

Hombres Fortes
Les he de confesar que por Saúl Jiménez Fortes siempre he sentido debilidad. Siempre, desde que apareció en el panorama taurino, me pareció el figurón que venía. La verticalidad de la espigada figura, la profundidad del toreo, la quietud cruel en los terrenos que otros no pisan, y en los que él dejaba al toro ser quien decidiese si coger la muleta o romper la carne...
A Fortes, los toros le han pegado duro, ¿cómo no le van a pegar duro si más de verdad no se ha podido poner, si se ha jugado la tarde día a día? Y en el otro lado de la balanza, en el empresarial, las puertas, al principio, se abrieron para, poco a poco, ir cerrándose. Se arrinconó, como se hace con los trastos viejos, a un torero que exuda tauromaquia. El podrido sistema se fue poniendo de perfil hasta darle, casi por completo, la espalda. Hasta tal punto ha sido el agravio que Fortes, como reconocía esta semana en una entrevista en La Razón, había decidido quitarse. Los sinsabores eran mayores que las mieles.
Llámenlo Dios, el destino, o x, pero Fortes entendió, un día después, que la historia no era digna de ese punto final. Que quedaban muchos capítulos por escribir. ¡Menos mal! Porque llegó Málaga, y su corrida Picassiana, donde dejó su impronta en el segundo de su lote, al que desorejó, saliendo por la puerta grande junto al ciclón Roca Rey. Hará doblete en su tierra Fortes en la próxima feria de Málaga, el próximo agosto.
Sin embargo, el triunfo más poderoso de Jiménez Fortes fue el pasado veintiuno de mayo. En el ciclo de San Isidro, Fortes demostró quién es él. Y no es que perdiera la puerta grande por fallar con la espada, es que ganó el triunfo popular, en la memoria colectiva, por como estuvo sobre el albero de Las Ventas. Y es que ese podría ser, hasta ahora, el resumen de la carrera de Fortes: el sentimiento rotundo de figura del toreo, aunque las orejas, o las empresas, no lo dejen ser.
Hay que darle una vuelta al sistema taurino si toreros como Saúl Jiménez Fortes no tienen cabida en todas las grandes ferias.