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Víctor Guiu
La Europa del Aborigen nació en 2009 para participar en un encuentro cultural en Ateca dirigido entre otros por Octavio Gómez Milián. Aunque, para ser sinceros, llevábamos años dándole al coco con Víctor Monzón en nuestro piso alquilado de Alcorisa. Además de otras cosas que en un artículo de opinión no se pueden ir contando, nos tragábamos los vídeos de Accidents Polipoetics, sin dejar de aprendernos guiones enteros de las películas de José Luis Cuerda.

Por aquel entonces, Pedro Mata vivía por Alcorisa y se apuntaba con su cámara a cualquier movida cultural e histórica que se moviese por el Bar Muscari (“No cabe más conocimiento por metro cuadrado”, Marqués de Anduch dixit).
Poesía y música, aderezada con algunas imágenes realizadas ex profeso. Aquellas imágenes, convertidas en fotopoemas, ocupan todavía hoy una sección en el periódico La Comarca del Bajo Aragón, en su publicación de los martes. También vio la luz un libro, publicado por Ed. Comuniter y la extinta Fundación Bajo Martín, prologado por nuestra amiga Lola Oriol, y que tenía el título de El suelo que piso.

El pasado día dos de octubre participamos en un pequeño festival de polipoesía en Zaragoza. Nos acompañaban algunos amigos como Santo o Las Traidoras. También estaba el andorrano Pablo Rocu, un artista multidisciplinar y realmente interesante.
Catorce años después seguimos participando en presentaciones de libros y algún que otro recital desperdigado. Demostrando así que la cultura está viva mientras haya gente que quiere moverla. Miramos atrás. Quizás nos faltan algunos referentes jóvenes. Quizás estamos algo cascudos, pero seguro que hay juventud en el medio rural que busca a alguien que les apoye. Aquí somos iguales o mejores que en cualquier otro lugar que presuma de arte y literatura de vanguardia. Si algún joven les pide ayuda en su pueblo, sobre todo, si me hacen el favor, denle todo el calor que puedan darle. Debería ser un orgullo.  

No se equivoquen, la creatividad está a su lado. Y siempre hay una mano amiga que pueda llevarles a un reducto de efímera felicidad poética.