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Manuel Gómez Palmeiro cumple 50 años de ejercicio como abogado: “Cuando amas tu profesión y te gusta el Derecho se te hace todo francamente muy llevadero” Manuel Gómez Palmeiro cumple 50 años de ejercicio como abogado: “Cuando amas tu profesión y te gusta el Derecho se te hace todo francamente muy llevadero”
Manuel Gómez Palmeiro en un reciente acto del Colegio de Abogados

Manuel Gómez Palmeiro cumple 50 años de ejercicio como abogado: “Cuando amas tu profesión y te gusta el Derecho se te hace todo francamente muy llevadero”

“La creencia de que tenemos muchos derechos y pocas obligaciones ha hecho incrementar la litigiosidad”
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El abogado Manuel Gómez Palmeiro acaba de cumplir cincuenta años de ejercicio profesional. Medio siglo dedicado a un oficio que le apasiona, ayudar a otras personas en situaciones complicadas como ocurre cuando se tiene que hacer frente a un proceso judicial. Este verano ha recibido la Medalla de Colegiado de Honor del Colegio de Abogados de Teruel, del que fue decano. Asegura que el tiempo ha pasado volando, porque cuando se ama una profesión como la suya, todo se hace “muy llevadero”.

-¿Cómo se llevan cincuenta años de ejercicio profesional, y cómo se puede aguantar tanto?

-Se llevan francamente bien, esa es la fortuna que yo he tenido porque cuando amas tu profesión y te gusta el Derecho se te hace todo francamente muy llevadero. Creo que esa es la razón de ser de haber tenido la posibilidad de aguantar tantos años y haciéndolo sin ningún esfuerzo y ningún sacrificio, sino de una forma natural.

-¿Y hasta cuándo va a seguir en activo?

-Mi intención es seguir hasta que la capacidad física y mental me lo permita. También es verdad que tengo dos hijos en el despacho y que les debo dejar paso para que sean ellos los que continúen el despacho sin ninguna interferencia mía. Por eso mi deseo es continuar ayudando y haciendo cosas, pero poquito a poquito irles dejando el camino para que sean ellos los que lo lleven por completo.

-¿Qué es lo que más le gusta de ser abogado?

-Lo que más me gusta es la relación con el cliente, porque es alguien que cuando acude a ti tiene un problema y está desvalida. Tú piensas que si puedes ayudar a minimizar ese problema,  tranquilizarla y reducir las consecuencias negativas, pues te sientes satisfechos por haber aportado tus conocimientos para que pudiera estar mejor de lo que estaba. A veces consigues solucionarlo del todo y otras veces intentas minimizarlo, pero sobre todo intentas hacerle comprender que las cosas son así y que el caso no tenía solución y había que aceptarlo de la mejor manera posible. Es la sensación de que puedes ser útil para la sociedad y para quien acude a ti.

-Algún sinsabor siempre habrá quedado en estos cincuenta años, ¿no?

-Sí, primero porque alguna vez has podido tener algún fallo ya que nadie somos perfectos, y cuando lo tienes, la desazón que te produce es muy grande porque reflexionas y piensas que lo podrías haber hecho mejor. Y otras veces sin que hayas cometido ningún fallo piensas que las circunstancias judiciales que te han rodeado pues también te generan un desagrado y malestar. Incluso, aunque no es frecuente, cuando ves sentencias que no te parecen a ti muy estudiadas o muy razonadas, pero comprendes que la vida no es perfecta y que no siempre puedes conseguir que las circunstancias sean las más favorables para que las cosas vayan en la línea que tienen que ir, y te sabe mal pero te quedas con la conciencia tranquila de que has procurado hacer todo lo que estaba en tu mano.

-¿Cómo ha cambiado el ejercicio del Derecho en estos cincuenta años en Teruel?

-Por un lado se ha producido una masificación de los asuntos. Hace cincuenta años cuando empecé eran pocos los asuntos y había mucho tiempo para estudiarlos y resolverlos correctamente. Eso nos afectaba a nosotros y también a los jueces. Recuerdo un juez que hacía unas sentencias larguísimas, estudiadísimas, y ahora eso resulta imposible, porque ahora los jueces actuales tienen que poner muchísimas más sentencias y tienen muchísimos más asuntos que resolver. También ha cambiado la tecnología, que ha facilitado las cosas para la resolución de los asuntos.

-¿Qué tal se ha adaptado a las nuevas tecnologías?

-Bueno, yo relativamente mal, pero como siempre he tenido secretarias y a mis hijos, pues ellos me lo han facilitado; pero vamos, hago en principio el mínimo uso de las tecnologías y busco ayuda en personas que sí que las dominan.

-Comentaba que un cambio importante ha sido la masificación de asuntos, ¿por qué hemos pasado a tener tanta litigiosidad?

-Pues hay litigiosidad porque yo creo que el mundo está muy crispado, y en el mundo actual todos tenemos muchos derechos y tenemos muy pocas obligaciones. Como nos sentimos poseedores de tantos derechos, en cuanto hay algo que no funciona pues hala, a litigar, pero los abogados siempre hemos hecho también una labor conciliadora. Aparte, la actividad económica es mayor que antes, pero la crispación y la creencia de que estamos todos en posesión de muchos derechos y de pocas obligaciones es lo que ha hecho aumentar la litigiosidad.

-¿Cómo ve que no haya manera de desbloquear la renovación del Poder Judicial?

-Una democracia existe con una separación de poderes, y eso exige que el Poder Judicial no dependa del poder político. Todos sabemos que son nombrados con arreglo a su ideología política y sabemos lo que van a decidir en determinados asuntos de importancia. Como nos está diciendo Europa, la Justicia debe ser independiente y los miembros del Consejo General del Poder Judicial y los del Tribunal Constitucional y el Supremo deben nombrarlos los propios jueces, no los políticos.

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