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Aroa Moreno Durán, escritora y periodista: “La democracia no fue obra ni de Juan Carlos ni de unos señores que firmaron unos papeles” Aroa Moreno Durán, escritora y periodista: “La democracia no fue obra ni de Juan Carlos ni de unos señores que firmaron unos papeles”
La escritora y periodista madrileña Aroa Moreno Durán. Carla García

Aroa Moreno Durán, escritora y periodista: “La democracia no fue obra ni de Juan Carlos ni de unos señores que firmaron unos papeles”

La madrileña presenta el miércoles su novela ‘Mañana matarán a Daniel’, en la librería Santos Ochoa de Alcañiz
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Aroa Moreno Durán (Madrid, 1981) es la periodista y escritora autora de Mañana matarán a Daniel (Random House), una novela que aborda la historia de tres de los cinco últimos fusilados del franquismo, miembros del FRAP, cuyos nombres en clave eran Daniel, Hidalgo y Pito. Este miércoles, 12 de noviembre, visitará a partir de las 20 horas la librería Santos Ochoa de Alcañiz, donde protagonizará la última sesión de ciclo de conversaciones con los autores A Puerta Cerrada de 2025.

-¿Hasta qué punto era conocida la historia de los fusilamientos que recrea en su novela?

-Quien estaba en pie en 1975 lo recuerda porque fue un momento de gran frustración colectiva, en el que pese a toda la presión internacional, de las protestas por toda Europa y de que incluso el Papa pidiera clemencia a Franco, el régimen diera este zarpazo final. Pero después Franco muere, comienza el proceso transicional a la democracia y la historia queda sepultada en el olvido. Yo vivo al lado del lugar donde se ejecutó a tres los cinco últimos fusilados, en Hoya del Manzanares (Madrid), y pese a que soy una persona interesada por la memoria histórica no sabía nada de esa historia. A medida que he ido preguntado, he comprobado que mucha gente pensaba que Salvador Puig Antich había sido el último ejecutado por Franco, pero todavía murieron cinco personas más. Y la gente mayor del lugar recuerda que pasó algo, porque hubo mucha presencia policial, pero no sabían muy bien a quién mataron y por qué.

-¿Esas historias se olvidaron para blanquear el tardofranquismo?

-En España tendemos a edulcorar todos los relatos que pueden doler o desvelar algunas de las herencias con las que cargamos. Pero el Franquismo fue un régimen de terror hasta el final, dos meses incluso antes de la muerte del dictador. En verano de 1975 incluso se recrudeció la ley para poder juzgar a la oposición franquista con las penas más severas posibles.

-Cree que las protestas, antes y después de estas últimas ejecuciones, determinaron de algún modo el curso de la Transición?

-En parte sí. Buena parte de la responsabilidad de que la Transición no convirtiera España en un franquismo sin Franco la tuvo la lucha antifranquista y la tensión social que se vivió en muchas ciudades. La Transición no solo fue la obra de unos cuantos señores que se sentaron a firmar unos papeles, ni como dice ahora Juan Carlos, “mi obra”, sino que fue el producto de muchos colectivos populares que presionaron para que no siguiéramos siendo la última dictadura de Europa Occidental. Es hora de devolver a los españoles y españolas, el papel que tuvieron en la vuelta a la democracia.

-¿Qué voz narrativa usa para contar esta historia?

-No es novela histórica, sino una novela que mira hacia unos hechos reales e históricos con dos líneas temporales que se alternan: una que va de 1972 a 1975, donde levanto desde la ficción la historia de José Humberto Baena, Ramón García Sanz y José Luis Sánchez Bravo, siempre con lealtad a lo que sí sucedió. Y la otra línea recrea mi búsqueda como escritora, todas las puertas que no se me han abierto y los muros contra los que me he topado en un relato que es mucho más grande que nosotros, que no es íntimo sino que forma parte de una historia colectiva.

-¿Es más fácil documentar esa historia ahora que hace 15 o 20 años...?

-Todo lo contrario. Hace quince años hubo cierta apertura con los sumarios de estas causas, que a mí me fueron negados por la Ley de Patrimonio y Derecho al Honor, y tuve que conseguirlos gracias a la generosidad de algunas personas. No ha sido hasta ahora, al cumplirse 50 años de la sentencia de los últimos consejos de guerra, cuando se han abierto definitivamente los sumarios.

-Usted es periodista... ¿le queda la espina de no haber abordado esta historia desde un punto de vista más documental o periodístico?

-Me queda la espina de no haber podido llegar a hablar con algunas personas. Al principio sí que pensaba abordarlo desde la crónica, pero tenía el problema de que la historia no me devolvía los suficientes datos, así que tuve que tirar de ficción, aunque tirando de la ética periodística que me da mi formación y experiencia. Al mismo tiempo ha salido un libro que agradezco mucho que exista, que se llama El verano de los inocentes, escrito por el periodista Roger Mateos sobre los mismos hechos.

-Llama la atención que además de tres novelas -’La hija del comunista’, ‘Bajamar’ y ‘Mañana matarán a Daniel’, ha escrito poesía y biografía...

-Para mi forma parte de lo mismo. Me encantaría tener otras virtudes o talentos, pero lo único que sé hacer es escribir. Y en función de lo que quiero contar me ayuda un género u otro. Me reconozco muy bien en cualquiera de ellos.

-Una de sus biografías aborda a Frida Kalho. Para muchos es un icono feminista y para otros de todo lo contrario, dada la sumisión hacia su marido con la que vivió. ¿Qué opina usted?

-Creo que Frida fue bastante libre para su época, y no podemos traérnosla al presente y juzgarla con nuestros ojos. Más que cuestionar el feminismo de Frida deberíamos dirigir la mirada hacia el machismo soberbio de Diego Rivera.

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