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Mª Dolores Gil, catedrática de la Universidad de Valencia y presidenta de Salusex: “La percepción negativa de sexualidad y discapacidad hay que cambiarla” Mª Dolores Gil, catedrática de la Universidad de Valencia y presidenta de Salusex: “La percepción negativa de sexualidad y discapacidad hay que cambiarla”
Mª Dolores Gil participó en las jornadas de sexualidad de Psicara

Mª Dolores Gil, catedrática de la Universidad de Valencia y presidenta de Salusex: “La percepción negativa de sexualidad y discapacidad hay que cambiarla”

La experta explica en las jornadas de Psicara el papel fundamental que pueden tener los hermanos en este tema
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María Dolores Gil, catedrática de la Universidad de Valencia y presidenta de Salusex, asociación para el estudio de la sexualidad y la defensa de los derechos sexuales, y miembro grupo de investigación del mismo nombre, impartió la ponencia La sexualidad de las personas con diversidad funcional intelectual en las terceras jornadas de sexualidad organizadas por la asociación turolense Psicara, que se celebró la semana pasada y se desarrolló en formato on line con más de 800 participantes.

-La sexualidad en las personas con discapacidad intelectual es un tema poco tratado. ¿Por qué no se habla de ello?

-Como tantas cosas, intentamos mirar hacia otro lado. A nivel de investigación, por ejemplo, se investiga muy poquito en este ámbito. En el día a día, pensamos que ya tendrán sus posibilidades. No es un tema que preocupa a la población general. A pesar de que la proporción de personas con discapacidad intelectual no es tan pequeña, es un amplio espectro, de personas con una afectación muy importante a otras con una afectación muy leve.

-¿Cuáles son las dificultades a las que se enfrentan estas personas para el desarrollo de su sexualidad?

-Tienen la sexualidad que les permiten tener. Independientemente de que tengan unos derechos que les avalan y que a nivel legal tengan que tener reconocido su derecho a la educación afectivo-sexual, a la privacidad de su cuerpo, a la intimidad, a no ser nunca instrumentalizados por otros, a no ser víctima de abuso sexual, a tener la mejor sexualidad que sea posible, la vida más plena en ese sentido en función de sus necesidades y características... A pesar de todo ello, esos derechos no siempre se llevan a la práctica porque resulta mucho más sencillo movilizar el mito de: Cuidado porque estas personas o bien no tienen sexualidad, son asexuales, son como niños y por tanto no necesitan nada... o bien, todo lo contrario, cuidado porque si les dejamos van a ser depravados, van a tener comportamientos en público y nos van a colorear a todos la cara. Por un motivo o por otro, se les suele reprimir.

-¿Qué se puede hacer para cambiar las cosas?

-En primer lugar, un problema muy grave es la prevalencia del abuso sexual que desgraciadamente es muy elevada. Para resolver ese problema lo que hay que hacer es formarles, darles una buena educación afectivo-sexual que permita que sean capaces de defenderse, de autoprotegerse, que identifiquen los factores de riesgo y que sepan a quién acudir o qué hacer. Está muy bien protegerse pero también tenemos que cuidar de que tengan una sexualidad satisfactoria porque hemos visto que se asocia con un buen bienestar emocional, se asocia a una satisfacción social y al aumento de la autoestima. Queremos que tengan la mejor calidad de vida que puedan tener. Tenemos que intentar cambiar la actitudes del resto de personas, tanto de las que están directamente cerca de ellos como pueden ser sus padres sus tutores o los profesionales que trabajan con ellos, como las actitudes de la población general que no vean como algo contranatura el hecho de que tengan pareja y proyectos para tener su sexualidad como la tenemos cualquiera de nosotros. Esos aspectos son fundamentales. Por una parte, educarles a ellos para que descubran cómo es su cuerpo, su orientación sexual, sus intereses, que se conozcan, que aprendan a cuidarse, que sepan todas las dimensiones que supone ser seres sexuales y, por otra parte, cambiar en las personas que les rodean esa percepción tan negativa que a veces tenemos.

-¿Qué le parecen estas jornadas de Psicara que abordan cuestiones poco tratadas sobre sexualidad?

-Me parece muy necesario. Formo parte del equipo Salusex que desarrollamos un congreso sobre diversidad afectivo-sexual a nivel internacional. Al igual que con estas jornadas, lo importante es poner en contacto el corpus científico, los profesionales que nos dedicamos a trabajar en esto, con la vertiente aplicada. Todas estas iniciativas que tienen como objetivo mejorar esa comunicación y favorecer esas sinergias, la verdad es que son muy interesantes.

-¿Qué papel tienen las familias en este tema?

-Cuando estamos hablando de personas ya adultas con diversidad funcional intelectual, los padres tienen una media de edad de 60 años o superior. Ya no solo son las reticencias que puedan tener como padres sino que además hay un factor generacional importante que muchas veces está poniendo barreras. No hay que meter en el mismo saco a todos los padres, porque los de los chavales más jóvenes tienen una visión totalmente diferente y son ellos los que solicitan que sus hijos sean formados de este modo. Pero el otro grupo de momento todavía es bastante importante y está suponiendo un pequeño lastre.

En las jornadas me preguntaban qué estrategias se pueden aplicar y di algunas de cómo ir implicando no solo a los padres sino sobre todo a los hermanos. Porque los hermanos de las personas con discapacidad habitualmente han sido mantenidos al margen. Los padres han asumido la responsabilidad de sacar adelante a los hijos con diversidad funcional como algo personal. Dejando a los hermanos un poco fuera pero esto era cuando tenían una esperanza de vida menor.

Ahora, afortunadamente, los avances en cuanto a investigación en medicina han hecho que prolonguen su vida mucho más. Cada vez más sobreviven a los padres y son los hermanos quienes tienen que ocuparse. Proponía que ese sea nuestro punto de vista: ir a por esos hermanos que son más jóvenes, son más abiertos y que, además, pueden implicarse mejor en ese apoyo en el desarrollo de sus hermanos.

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