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¡Bendito cambio de hora! ¡Bendito cambio de hora!

¡Bendito cambio de hora!

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Javier Silvestre

Si está usted maldiciendo la llegada del horario de invierno, por el que hoy se pondrá el sol en Teruel a las 18:04 de la tarde, que sepa que este cambio está llamado a quedarse como definitivo. Después de años de estudios, comisiones de expertos y apremios de la Unión Europea, todos los países debemos decantarnos por el horario de verano o por el de invierno y en España todo apunta a que será el que hemos estrenado hoy el que se quede de forma inamovible.

Seguramente muchos pensarán que esto es una “desgracia” y que prefieren que se haga de noche más tarde para, aseguran ellos erróneamente, “aprovechar más el día”. Pero la realidad es que detrás del presumible ahorro energético que se consigue con el cambio de hora, también hay una no menos importante adaptación de nuestra actividad diaria a la luz solar y otros factores que hacen que el horario de invierno sea el que deba de instaurarse.

La situación en nuestro país es diferente a la del resto. Y es que las jornadas laborales en España son bastante atípicas respecto a la mayoría de naciones del mundo. La necesidad de tener dos trabajos durante la postguerra impuso unas tardías horas para comer que llegaban hasta las 15 horas; mientras en el resto de Europa las 13 horas se considera el tope límite para sentarse a la mesa. Salir de trabajar a las cinco de la tarde es lo habitual en los territorios vecinos y no las siete o las ocho que sufrimos en España.

También la hora de ponerse en marcha es mucho más madrugadora fuera de nuestras fronteras. Las 8 de la mañana suele ser el tope para entrar a trabajar y a estudiar en casi toda Europa, mientras que aquí, no son pocas las personas que trabajan de 10 a 14 y de 16 a 20 horas. Un horario de lo más absurdo, irracional y poco conciliador. Si uno viaja a algún país que esté cerca del ecuador los horarios se adelantan aún más y las seis de la mañana es la hora en la que todo se pone en marcha: la gente entra a la oficina, los mercados abren sus puertas y los niños entran al colegio.

¿El motivo? La luz solar. En la franja central del planeta la luz solar es constante: 12 horas diarias. De seis a seis. No hay más lío. Pero, a medida vamos avanzando hacia el Norte o el Sur, los inviernos y veranos hacen variar las horas de luz con diferencias de más de cinco horas entre solsticio y solsticio. Para que lo entiendan fácil: el 21 de diciembre, en Teruel amanecerá a las 08:23 horas y se pondrá el sol a las 17:41. Sin embargo, el día más largo del año será el 21 de junio, cuando amanecerá a las 06:34 y anochecerá a las 21:37.

Es decir, el día más corto del año durará 9 horas y 17 minutos; pero el más largo se alargará hasta las 15 horas y 03 minutos. Así las cosas, pongamos por caso que dejamos el horario de verano durante todo el año. Durante los meses estivales ningún problema: saldría el sol tempranito y se pondría tarde… pero, ¿que pasaría el día más corto del año con el horario de verano? Pues que el sol no saldría en Teruel hasta las 09.41 de la mañana y no se pondría hasta las 18.41.

¡Maravilloso! ¡Luz casi hasta las siete para preparar las compras navideñas! Pero, ¿de verdad se imaginan que no se haga de día durante varias semanas hasta casi las diez de la mañana? ¿Qué implicaciones tendría esto, no sólo para el gasto energético de fábricas, oficinas y colegios, sino también para nuestro propio rendimiento durante las mañanas?

Pongamos el ejemplo al revés y mantengamos ahora el horario de invierno durante el verano. Se haría de día a las 05:34 de la mañana y se pondría el sol a las 20:37. Efectivamente, amanecería extremadamente pronto pero, ¿acaso eso es un problema? Pensar en horarios de verano y de invierno reduciéndolo en lo “triste” que es salir de trabajar y que ya sea de noche tan sólo evidencia lo poco que se ha ahondado en un tema de vital importancia para todos nosotros. Primero, por lo importante que resulta vivir en paralelo a las horas de luz solar y segundo, en el plano de la competitividad y el ahorro energético de todo un país. Así que ojalá este cambio de hora haya venido para quedarse de una vez por todas. Esto promete.

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