Síguenos
Tan fuerte y tan frágil Tan fuerte y tan frágil

Tan fuerte y tan frágil

Isabel Marco
El mes de febrero es para mí un mes de transición, lo atravieso con la sensación de un ligero letargo, podría decirse que es una temporada en la que voy a velocidad de crucero, sin prisa pero sin pausa, sin parar. Ahora ya voy viendo el final al mes más breve del año y miro mi calendario en el que comienzan a verse cada vez más huecos completos, cada vez más trabajo. La sangre empieza a hervir y ya voy calentando motores para lo que está por llegar, tengo muchas ganas de tocar, de cantar y de subirme a los escenarios. Soy una afortunada ya que puedo decir que amo mi trabajo.

El teléfono de la oficina no para, son muchas las llamadas que hay que hacer y recibir para poder llenar ese calendario que para mí es la vida material y espiritual. He estado cargando las pilas, y creo que voy a empezar marzo con una energía especial, renovada, más alegre y menos encerrada en mí misma, tengo ganas de abrirme en canal para que toda persona que quiera pueda asomarse y mirar dentro. Estoy más que dispuesta a ir abandonando el invierno más cálido que recuerdo, para adentrarme en una primavera que espero que nos dé más de un día de lluvia para poder embriagarme del olor a petricor.

Desde siempre se ha dicho que la primavera, la sangre altera, y yo lo estoy empezando a notar ya. Las sensaciones son muy buenas y estoy aprendiendo a no decaer con las desgracias ajenas.

Es difícil mantener el ánimo arriba cuando estamos rodeados de tanto dolor. Me estoy concentrando mucho, estoy haciendo un verdadero ejercicio mental para, a pesar de tener en la mente todos esos aspectos que me preocupan, no perder el norte y mantenerme firme en mis propósitos, entera y con fuerza para afrontar lo que está por llegar.

Todos los días leo una nueva noticia que me encoge el corazón, todos los días escucho una historia que me conmueve o me entristece, los conflictos bélicos no cesan y el mundo está paralizado ante todo eso. No se está haciendo nada, ni siquiera parece que los agricultores tengan fuerzas para moverse ya. Y los medios de comunicación están dejando que todas estas noticias se vayan alejando poco a poco creando algo parecido al efecto doppler, ese que explica que el sonido de un objeto en movimiento vaya de menos a más conforme se acerca y de más a menos al alejarse. Eso es lo que pasa con las noticias, se han acercado, han hecho mucho ruido y ahora se alejan y dejan de oírse poco a poco. Lo malo es que esas situaciones, aunque ya no sean titulares de prensa, siguen estando ahí. Vivimos acunados por el ritmo de un tráfico de noticias abrumador.
Yo estaba escribiendo sobre que quiero mantener el espíritu alto, alegre, dispuesto a encarar lo que llegue con la fuerza de un titán. Sin embargo, se me hace muy difícil. Todavía no he dado con la fórmula y a veces la cabeza me juega malas pasadas.

Hoy quiero recoger el espíritu trabajador de personas como Luis Buñuel (nacido un 22 de febrero de 1900) que trabajó y trabajó frente a los problemas de la vida y con muchas adversidades a su alrededor. Fue fiel a sus pensamientos durante toda su vida y su obra hoy es valorada a nivel mundial. A pesar de sus fracasos siguió trabajando en lo que le llenaba y no me explico de dónde sacaba tiempo para tener una obra tan prolífica.

Yo quiero empaparme de ese espíritu trabajador y luchador y, sin hacer caso al efecto doppler, asomarme al mundo con cautela no vaya a ser que me saque del estado anímico en el que me encuentro: volando como un águila. Tan fuerte y tan frágil a un tiempo que tengo miedo que un golpe de cierzo me desvíe de mi ruta y tenga que volver a empezar desde Las Hurdes, tierra sin pan.