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El Santiago El Santiago
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Víctor Guiu

Soy amigo del Carlos desde que tengo uso de razón. Vivía al lado de mi tía Severina. Su padre tenía una carnicería en la calle de al lado y todavía tuvimos la suerte de comprar allí la carne de nuestras primeras lifaras. En su casa, cuando aún vivía su madre,  vimos el último capítulo de David el Gnomo y lloramos. No hemos sido mucho de dar vueltas ni estudiamos en Cambridge, para que engañar a nadie. Ni hemos prosperado en la City ni en Dubai. De toda la cuadrilla solo nosotros seguimos por el pueblo. La Celia es su mujer. Siempre han estado juntos y regentan el mejor bar del pueblo: el Santiago. Después de un penalti por la escuadra tuvieron a la Pilar a la que, quieras o no, hemos criado entre todos. El Santiago está en la calle Mayor, muy cerca de la pastelería más famosa de la provincia.

Mi hija me dice a menudo que soy un cuñao. No sé muy bien si eso es malo. Cada día entiendo menos al mundo y eso me causa cierto desánimo. La gente como yo cura el desánimo saliendo al bar, acompañado de sus amigos.

Los jueves hacemos cena. Somos el último reducto de un modo de relacionarse que se está extinguiendo. Nuestra labor es callada. Somos, como hemos dicho otras veces, los de “mantenimiento”. Borrascas impertérritos que hacemos que el bar salga rentable para que los agosteros vengan a exigir en vacaciones.

A veces quedamos con el Santi, el Paco, el José o el Antonio… Otras veces ocupas tu lugar y charlas con los parroquianos. Las más de las veces acabo curando penas con el Carlos y la Celia. Otra vez. Los meses de invierno son tranquilos, invitan a vivir y quererse, a no sentirse del todo solos.

Hablamos y bebemos, no sé en qué orden. A veces hay poco que contar cuando lo has contado todo. Otras veces no cal decir nada. Estamos allí como piezas de un puzle donde nunca hicimos falta. No abrazamos ni besamos salvo lo necesario. Pero en la soledad de una copa de cerveza bien tirada, cabe la amistad más profunda y desgarrada de los que tanto se quieren sin necesidad de demostrarlo.