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Javier Sanz

Entiendo que por el título pueda parecer que voy a hablar de obviedades, pero no lo voy a hacer. Este es una artículo de etimologías y del sorprendente giro y evolución de las palabras.

Aunque hoy en día, como decía Groucho Marx, “la política es el arte de buscar problemas, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados”, el término política deriva del griego politike, femenino de politikos,  que significaría el arte de vivir en sociedad o todo lo relativo a la vida en la ciudad. Aristóteles decía que el hombre es un zóon politikon, quería decir que el hombre es un animal social, que vive en un estado o ciudad sujeto a leyes. De la misma raíz, también tenemos polis (ciudad) y polites (ciudadano). Así que, por una lado ya tendríamos la política. Ahora nos faltan los idiotas (prohibido hacer chistes fáciles).

Según la RAE, “idiota” se define como tonto o corto de entendimiento, también como engreído, pero etimológicamente deriva de la palabra griega idiótes, que significa lo privado, lo personal. Por tanto, en origen, el idiota era el que solo se ocupaba y preocupaba de sus intereses privados y particulares, sin prestar atención a los asuntos públicos (política).  Los griegos daban tanta importancia a la vida pública que se utilizaba como una palabra despectiva. Así que, en la Antigua Grecia al que no le interesaba la política era (y digo era, que no es) un idiota.

Y podemos seguir tirando el hilo con la palabra polis (ciudad). Según Aristóteles, la polis es un conjunto de oikos unidos para el bienestar de las personas. Aunque oikos se traduce como casa u hogar, su sentido es más amplio, ya que engloba la familia en sentido amplio, la casa y el resto de propiedades (ganado, bienes muebles, inmuebles e incluso los esclavos), así como los jornaleros. Es, por tanto, una entidad económica, que supone la base de las sociedades de la época. De hecho, el termino economía viene del griego oikonomía, que se compone de oikos y némein (gestionar, administrar), y la economía sería la gestión del hogar. Al igual que ecología, que se forma a partir de eco-, que proviene de oikos (aunque en esta ocasión entendido como hábitat), y -logia, de la voz griega logos (estudio o tratado), y sería el estudio de los seres vivos en su hábitat.

Ya fuese por necesidad para defenderse frente a terceros o por intereses comunes, tuvo lugar un proceso de unificación de estos oikos constituyendo una nueva organización política y territorial llamada  polis o ciudad-estado. A este proceso los griegos lo llamaron sinecismo (de synoikismos, unión de varios oikos, “vivir juntos”).  De esta forma, la Antigua Grecia estaba formada por una serie de unidades política, social y económicamente independientes (polis).

Los siglos VIII y VII a.C vieron la consolidación y el crecimiento de las polis (Atenas, Esparta, Tebas, Corinto, Olimpia, Mileto, etc) y, paralelamente, llegaron los primeros problemas. Debido a la pobreza del terreno y a las dificultades orográficas (es un territorio que te echa al mar), al aumento de la población, a los disturbios sociales y a los intereses comerciales, las polis, recelosas de su independencia, iniciaron un proceso de colonización marítima. Descontentos políticos, emprendedores comerciales y campesinos sin tierras establecieron una serie de nuevos asentamientos griegos desde el Mar Negro hasta el Mediterráneo occidental, en forma de colonias comerciales (apoikia apo-, fuera, del -oikos), o de propias polis (Siracusa, Tarento, Emporion, Masalia...) con cierta vinculación de la metrópoli (de meter, madre, y polis, “ciudad madre”) pero igualmente independientes.