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Ni minusválidas, ni  disminuidas, ni discapacitadas Ni minusválidas, ni  disminuidas, ni discapacitadas

Ni minusválidas, ni disminuidas, ni discapacitadas

Isabel Marco
Seguramente has escuchado que nuestra sociedad tiene que ser cada vez más inclusiva, hace años que se viene empleando este término en sustitución de otros como integradora. Muchas veces nos cuesta comprender la diferencia entre ambos, una manera clara de ejemplificarlos es pensar lo siguiente:

Imagina que tienes que acoger en tu casa a toda la familia estas fiestas. Tienes que elaborar un menú y, de repente te das cuenta de que, entre las personas que va a asistir, hay una persona vegetariana y otra celíaca.

Si no las tienes en cuenta o piensas “ya comerán un poco de esto y otro de aquello”, las estás segregando. Si piensas en ellas y decides hacer un menú especial para la persona vegetariana y otro para la persona celíaca, estás siendo integradora; que no está mal, pero eso de hacer separaciones no está bien. Pero si preparas un menú del que puedan comer todas las personas sin excepción, estarás siendo inclusiva. Es el punto al que se quiere llegar: una sociedad que no excluya ni separe a nadie por ninguna circunstancia.

Uno de los colectivos desde los que se está luchando por el cambio hacia la inclusión, sobre todo a nivel educativo, es el de las personas con discapacidad. Una de las batallas que tienen abiertas es la del lenguaje inclusivo, quieren que se emplee un lenguaje correcto, respetuoso y consensuado para dirigirse a las personas con discapacidad. El cómo hacerlo nos lo ha puesto en bandeja la Confederación  Española de Personas con Discapacidad Física y Orgánica con un Manual de Lenguaje Inclusivo en el que se dan pautas para que sepamos cómo estas personas quieren ser mencionadas y visibilizadas. Este paso daría pie a adoptar conductas y comportamientos inclusivos en la sociedad, normalizar la discapacidad y tratar a estas personas con naturalidad.

Uno de los puntos fundamentales es que las personas no se definen por su discapacidad, no son minusválidas, ni disminuidas, ni discapacitadas; sino que primero son personas y en otro orden de circunstancias, tienen una discapacidad. Por ello, en el manual dicen que primero hay que decir personas y después añadir “con discapacidad”, como un elemento importante que no quieren obviar, sino reconocerlo.

En el manual, también se aclara que las personas con discapacidad ni la sufren ni la padecen, lo que sufren es un entorno hostil que no les incluye. Encuentran barreras por doquier o no encuentran los apoyos adecuados a sus necesidades.

Para que este lenguaje inclusivo se implante es imprescindible que vaya calando en todos los sectores de la sociedad. Los medios de comunicación tienen un papel importantísimo en este sentido, así como los creadores de contenido de cualquier representación visual o artística, también es importante el cambio a un lenguaje inclusivo en los poderes públicos.

Aquí es donde entra la petición de cambiar el término de disminuidas al de personas con discapacidad en la Constitución.

Sin embargo, todavía no hay consenso en el Parlamento a pesar de que desde 2006 se está empleando el término personas con discapacidad, por Ley, en toda la legislación en la que se hace referencia a ellas. Esto constituiría la primera reforma de la Constitución y abriría el paso a otras peticiones de modificación del texto de la Carta Magna, algo a lo que algunos partidos políticos no están dispuestos.

Y así, por miedo a que treinta y cinco diputados soliciten referéndum para modificar otros artículos de la Constitución, las personas con discapacidad se quedan heridas al no sentirse representadas por un texto que, tras cuarenta y ocho años de existencia, tal vez necesita una revisión que lo haga más inclusivo.