasis en volver a los tiempos en los que EE.UU. era el mayor punto de referencia mundial.

Este dogma trae consigo aranceles, proteccionismo económico, cierre de fronteras, la vuelta a la familia tradicional y el rechazo a lo que en Norteamérica se define como Woke (una manera despectiva de denominar a las personas pertenecientes a movimientos progresistas), un término que ya se ha escuchado varias veces a políticos de nuestro país. Este movimiento tiene mucha presencia en redes sociales y medios de comunicación y, tras de sí, una gran masa de gente que hace que su influencia sea posible.

Hace unos días se producía el asesinato de Charlie Kirk, un activista ultraconservador muy cercano a Trump y propagador de odio; una persona racista, homófoba, machista… Un asesinato que Trump ha usado para señalar a la izquierda pidiendo venganza, acusándola de derramar discursos de odio contra todo su mundo Maga y diciendo que va a encontrar a todos y cada uno de ellos. Un ataque que realiza desde la Casa Blanca desde donde controla las fuerzas militares, la policía federal, la guardia nacional y los servicios secretos. Sin embargo, tuvo que bajar el tono cuando descubrieron que el sospechoso se sale completamente de cualquier retrato político, no hay pruebas de que se deba a una conspiración de grupos de izquierda, más bien parece ligado a la cultura de los videojuegos en línea. Aun así, Trump lo ha calificado de terrorismo de izquierdas.

Ahora Trump ya tiene su “noche de los cristales rotos”, además de darle rienda suelta a los discursos de odio hacia los grupos de izquierdas, también ha comenzado a amenazar a periodistas y extorsionar a cadenas de televisión como la BBC, cuyo programa de Jimmy Kimmel ha sido censurado por denunciar el aprovechamiento del asesinato de Kirk, por parte del movimiento Maga, para sacar provecho político. No sólo eso, desde La Casa Blanca, se ha apoyado a una página web anónima en la que se puede denunciar a todo aquel que critique a Kirk en público. Columnistas, profesores y empleados de empresas federales y privadas ya han perdido sus trabajos por ser acusados a través de esta web. De esta manera se sigue con la depuración de funcionaros que han cuestionado a Trump, cientos de trabajadores públicos que ya han sido despedidos de la administración, con la consecuente merma en los servicios sociales y la retirada de apoyos a las universidades más críticas, con la retirada del visado de los estudiantes que han manifestado su apoyo a Palestina, con las denuncias a medios de comunicación, vetos a periodistas y amenazas a los corresponsales que hagan preguntas incómodas o que digan algo en contra de Kirk. Todo esto se une a lo que ya venía siendo habitual en el día a día del gobierno de Trump: la demonización y expulsión de las personas trans que trabajasen en el servicio público o a las deportaciones masivas de migrantes.

¿Es paranoia mía o a este hombre sólo le falta un final con suicidio para ser un clon de aquel señor alemán con bigote? El asunto de la ultraderecha se está poniendo cada vez más feo.

Ya lo anticiparon mis amigos de Desakato hace unos años: esto es un revival de los años treinta. El siguiente paso va a ser más estratégico y menos visceral; como están percibiendo que los movimientos sociales están abriendo los ojos a la opinión pública a partir de ahora veremos una discreta retirada disimulando sus acciones. Después la deriva fascista volverá a golpear con fuerza.