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Iranzo Iranzo
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Víctor Guiu

Hace unos meses se jubilaba un  subdelegado del gobierno en Teruel y las redes de los acólitos se llenaban de parabienes y de lindas despedidas. Ya saben cómo funciona el percal. No conozco a la persona que se fue ni a la que vendrá, ni tengo intención, pero sí que me fijaba en esas líneas de portavoces, alcaldes y diputados.

Cuando se habla de los subdelegados del gobierno en Teruel, a mí siempre me viene a la cabeza el bueno de Iranzo y sus amigos. Recuerdo un día que coincidí con esos amigos incombustibles y me acerqué a saludar al Peliblanco de Alcorisa y a los que allí estaban intentando recabar una información que, parece ser, nunca tuvieron intención de hacerles llegar.

La lucha de esos amigos por el recuerdo y la justicia de los que fueron asesinados hace unos años en Andorra es digna de elogio, es algo que llega al corazón, lo que cualquier amigo de verdad espera de los que tanto quiso. El ejemplo del trato recibido es un ejemplo de cómo, la mayor parte de las veces, da igual quién gane o quién gobierne. Cambiar los collares para mantener los perros cómo están.

Los responsables políticos, los nuevos y los viejos (ya no sé a quién prefiero), deberían de responder y valorar las consultas de sus ciudadanos. Están ahí para dar servicio público y, siempre que se haga con modos y con razones, no deberían de tener tanta prepotencia como para desconsiderar a aquel que, en justicia, se siente herido. Lo que pasó aquellos días puso de manifiesto que una cosa es predicar y otra vender trigo. El cúmulo de mentiras y despropósitos ya ha sido desgranado. “Sostenella y no enmendalla” es el cruel manifiesto de los que cobran de lo público con las manos manchadas de embustes. Cuando cambió el gobierno, como decimos, todo siguió más o menos como estaba. Donde dije digo… Pero no se vayan a pensar, las noticias sobre las plazas de la Guardia Civil ya ven en qué estado están. Ojalá no tengamos que volver a vivir una situación similar.

Al final, como al principio, resulta que los responsables políticos son esclavos de sus siglas, esclavos de sus amos. Luego lamentamos la desafección hacia la política. Así que menos despedidas suaves y lisonjeras, menos despedidas para aquellos que tuvieron de todo menos vergüenza, sean del gobierno que sean.