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Silencio: no hay más desprecio que no dar aprecio Silencio: no hay más desprecio que no dar aprecio

Silencio: no hay más desprecio que no dar aprecio

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Francisco Herrero

Lunes, 20 de marzo.Esto promete

Este fin de semana pasado he participado en una fiesta silenciosa. ¿Es posible? Sí. A la entrada de la discoteca te dan unos auriculares, seleccionas uno de los canales de música temática y solo tienes que ponerte a bailar. El casco lleva una luz incorporada para que quienes te rodean identifiquen a qué estilo te has enganchado. Así, si de repente ves que sube el número de luces rojas, por ejemplo, te pasas al canal rojo, porque debe estar sonando algo bueno.

Es la moda y, casi seguro, el futuro de los locales de ocio nocturno. Leí hace un tiempo que Valencia había aprobado una ordenanza para permitir locales musicales donde no se superen los 90 decibelios. Y eso solo se consigue llevando auriculares. Ahora hay que encontrar la solución para que el público permanezca en silencio a la entrada del local y no genere residuos de todo tipo en las proximidades. Como diría el colega Javier Silvestre, esto promete.

Martes, 21 de marzo. Silencio

No me interesa la moción de censura lo más mínimo. En mi interior esperaba que hubiera unanimidad entre los grupos parlamentarios para no contestar a Ramón Tamames y a Santiago Abascal. Pero no. Hay que subir al estrado y tener un minuto de gloria.

No hay nada peor que el silencio. Ya lo cantaba David Bisbal: “Cómo quema este dolor del silencio, que hiela cada espacio en mi cuerpo”. No hay mejor desprecio que no dar aprecio. Pero nos hemos instalado en una cháchara perpetua que hace que al pueblo solo le apetezca estar en silencio, “tan grande, tan vacío y tan muerto”, mientras se lanzan dardos triviales desde el púlpito de la democracia representativa. Ni entiende de qué se habla en el Congreso, ni tiene ganas de entender.

Miércoles, 22 de marzo. El peso

Nos hemos enterado de que Pedro Sánchez volará a China la semana que viene, invitado por el presidente Xi Jinping. Se supone que ambos mandatarios debatirán sobre el conflicto entre Rusia y Ucrania. Al menos eso es lo que se desprende de las declaraciones del presidente del Gobierno: “Agradezco la invitación del presidente Xi, es importante conocer su posición sobre la paz en Ucrania y trasladarle que serán los ucranianos los que establezcan las condiciones para esa paz”. El motivo oficial, de todos modos, es que se cumplen cincuenta años del establecimiento de relaciones diplomáticas entre España y China. Y parece una tontada, pero es que sigue habiendo un puñado de países que no reconocen a la República Popular China y sí a Taiwán.

El ministro de Presidencia, Relaciones con las Cortes y Memoria Democrática, Félix Bolaños, ha declarado en la SER que esta cita en la cumbre es un reflejo de la importancia de España en la política internacional. “Creo que el peso que tiene España, el peso que tiene el presidente Pedro Sánchez, es indudable en el mundo”, ha explicado Félix. No es la primera vez que he escrito en este Diario de Campo que España es una comparsa en el tablero mundial, pero visto lo visto igual me toca cambiar de opinión. Ya no somos el pueblo perdedor.

Jueves, 23 de marzo. Ganar

Las atletas trans no podrán participar en la categoría femenina. El presidente de la Federación Internacional de Atletismo, Sebastian Coe, acaba de anunciar que desde el día 31 las mujeres que hayan pasado por una pubertad masculina estarán excluidas de las competiciones que puntúen para la clasificación mundial.

Se vuelve a abrir el debate sobre la identidad de género en el deporte. Yo lo acabaría muy pronto. Hemos llegado a un punto en el que el deporte se ha convertido en una mera competición donde lo único importante es ganar. Solo interesa saber quién venció y crear una nueva figura a quien adorar y venerar. Por supuesto, hay mucha pasta de por medio con interés de que así sea. Como está muy de moda hacer peticiones a la Real Academia Española para que modifique el diccionario, como si así cambiara la sociedad, yo haré también una reclamación: eliminar la primera acepción del término “deporte” y que quede solo la segunda, “recreación, pasatiempo, placer, diversión o ejercicio físico, por lo común al aire libre”.

Viernes, 24 de marzo. Compro

Hoy se habla mucho de Deutsche Bank y en la sede central de Fráncfort se preguntan por qué no sigue el silencio mediático, eterno y mudo como el recuerdo, del que han disfrutado más de una década. Que Deutsche Bank está quebrado se sabe desde la crisis económica de la década pasada. Era un banco muy expuesto a las obligaciones colateralizadas por deuda, que dieron pie a la crisis de las hipotecas basura. Al ser el mayor banco alemán, quienes debían proponer una salvación o una quiebra de la entidad se taparon la nariz y dieron patadas adelante. Al mercado, sin embargo, no lo han engañado en ningún momento. Una acción de Deutsche Bank valía 88,01 euros en 2007; 44,30 euros en 2010; 16,60 euros en 2017; hoy, 8,54 euros. La caída en estos quince años ha sido constante y el precio nunca se ha acercado, ni de lejos, a la valoración anterior a la crisis.

Hay una frase mítica de la crisis bursátil de 1929 atribuida a John Davison Rockefeller que reza más o menos así: “Cuando mi limpiabotas invierte en bolsa, yo lo vendo todo”. Pues hoy he escuchado algún comentario que me ha recordado la cita, pero quizás en otro sentido. A raíz de la caída en la cotización de Deutsche Bank, hay quien se plantea si es el momento de venderlo todo y esperar a mejores tiempos en el el parqué. ¿Será este el momento de echar el resto en el mercado de valores porque “cuando mi limpiabotas vende todo en bolsa, yo lo compro todo”? La única evidencia es que, me remito a los hechos, comprar Deutsche Bank no es la mejor opción.

Sábado, 25 de marzo. Contradicciones

De la noticia sobre el anteproyecto del itinerario viario de la autovía A40 entre Cuenca y Teruel que publica hoy Diario de Teruel, me quedo con la siguiente frase que recoge el mismo anteproyecto sobre la conversión en autovía: “Incluso las soluciones más económicas requieren un importe de inversión alto, tanto en construcción como en posterior mantenimiento, lo que unido al bajo volumen de tráfico servido implica que la rentabilidad de la actuación sea inferior a lo deseable”. Queda claro cuál es el futuro de esta posible infraestructura.

Quienes han reivindicado con más fervor esta obra salieron ayer con un tímido mensaje victorioso. No importa si el coste estimado carece de sentido o si existen dudas sobre la idoneidad medioambiental del trazado, por más que el anteproyecto diga que la ruta es compatible con la preservación del entorno. Unas dudas que no se tienen en otras cuestiones que afectan a la provincia. Son contradicciones en las que se cae cuando el asunto procede de una espina clavada sin razón.

Domingo, 26 de marzo. Nervios

Me llama la atención que el anteproyecto del itinerario viario de la autovía A40 entre Cuenca y Teruel indique una velocidad máxima de 80 a 100 kilómetros por hora en los tramos que discurrirán por nuestra provincia. ¿Qué autovía es esa? Leí el jueves en El Confidencial que Italia estudia subir el límite de velocidad hasta 150 kilómetros por hora en autopistas. Yo aprovecharé el día para recorrer algunos kilómetros a 90 por alguna vía rápida, que es lo único que me relaja. A cambio de poner de los nervios a quienes me rodean, claro, que van a otro ritmo.

La imagen de la semana / De rechupete

He comido esta semana en un restaurante japonés. El ágape ha comenzado con estos panes bao rellenos de langostino que estaban de rechupete. Lo que más me ha sorprendido del local es el silencio inicial. Había ocupadas seis mesas y reinaba la calma. Al rato ha comenzado a sonar un hilo musical y la cosa se ha desmadrado. Ruido llama a ruido.

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