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El último prisionero de guerra alemán de la Segunda Guerra Mundial El último prisionero de guerra alemán de la Segunda Guerra Mundial

El último prisionero de guerra alemán de la Segunda Guerra Mundial

Javier Sanz

Georg Gaertner se alistó en la Wehrmacht en 1940 a los 19 años y luchó en la campaña del Norte de África. Fue capturado por las tropas aliadas en Túnez en 1943 y enviado a un campo de prisioneros en los Estados Unidos. Tras el fin de la guerra, los prisioneros se  repatriaron a sus lugares de origen, y ese fue el problema de Georg. Había nacido en Schweidnitz, Baja Silesia, por aquel entonces perteneciente a Alemania, pero ahora formaba parte de Polonia y se llamaba Świdnica. El destino de esta viaje de vuelta iba a ser una Europa en escombros, donde le esperaban la miseria y el yugo soviético, nada amable con los antiguos miembros de la Wehrmacht. Así que, decidió arriesgarse a seguir en los Estados Unidos, que se había librado de la devastación de la guerra y donde la economía había progresado debido a la expansión de su industria durante el conflicto bélico.

Tras estudiar los horarios de los trenes de carga que pasaban cerca del campo de Deming, Nuevo México, el 22 de septiembre de 1945 se escapó y se coló en un tren que lo llevó a California. Allí pasó los años siguientes ocultando su identidad y trabajando en lo que salía, como leñador, lavaplatos o trabajador de la construcción. Perfeccionó su inglés, para evitar su acento, y consiguió una tarjeta de la Seguridad Social, nuestro DNI, con una identidad falsa. Desde aquel momento sería Dennis F. Whiles. Lógicamente, estaba en busca y captura, pero nunca llegaron a dar con él. El paso del tiempo fue disminuyendo la intensidad de la búsqueda, hasta que en 1963 el FBI relegó su archivo casi al olvido. Total, no era alguien peligroso e incluso se entendían sus motivaciones para no querer regresar. Se mudó de ciudad en varias ocasiones hasta que finalmente se estableció en Norden (California), donde trabajó como instructor de esquí en invierno y en trabajos de construcción durante el verano. Conoció a Jean Clarke, con la que se casó en 1964, y adoptó a los dos hijos que ella tenía de un matrimonio anterior. Era un hombre nuevo, con una nueva vida.

La familia se trasladó a Colorado, donde Dennis (Georg) se convirtió en un miembro importante y activo de la comunidad. Aun así, siempre estaba presente el temor a que su pasado apareciese y echase por tierra toda su vida. Sentía la necesidad de contarlo, sobre todo a su esposa, a la que había mentido diciendo que se había escapado de un orfanato cuando era niño. En 1984, casi 40 años después de su «desaparición», se armó de valor y, esperando su comprensión y perdón, contó a su mujer la verdadera historia. Jean le dijo que debía hacerlo público. Y lo hizo, pero a su manera. Contactó con el profesor de historia Arnold Krammer, autor de un libro sobre los prisioneros de guerra alemanes en Estados Unidos, para que escribiese un libro sobre su historia. Al año siguiente se publicada El último soldado de Hitler en Estados Unidos y, además, se  «entregaba» a las autoridades en una aparición en el programa de TV Today Show, convirtiéndose en el último prisionero de guerra alemán de la Segunda Guerra Mundial.

¿Y el gobierno qué pensó? Pues quedó completamente descolocado, no sabía qué hacer. Realmente, no era un inmigrante ilegal, ya que no se coló en los Estados Unidos, había sido llevado por el gobierno estadounidense. Además, había escapado después de terminar la guerra, así que tampoco se le podía juzgar como prisionero de guerra fugitivo. Así que, decidieron lavarse las manos y dejar correr el agua. El FBI anunció que lo retiraba de su archivo de fugitivos y el Servicio de Inmigración confirmó que no sería deportado y que comenzaba a tramitar la ciudadanía… como Dennis F. Whiles, aunque debido a demoras burocráticas no la recibió hasta 2009. Murió en 2013, cuando su estado civil era el de divorciado. Jean podía vivir con su pasado, pero no con aquella mentira.