Síguenos
Silvana Vogt, escritora y librera: “En América nos tomamos todo con humor para sobrevivir...  acá lo llaman Realismo Mágico” Silvana Vogt, escritora y librera: “En América nos tomamos todo con humor para sobrevivir...  acá lo llaman Realismo Mágico”
Vogt firmando ejemplares, el viernes, en la librería Santos Ochoa de Alcañiz

Silvana Vogt, escritora y librera: “En América nos tomamos todo con humor para sobrevivir... acá lo llaman Realismo Mágico”

‘El fino arte de crear monstruos’ narra desde una voz infantil el historial de desgracias de Morteros (Argentina)
banner click 236 banner 236

Silvana Vogt es una escritora argentina afincada en Sant Just Desvern (Barcelona) donde regenta la librería Cal Llibreter. El pasado viernes presentó en Santos Ochoa (Alcañiz) su última novela, El fino arte de crear monstruos, en la que muestra su voz sorprendente y única a la hora de trabajar el humor y el drama.

-¿Qué nos aguarda dentro de ‘El fino arte de crear monstruos’?

-Se trata de una novela corta que habla de la infancia de una niña en Morteros, un pueblo de Argentina que es mi pueblo. Tiene la peculiaridad de que allí están siempre ocurriendo catástrofes... se inundó dos veces, un tornado destruyó el pueblo, se mató un paracaidista y a los días, en el homenaje que le hicieron, se mató otro... Es un lugar absolutamente atravesado por las catástrofes, y aunque son todas reales resultan tan inverosímiles que la voz infantil lo cuenta casi como si fueran cosas divertidas.

-¿No tiene miedo de trivializar el sufrimiento?

-No se trivializa. Todo cuanto ocurre es real y la niña lo cuenta como nos lo contábamos nosotros de pequeños. En la primera escena del libro el pueblo se inunda y salen flotando los ataudes del cementerio. Y los niños organizar una batalla naval subiéndose sobre ellos. La literatura es juego y es magia... nos salva en el sentido más amplio de la palabra.

-El humor no necesita justificación...

-Percival Everett, que acaba de ganar el Pullitzer con James, en Los árboles narra linchamientos a negros en un libro que es una carcajada continua. Es solo a través del humor que puedes llegar al fondo de muchas cosas que de otro modo no podrías contar a nadie. Si al drama le agregas drama es como el pan con pan. Mi personaje de la niña tenía que ser muy Monty Python, porque si me voy por la tragedia hubiera sido un libro más sobre una herida. Y yo no quería eso.

-¿Hasta qué punto Vidria, la niña protagonista, es usted?

-yo viví todas esas desgracias en el pueblo hasta que tuve once años, lo mismo que la protagonista. Digamos que cronológicamente podría ser autobiográfico, pero la niña es una creación literaria, una ficción. Sin embargo la voz narrativa es la voz con la que narramos las historias en mi familia. En toda Argentina, en realidad...

-¿Y eso?

-Somos un país catastrófico, terrible y caótico. Toda América latina lo es, en realidad. Ustedes acá lo llaman Realismo Mágico y a mí me da un poco de risa, porque en realidad para nosotros es lo normal, es la única forma en la que podemos contarnos las cosas que nos pasan sin estar todo el tiempo deprimidos. Riéndonos de las cosas estrambóticas y dramáticas que nos ocurren.

Otra cosa en la que nos parecemos Vidria y yo es en que de niña no ha leído absolutamente nada. Ni un cuento, ni nada, lo único que le han leído es el Apocalipsis y por eso tiene miedo al fin del mundo. Yo ahora soy librera y lectora voraz, pero de niña absolutamente nada... jugábamos tanto y nos pasaban tantísimas cosas que no había tiempo. No necesitábamos cuentos ni aventuras, con vivir en Morteros teníamos suficiente.

-¿No leer les hacía más vulnerables?

-No sé... aunque no lo diga explícitamente en el libro, creo que era ventajoso. La Pampa húmeda era tan aislada y cerrada que casi era mejor no tener libros donde encontrar respuestas, era más conveniente vivir en la ignorancia y buscar tus propias respuestas a base de imaginación.

-Usted es argentina pero ha publicado novelas en catalán...

-Mientras escribía El fino arte de crear monstruos murió mi suegro, que fue una especie de guía, de maestro en mi exilio argentino, y tuve que interrumpir la escritura para hacer La mecànica de l’aigua, en la que cuento ese exilio. La quise escribir en castellano, pero mi relación con Isidor había sido en catalán, así que esa novela me salió sola en catalán.

-¿No es muy arduo escribir en una lengua que no es materna por más que la domine?

-Sí y no. Ahora escribo bastante en castellano y extraño escribir en catalán. En mi lengua materna me sale sin pensar, escuchando directamente a mi personaje, hasta el punto de que a veces escribo frases que luego no recuerdo haber escrito. En catalán tengo que escribir mucho más conscientemente, de forma artesana, palabra por palabra y con un trabajo cerebral muy distinto. No por encontrar las palabras exactas, que eso no es problema, sino por conseguir la musicalidad que buscas. Esa música me obsesiona, y a veces busco un adjetivo de tantas sílabas y que termina en tal fonema porque necesito esa musicalidad y no otra. Cuando leí El mar de Blai Bonet descubrí que esa música se puede conseguir también en catalán.

-Como librera, ¿cree que se publica demasiado hoy en día?

-Está feo decir que se publica demasiado, porque en teoría todo el mundo tiene derecho a publicar y autopublicar lo que quiera. Pero como librera opino que hay muy poca población lectora para lo mucho que se publica. Mi marido y yo leemos todo lo que entra en la librería, ocho libros a la semana cada uno, y aún así no damos a basto. Es muy contaminante.

-¿Es un problema grave la autoedición?

-No porque se consume a sí misma. La gente educada en buenas lecturas no lee libros autoeditados.

El redactor recomienda