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Una cafetera, una freidora y una lección Una cafetera, una freidora y una lección

Una cafetera, una freidora y una lección

José Iribas S. Boado

“No es lo que poseemos, sino lo que somos, lo que nos hace valiosos”. Henri F. Amiel.

Déjame que te cuente una historia inspiradora desde mi Rincón, que es también el tuyo.

Te presento a su protagonista, Teresa.

Ella es una navarrica arrendadora de uno de los 400 pisos de los que dispone la residencia universitaria con la que colaboro. Hace unos meses, Teresa nos comunicó que necesitaba recuperar su vivienda para su hijo Javier, quien se casará la próxima primavera.

Hasta entonces, habíamos gestionado el alquiler de su piso, cuidando de los estudiantes, a los que prestamos servicios como cocina, lavado, planchado y hasta asesoramiento académico.

Advertidos de la necesidad de Javier, devolvimos el piso a su madre, entregándolo impecable, como debe hacerse.

La semana pasada, para nuestra sorpresa, Teresa se presentó en la sede de nuestra entidad con un carrito de la compra.

¿Qué traía? Una cafetera y una freidora de aire que, según nos dijo, había encontrado en un armario de su cocina y que no eran suyas. Teresa venía expresamente a devolverlas. Lo hizo con la misma integridad y honradez con la que siempre nos trató.

Este gesto me llevó a reflexionar. En un mundo en el que la honradez no siempre es moneda de cambio, personas como Teresa nos confirman que hay esperanza. Podía haberse quedado con algo que no era suyo diciendo: “Si se lo han dejado aquí es su problema”. O habernos realizado una llamada telefónica, en el mejor de los casos, para advertirlo.

Nos los trajo. Desde su honradez proactiva y con un sentido de la justicia que va más allá de lo que se espera.

Cuando lo vi, pensé que cuando cada uno de nosotros actúa con rectitud, construimos una sociedad mejor.

No saldrá en los telediarios, pero sí aquí.

“Más veces de las que quisiéramos todos, los medios de comunicación se ven obligados a dar noticia de actuaciones alejadas de los valores que nos hacen grandes. Y vemos personajes que deberían ser referentes, cayendo en conductas más que reprochables. Olvidan que sus hechos hablan tan alto que no nos dejan oír lo que dicen” (R. W. Emerson).

Es en ese ambiente cuando el ejemplo de Teresa, y el de muchas personas anónimas, brilla con fuerza. Su honestidad nos recuerda que la grandeza no está en los elocuentes discursos o promesas, sino en los pequeños actos de integridad del día a día.

Necesitamos personas como ella. Teresa for president. Como tú.