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Oficios perdidos...afortunadamente Oficios perdidos...afortunadamente

Oficios perdidos...afortunadamente

Javier Sanz

En este artículo hablaremos de oficios y profesiones que se han perdido a lo largo de la historia, pero no porque se hayan dejado de ejercer, como el de algunos artesanos, sino porque en los tiempos que corren y en la sociedad actual no tienen cabida… afortunadamente. Por muy pesados o duros que nos puedan parecer algunos oficios en la actualidad, creo que estaréis de acuerdo conmigo en que cualquiera de estos es más…. (cada uno puede añadir el calificativo que crea conveniente). Ya me diréis si estoy en lo cierto.

 

Nomenclátor

Durante la República, en Roma eran habituales las elecciones a las diferentes magistraturas, el conjunto de cargos públicos que ejercían una determinada función dentro de las tareas de gobierno, cuyas características fundamentales eran: la temporalidad (para que no se acomoden y prevenir  abusos), la colegialidad o pluralidad (al ser ejercidos por más de una persona se limitaba la arbitrariedad), la responsabilidad (al término de su mandato debían rendir cuentas) y ejercidos ad honorem (“por el honor”, “gratuitamente”), por lo que solo podían ser ocupados por ciudadanos con la cartera llena y de buena familia.

Lógicamente, ante de las elecciones se celebraban campañas electorales para ganarse los votos a pie de calle. Y aquí utilizaban al “nomenclátor”, normalmente un esclavo de confianza. El candidato se acercaba a la gente para pedir su voto y, claro está, si conoce tu nombre, si estás casado, si tienes hijos o a qué te dedicas, tiene mucho ganado. El nomenclátor le susurraba discretamente su nombre, familia y algún tema del que hablar para que pareciese que lo conocía de toda la vida. Tenían que ser muy discretos  y tener una memoria de elefante.

 

Comedor de pecados.

Este peculiar oficio se ejerció en Inglaterra y Escocia hasta el siglo XIX y tenía que ver con un ritual, con distintos matices y versiones dependiendo de la época y el lugar, que consistía en limpiar el alma de los difuntos para que pudieran descansar en paz.

Con el muerto de cuerpo presente, se buscaba a uno de estos “comedores de pecados” (normalmente gente marginal que vivía en la periferia de las ciudades) y se llevaba a la casa del fallecido. Allí, el comedor ingería la comida que, previamente, se había pasado por el cuerpo del muerto con el convencimiento de que, de esta forma, el comedor absorbía los pecados del fallecido, su alma podía descansar en paz e ir al cielo. El comedor se llevaba unas monedas por el servicio prestado y una comida gratis.

Groom of the Stool

Yo creo que es uno de los peores porque Groom of the Stool era el mozo de las heces, el limpia culos. Lógicamente, sólo el rey y algunos Papas podían permitirse el lujo de disponer de un Groom of the Stool. Su labor consistía en la limpieza de las partes íntimas del monarca después de defecar y, aunque pueda parecer extraño, era motivo de disputas entre las familias de los nobles el hecho de que uno de sus miembros ocupase tan “distinguida” tarea. Compartir momentos tan íntimos llegó a convertir al “limpia culos” en un confidente real y, en algunos casos, secretarios personales del rey.

Uno de los más famosos fue Sir Henry Norris, que ejerció en el siglo XVI durante el reinado de Enrique VIII. Tan implicado estaba en las intrigas de palacio que fue acusado de adulterio con Ana Bolena y decapitado.

 

Descorchador de botellas del océano

A pesar de las dificultades para llegar al destinatario, en el siglo XVI se utilizaba como sistema de comunicaciones los mensajes metidos en botellas que se arrojaban al mar. Incluso la Marina inglesa lo hacía. Como el contenido de las botellas era, en ocasiones, “Top secret”, se indicaba que sin abrir se entregase a las autoridades si llegaba a suelo inglés o bien al cónsul más cercano si se recogía en otro lugar. Para que nadie se sintiese tentado de abrirlas, la reina Isabel I decretó pena de muerte para los que lo hiciesen y, además, creó un nuevo cargo: The Uncorker of Ocean Bottles (Descorchador de botellas del océano). Eran los únicos autorizados para abrir las botellas.