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Koldo Colomo

Koldo Colomo, investigador: "Siguen extendidas muchas creencias falsas en torno a las estelas discoidales"

El último volumen de Monografías Turolenses editado por el IET se presenta hoy en el Museo de Teruel
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El salón de actos del Museo de Teruel acoge hoy viernes, a partir de las 19 horas, la presentación de De la Tierra al cielo. Estelas discoidales de la provincia de Teruel, último volumen de la colección Monografías Turolenses editado por el Instituto de Estudios Turolenses. En él, el navarro Koldo Colomo recoge 107 piezas de este tipo de patrimonio funerario poco estudiado en Teruel, y las contextualiza histórica, cronológica y funcionalmente.

-¿Qué son las estelas discoidales?
-Son unas piezas monolíticas de piedra, compuestas por un pie y un disco circular en el que aparecen motivos labrados, generalmente en bajorrelieve, de tipo crucífero, geométrico o pseudoheráldico. Son hitos funerarios, marcadores de tumbas relacionados con las zonas cementeriales de las parroquias, y también con grupos de cierto nivel socioeconómicos en la época medieval, como clérigos, nobles o artesanos adinerados.

-¿Cabe relacionarlas con la cultura céltica?
-Eso está muy extendido pero desde luego en Teruel no tenemos noticias de estelas de época prerromana, sino que la mayor parte son medievales, de los siglos XII y XIII, y después existen conjuntos muy interesantes de los siglos XVII y XVIII e incluso de principios del XX.

Particularidades

-Desde ese punto de vista, el cronológico, ¿qué particularidades reúnen las estelas discoidales turolenses?
-Las más antiguas las localizamos en la cuenca del Jiloca, porque están relacionadas con la red parroquial que surge en el periodo medieval, conforme se extiende la reconquista en este territorio. Así, la mayoría de estas piezas se sitúan entre los siglos XIII y XV. Después hay un conjunto posterior en Fuentespalda y Monroyo, de los siglos XVII y XVIII, que quizá puede responder a la recuperación de esta estética en época moderna tras el colapso de los enterramientos en el interior de las iglesias. Y además hay una pieza en La Cuba de principios de siglo XX, que relaciono con los movimientos historicistas de esta época, que de nuevo recupera este hito funerario.

-¿Y en lo decorativo? ¿Qué elementos predominan en el caso de Teruel?
-En las estelas medievales que catalogo en la obra encontramos hasta 32 tipos diferentes de cruz. Predominan la cruz griega y las de brazos curvilíneos, pero seguramente tiene más que ver con una cuestión técnica, a la hora de labrar la piedra, que simbólica. También hay motivos inspirados en el arte mudéjar, en edificaciones góticas o elementos que hacen referencia a los linajes familiares o a las herramientas usadas por determinados oficios. Y ya en el barroco aparecen motivos relacionados con  el género vanitas, el arte macabro, calaveras, guadañas... que responden al cambio de mentalidad con respecto a la muerte.

-En el ámbito funcional, las estelas discoidales turolenses también se relacionan con el arte funerario, ¿no?
-Sí. Pero en Teruel tenemos una característica peculiar, sobre todo en la zona oriental, en el Matarraña, que también se encuentra en Cataluña o Castellón. Consiste en que muchas de estas piezas se reutilizaron como elementos marcadores de los muros perimetrales en los nuevos cementerios, que se construyeron cuando estos se sacaron de los pueblos a finales del XVIII y en el XIX. Donde se ha dado esta reutilización coherente, que mantiene su relación con los cementerios, se han conservado muchos más ejemplos de estos hitos, y tenemos por tanto que el 80% de las estelas discoidales turolenses que se conocen están en el Matarranya.

¿Dónde están?

-¿En qué otros territorios se encuentran?
-Matarraña y Jiloca es donde mayor número de ejemplos tenemos, pero además tenemos en Montalbán y en el Maestrazgo.

-¿Las 107 estelas que documenta su libro estaban catalogadas ya?
-De algún modo lo que pretende el libro es reunir de forma sistemática todas las piezas conocidas, para el estudioso que quiera abordar su análisis o para quien sencillamente quiera acercarse a este patrimonio, pero además de las que ya estaban catalogadas yo aporto 28 más, que hasta ahora eran inéditas.

-Ya hemos hablado del celtismo... ¿qué otros falsos mitos hay extendidos sobre este tipo de patrimonio funerario?
-Uno que se extendió en los 70 fue relacionarlo con vascos y navarros. Solo se conocían en ese ámbito y cuando aparecían en otros territorios se tendía a pensar que las había traído ellos. Y posteriormente se empezó a relacionar con el mundo cátaro y templario. No hay pruebas científicas que permitan relacionar las estelas con el mundo cátaro. Algunos autores lo relacionan con Fuentespalda, cuando en ese caso el conjunto data de los siglos XVII y XVIII claramente. Y en cuanto a los templarios, aunque ellos pudieron utilizar esa simbología de igual modo que, tal y como está documentado, lo hicieron otras órdenes como la de San Juan o Santiago, tampoco se puede probar arqueológicamente. El hecho de que Mirambel o Iglesuela fuera territorio templario no prueba que las cuatro piezas documentadas allí estén relacionadas con esta orden.

-¿A qué tipo de público está dirigido el libro?
-He tratado de hacer una obra equilibrada en el sentido de que tiene una disección de las 107 piezas, quizá más arduo, pensada sobre todo para asentar el conocimiento científico que se tiene de estos hitos, y otra que tiene que ver con la iconografía y simbología, con la percepción histórica que ha tenido el ser humano sobre la muerte,  que quizá resulte más entretenida para un público general que simplemente busque conocer un poco más acerca de este tipo de patrimonio funerario y artístico.

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