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El voto más útil El voto más útil

El voto más útil

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Javier Silvestre

Se acabó la ensoñación navideña. Y por consiguiente, el arraigado arte castizo de posponer los problemas para después de vacaciones. Mañana empieza el enero real y el año se presenta movido.

Toca pasar por las urnas y llegan meses donde volverán a tratar de comprar nuestras voluntades. Cada uno lo hará a su manera. Desde aquellos que aguardan el apocalipsis, a aquellos que se pulen lo que no tienen para repartir limosnas que pagamos todos. Pero en las elecciones de mayo, en Teruel, tenemos una ventaja: conocemos perfectamente a nuestros representantes. 

Son nuestros vecinos, nos los cruzamos por la calle, hemos estudiado con sus hijos, tomamos café con sus familiares. Es una política mucho más próxima que hay saber valorar (y aprovechar) a la hora de depositar nuestro voto. 

En esta España polarizada que nos ha tocado sufrir, la batalla por las alcaldías y escaños autonómicos será encarnizada. Por eso hay que poner los pies en el suelo y decidir pensando en lo palpable. En lo que se ha hecho, lo que se ha dejado de hacer; en lo prometido y lo incumplido; en si la oposición ha sido constructiva o destructiva. 

La política municipal es la más bonita, pero la más ingrata. Es aquella en la que la ideología no lo es todo y en el que las puñaladas fratricidas matan más que en el Congreso de los Diputados aunque no llenen horas de tertulias.

Pido a nuestros políticos que no entren en el esperpéntico ejemplo que nos dan a diario desde otros rincones de España. Que no piensen en cómo llegar al poder o mantenerse en él, sino en qué pueden hacer para mejorar la calidad de vida de los ciudadanos.

Estamos hartos de la ponzoña política. Y no nos merecemos el espectáculo que llevamos viviendo desde hace meses, donde el que no piensa como nosotros es, directamente, un enemigo. Porque estas actitudes acaban calando en los huesos de una sociedad que sólo quiere vivir tranquila y en paz. 

Por eso, antes de mayo, baje a la calle y mire a su alrededor. Recuerde aquello que se hizo mal, pero valore también lo que fue un acierto. Y si se cruza por la calle con algún candidato, abórdele, desde el respeto y la educación, y exíjale que cumpla. Porque la suerte de vivir en una ciudad donde nos conocemos todos es esa: no hay barreras. 

Abstráigase del ruido mediático y forje su opinión en la realidad que tiene ante usted. Pregunte, indague, valore y olvide lo que le llegue por WhatsApp, Twitter o Facebook. Porque la decisión de a quién otorga su voto será mucho más beneficiosa para el conjunto de nuestra pequeña sociedad. Y si quiere apostar por alguien nuevo, hágalo sin miedo pero recordando qué expectativas le prometen para poder hacer balance de aquí a cuatro años más. 

Y castigue, si considera que debe hacerlo, a quien haya utilizado su cargo para algo que no haya sido mejorar su calidad de vida. Porque su voto en el mes de mayo es mucho más valioso que cualquier otro. 

Para las Generales de diciembre ya habrá tiempo de taparse la nariz a la hora de ir a votar. 

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