Gervasio Sánchez, periodista y organizador del Seminario de Fotografía y Periodismo de Albarracín: “Amo el periodismo, pero en España hay muchas cosas que te hacen pensar en tirar la toalla”
La cita anual se ha convertido en un semillero de nuevos valores y en un termómetro de por dónde van la tendenciasMarina Vilas gana en Albarracín la Beca FujiFilm en el 24º Seminario de Fotografía y Periodismo
La fotografía documental reina en la recta final del Seminario de Albarracín
La dana a través del objetivo de Óscar Corral, en el Seminario de Fotografía de Albarracín
Gervasio Sánchez (Córdoba, 1959) es periodista y, junto a Sandra Ballcels, organizador del Seminario de Fotografía y Periodismo de Albarracín (SFPA), que cumplió 24 ediciones el pasado 21 de octubre. En todo ese tiempo ha cambiado mucho la percepción de la fotografía y sus posibilidades técnicas, y menos las condiciones laborales de los profesionales.
-El SFPA cumplirá el año pasado 25 años y habrá que pensar en celebrarlo...
-Sí, pero no nos volveremos locos. Lo más difícil en estos casos es empezar, y haber celebrado 24 ediciones significa que nuestra dinámica funciona. Y ten en cuenta que Albarracín es un lugar mítico y precioso, pero no hay que olvidar que está lejos de Valencia, de Zaragoza, de Madrid, de Barcelona... pese a lo cual viene gente de toda España. A nosotros nos ayuda mucho contar con la Fundación Santa María, porque siempre nos ha recibido con los brazos abiertos sin la menor presión o interferencia en el programa. Y aunque no cumplamos aniversarios redondos todos los años nos reinventamos porque no nos gusta repetir ponentes, aunque sean muy mediáticos, ni limitarnos al fotoperiodismo para ofrecer todas las vertientes que tiene la fotografía. El año que viene pensaremos algo especial, sí, pero sin modificar nuestro formato. Porque no vamos a cambiar algo que funciona.
-¿Se han actualizado el seminario al ritmo que lo ha hecho la fotografía?
-Por supuesto, no nos ha quedado más remedio. Y no ha sido poco. Tengo un video grabado en Nicaragua en febrero de 1990 en el que un grupo de fotógrafos de Reuters y Associated Press estamos enviando fotografías a nuestros medios. Primero tenías que revelarlas a papel y luego las transmitías con rodillo. Si era en blanco y negro tardabas 14 minutos en enviar una foto, y si era en color 42 minutos, porque había que pasar tres. Así que nada de enviar 50 fotografías, una y gracias, porque además te costaba 200 euros de la época. Recuerdo haber llamado al periódico para preguntar si la querían vertical u horizontal. Todo eso no lo conocen los jóvenes, que incluso empiezan a ignorar la existencia de las cámaras y trabajan directamente con los móviles, aunque para ciertos trabajos hay un revival para la foto analógica.
-En ocasiones esas condiciones duras se han romantizado demasiado, aunque esconden precariedad laboral.
-Es un escándalo. Y lo peor es que son prácticas que vienen desde hace tres décadas, cuando los medios de comunicación no estaban en crisis. En esa época los consejos de administración estaban llenos de sinvergüenzas que se quedaban con casi todo el dinero, y al mismo tiempo no había recursos para contratar fotógrafos ni pagarles dignamente. Eso ha ocurrido en todos los grupos mediáticos: Prisa, Vocento, A3Media... las empresas periodísticas funcionan como si fuera la Coca-Cola; con directores que hacen lo que quieren sin rendir cuentas, y que se embolsan el dinero incluso cuando provocan pérdidas millonarias.
-¿Usted ha sido ‘free lance’ toda su vida por elección propia?
-Sí, cuando yo empecé había mucho trabajo y nunca quise formar parte de una plantilla. He construido mi carrera apoyándome en distintas patas laborales, la docencia, los proyectos personales, los encargos, las exposiciones... si quitas una pata la mesa cojea pero no se cae. Pero el resultado es que trabajo constantemente, sin horario. Antes de fallecer mi suegra solía decirme que si me pagaran por horas sería millonario, y probablemente tenía razón.
-Eso es algo consustancial al periodismo que deberíamos erradicar. Es antinatural e indeseable, ¿no cree?
-Es triste, porque amo el periodismo. Si volviera a nacer sería periodista otra vez. Pero hay muchas cosas en el periodismo español que dan ganas de tirar la toalla. Hay personas, como Mónica Torres, que han dedicado su vida a esto y hasta no llevar casi 30 años trabajando no han tenido contrato fijo, como si eso fuera un regalo.
-¿Los nuevos tiempos también han conseguido que cambie nuestra forma de percibir la fotografía?
-Radicalmente. Antes no era tan común, pero hoy en día cualquier niño que está aprendiendo a leer papá y mamá ya ha visto miles de imágenes. Entiende visualmente el mundo, y por eso normalmente es más fácil contarle algo a través de la fotografía que de largos discursos.
-Por el SFPA llevan pasando alumnos casi un cuarto de siglo. ¿Eso les permite obtener una muestra significativa de por donde se mueve el sector?
-Sí. Los fotógrafos más premiados en España y que ahora vienen como ponentes al Seminario de Albarracín fueron en su día alumnos y becados. Estela Castro, Ana Palacios... hay una cantera importante que ha salido de aquí. Y una cosa muy interesante y que me encanta que nos enseña el SFPA es que en los últimos años hay más fotógrafas que fotógrafos. Cuando empezamos hace 25 años los hombres en el seminario superaban en 10 a las mujeres. Ahora el programa de ponentes se ha equilibrado porque muchas de aquellas mujeres que entonces daban sus primeros pasos tienen ahora una trayectoria consolidada.
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