Laura Martín, logopeda especialista en voz: “Las mujeres tenemos un rol de cuidadoras que nos lleva a anteponer a los pacientes”
Martín publica ‘Ni un respiro’ para que los profesionales sanitarios aprendan “a respetarse y no maltratarse”La logopeda turolense especialista en voz Laura Martín acaba de publicar su primer libro, Ni un respiro: Cómo ejercer la logopedia sin ahogarte ni terminar en burnout, con el que pretende que los profesionales sanitarios aprendan “a respetarse y no maltratarse” por anteponer siempre al paciente.
-¿Cómo surgió la idea de escribir este libro?
-Era algo que siempre había tenido en mente y de hecho tenía varios libros empezados y ninguno terminado. Y en una de las mentorías de negocio a las que suelo asistir mensualmente, surgió la idea de escribir un libro durante el verano. La mentora, Rosa Montaña, nos impulsó a hacerlo y hacerlo en un tiempo récord, porque el libro lo escribí este verano y el 20 de septiembre salió publicado. La idea estaba ahí, como también de lo que trata el libro, ya he hecho alguna formación para logopedas sobre mentalidad y autocuidado, pero llevarlo a formato libro me ha supuesto bastantes retos.
-¿Con qué propósito lo ha escrito?
-En principio, la intención era que más logopedas me acaben conociendo y accedan a los servicios que les ofrezco. Después, al irlo escribiendo, cambió un poco. Pensé que con esto iba a poder ayudar a muchas logopedas a no maltratarse y a respetarse, sobre todo, porque es una profesión en la que siempre ponemos en primer lugar al paciente y acabamos diciendo que sí a servicios, a horarios y a tarifas que nos maltratan un poco, que no nos dan la calidad de vida que queremos. Y al final acabó siendo también un poco para mí.
-¿De qué forma le sirvió a usted?
-No me he descubierto al escribir el libro pero no sabía cuánto te podía mover hacerlo a nivel interno. Me ha servido como punto de anclaje para ser consciente de la evolución que he tenido en estos últimos cinco o seis años, cuando empecé a cambiar un modelo de negocio de logopedia asistencial, la típica clínica que abre y ve pacientes por la mañana y por la tarde, hacia la atención digital y la apertura de una academia para logopedas desde Montalbán. Me ha servido para darme cuenta de todo lo que he tenido que pasar para llegar a donde estoy porque parece fácil, pero el proceso es duro.
-Ese maltrato al profesional que citaba, ¿es igual en la función pública que en la consulta privada?
-Lo que tienes cuando estás en la pública es que tienes un horario fijo, entonces sabes cuándo entras y cuándo acabas. Sí que es verdad que luego acaban desbordadas porque las listas de espera son enormes, meten a muchos pacientes y hay muchas terapias grupales en las que no tiene sentido como están agrupados. Pero dentro de lo malo, entras a una hora y sales a otra. Cuando es tu propia clínica, es diferente. Sabes que cada persona que entra por la puerta depende de ti. No tienes a una institución externa que te trae a los pacientes. Entonces, el precio es renunciar a un paciente, decirle que no les puedes atender.
-¿Cómo valora la reorientación de su trabajo?
-Me da la oportunidad de trabajar con los pacientes con los que quiero trabajar y me ha permitido focalizarme en la voz, posicionarme como experta en ese ámbito. He podido subir mis precios. Y luego, a nivel emocional y de conciliación, me está permitiendo trabajar en casa, ponerme mis propios horarios y trabajar con luz natural y no en un despacho.
-¿El libro puede servir, además de a logopedas, a otros profesionales sanitarios o de otros ámbitos?
-Entiendo que los que más se pueden sentir identificados son otros profesionales sanitarios, pero quizá también cualquier otro trabajador que ofrezca otros servicios o productos. Por ejemplo, hay un capítulo en el que me negocian el precio de mi trabajo. Entonces tienes un conflicto porque por un lado estás ayudando en la salud de una persona, pero por otro tienes el negocio. Y, sobre todo a las mujeres, aunque parezca que está muy dicho. Pero es cierto que en este tipo de profesiones, como es la logopedia, somos un 90 % de mujeres. Al final, tenemos un rol de cuidadoras que muchas veces nos hace poner al paciente por delante de nuestras propias necesidades. Cada sí que les dices a ellos es un no a ti misma.
-¿Se trata entonces de aprender a gestionar la asertividad?
-El decir que sí a todo es decirte muchos noes a ti. Y otro punto clave que hay en el libro Ni un respiro es el de no culparnos. Las personas que tenemos pacientes, muchas veces, cuando no avanzan, nos culpamos de su mala evolución. Al final te responsabilizas de la evolución de otro cuando la salud es responsabilidad de cada uno. Trabajar esto también es doloroso.
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