Mucho habían tardado los autodenominados activistas climáticos españoles en sumarse a la moda de atacar obras de arte. Le ha tocado a nuestras Majas, la vestida y la desnuda, que ayer se convertían en protagonistas de esta polémica forma de protesta que está dando la vuelta al mundo. Dos chavales se han pegado con pegamento plástico biodegradable a los marcos de las obras de arte tras pintar en la pared que separa ambos cuadros de Goya un gran +1,5º. Uno de ellos ha comenzado a gritar que “ya es imposible contener el calentamiento del planeta en 1,5 grados” y que se están “sobrepasando los límites marcados en el Acuerdo de París y comprometiendo nuestra seguridad alimentaria".
Los activistas forman parte de Futuro Vegetal, un colectivo de “desobediencia civil y acción directa” que “lucha contra la crisis climática mediante la adopción de un sistema agroalimentario basado en plantas”. Toma ya. En su web se puede leer que “actualmente existe una enorme violencia intergeneracional perpetrada por nuestros gobiernos” y que este colectivo “despertar la conciencia pública poniéndonos en peligro, como han hecho muchas antes que nosotras”. Nada más que añadir.
En su página no se indica cuánta gente forma parte de este “colectivo” pero se insiste en utilizar la “desobediencia civil y acción directa no violenta” para acabar, entre otras cosas, con las subvenciones que recibe la industria cárnica española a manos del Gobierno de turno. Esta no es su primera acción: durante las elecciones andaluzas atacaron las sedes de PSOE, PP, IU y Vox con pintura roja biodegradable. La misma que utilizaron para manchar la puerta del Ministerio de Agricultura en Madrid hace 10 meses. También se han concentrado ante la sede socialista en Ferraz. En ninguna de estas acciones se puede contar a más de cinco personas llevándolas a cabo.
Y ahora, en el Prado, no deben de ser más de tres: los dos activistas del pegamento y una joven que se identifica como periodista y que resiste para grabar toda la escena (ya que sin imagen, no hay notiicia). Ni que decir cabe que Futuro Vegetal ha conseguido su objetivo con creces, que no era otro que publicitarse y dar a conocer su mensaje. El aluvión de búsquedas de su página web en Google está hoy disparada. Y tras repasarla con detenimiento, uno puede compartir con estos chavales que, efectivamente, estamos en un punto cercano al no retorno; que los recursos del planeta se agotan porque hay que alimentar a casi 8.000 millones de personas y que el sistema actual es insostenible.
Pese al lenguaje woke que salpica todas su página web, también sacan a relucir un tema tabú y que ha sido frenado en muchos medios de comunicación: el lobby cárnico existente en España, controlado por cinco corporaciones y que mueve millones en ayudas estatales cada año. Y poco más. Tienen pensado ocupar unas explotaciones ganaderas y quieren reclutar más activistas gracias a su llamativa acción de ayer en el Prado.
A media tarde, la sala donde las Majas de Goya contemplan pícaras a los visitantes volvía a abrirse al público. Ni rastro del manchurrón en la pared, ni de los jóvenes activistas, ni de Futuro Vegetal. Aunque la imagen ya ha dado la vuelta al mundo y se verá en los informativos de buena parte del planeta. Asi que objetivo cumplido… Y peligroso mensaje a los que no dudarán en utilizar esta nueva forma de protesta para tener su segundo de gloria mediática.
Y ahí es donde radica el dilema de quien les escribe. Porque esta columna ha acabado cumpliendo el objetivo buscado por este colectivo plantista: visibilizar sus reivindicaciones. ¿Cuándo habría escrito nadie, en el DdT sobre Futuro Vegetal de no ser por algo así? ¡Nunca! Pero les confesaré que haber elegido a Goya y haber respetado la integridad de los lienzos me ha ablandado un poquito el corazón mientras preparaba este texto. Eso sí, de la seguridad del Prado mejor hablamos otro día…