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Sanidad en coma Sanidad en coma

Sanidad en coma

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Javier Silvestre

Cenaba ayer con un amigo médico. Me contaba que estando de guardia en Urgencias, una noche de sábado, llegó una chica en ambulancia. Cuando le preguntó qué le había pasado dijo que se había hecho daño en la mano tras darle un tortazo a su novio. Asombro entre los que presenciaban la escena en un gran hospital público de Madrid. Mi amigo le hizo una radiografía, evaluó la mano y diagnosticó que no tenía nada roto, ni fracturado y que podía irse a casa tranquilamente. La joven, en ese momento, le dijo: “¿Dónde está la ambulancia que me lleva?” El asombro se transformó en incredulidad.

“Las ambulancias no son un Uber, así que si tiene que irse a casa coja un taxi o espere a que abra el metro, señorita”, le respondió conteniendo el cabreo mi amigo, que llevaba bastantes horas a las espaldas y que aún tenía muchos casos que atender. La    reacción de la paciente fue montar en cólera y poner una queja formal del facultativo ante el hospital en cuestión.

No fue el único caso que me dejó boquiabierto durante la cena, en la que empecé a escuchar ejemplos reales de personas que consideran que su derecho a la sanidad es un privilegio adquirido de forma innata. No había duda en la mesa, donde había otra doctora, cuando decían que se “abusa” de forma “flagrante” de uno de los mejores sistemas sanitarios del mundo. Y coincidían en señalar que para que la gente valorase lo que cuesta acudir a unas Urgencias Hospitalarias deberían de tomarse dos medidas: cobrar una cantidad simbólica cada vez que se vaya a urgencias (uno o dos euros) y entregar la factura de lo que han costado las pruebas y tratamiento aplicado al paciente en cuestión. La medida tuvo airado debate durante los postres, aunque los sanitarios impusieron su criterio al resto.

Contaban también que cuando juega el Real Madrid no hay apenas gente en Urgencias (incluidas las pediátricas) y cómo, tras acabar el partido, muchísima gente enferma de golpe. “Habría que estudiar los efectos analgésicos del fútbol”, bromeaban. Y añadían que lo que más les indignaba era la falta de educación, el racismo y el clasismo con el que tenían que lidiar, día sí y día también, en sus interminables guardias hospitalarias.

Los médicos madrileños, cántabros, navarros, aragoneses… todos, tienen motivos para quejarse de sus condiciones laborales. Los de la Sanidad Pública (y también los de la privada, a quienes se les imponen unos ratios de paciente por hora que nos convierten en meros clientes a los que hay que facturar). Pero, tratemos de ir más allá… porque tras la cena de ayer me pregunto: ¿qué parte de responsabilidad tenemos nosotros, como ciudadanos, ante los problemas del sistema sanitario?

Todos hemos oído -y hemos practicado en alguna ocasión- aquello de “vete a Urgencias por la noche, que hay menos gente, y así te evitas la espera del médico de cabecera y el especialista”. Muchos hemos preferido ir a las Urgencias de un hospital por algo que no era vital y encima nos hemos indignado porque hemos pasado horas esperando a que nos atiendan. Y han sido miles las personas que acudían a estos centros hospitalarios asegurando tener tos y encontrarse mal para poder obtener gratis el certificado negativo del Covid para poder viajar al día siguiente. Lo de que te devuelvan a casa en Uberbulancia confío en que sea sólo anecdótico, pero a saber…

La Sanidad pública la pagamos todos. Pero de su abuso sólo se benefician unos pocos. Y de esta gentuza nadie habla. De los jetas que creen que todo es gratis y, aún peor, se llenan la boca del “derecho” que tienen a ser atendidos cuando ellos quieren, como ellos quieren y sin que nadie les saque los colores ante la amenaza de “te voy a denunciar”. A esa gente, yo les sacaría un carnet sanitario por puntos y les impediría entrar en Urgencias hasta que un facultativo certifique que su caso es grave. Muchos médicos avalarían sin pestañear esta propuesta que les permitiría vivir mucho mejor y atender como precisan los casos urgentes reales.

En estos días en los que las condiciones laborales de los sanitarios centran el debate mediático y político, reflexionemos también nosotros sobre nuestro papel a la hora de usar o abusar de la Sanidad Pública. Porque lo gratis lo pagamos todos y la Sanidad puede acabar en coma.

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