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¿Por qué Europa se llama Europa? ¿Por qué Europa se llama Europa?

¿Por qué Europa se llama Europa?

Javier Sanz

Pues porque alguien así la inscribió en el Registro Civil de Entidades Geográficas con sede en Ojos Negros (Teruel), y ella, siglos después cuando ya pudo cambiarse el nombre, decidió no hacerlo. Y como esta explicación tiene poco de veraz, y yo diría que incluso de ni verosímil, voy con una leyenda trufada de mitología.

Zeus, la divinidad griega considerada el «padre de los dioses y los hombres» y que gobernaba los dioses del Olimpo como un padre a una familia, la liaba parda cada vez que interactuaba con los mortales o, mejor dicho, con las mortales. Aunque era el puto amo, seguía siendo esclavo de sus pasiones y si le echaba el ojo al alguien ya se podía dar por “seducido”. En cierta ocasión, se quedó prendado de una princesa fenicia llamada Europa y, como acostumbraba, optó por transformarse en un animal, en este caso un toro blanco. Lógicamente, destacaba entre el resto del ganado y llamó la atención de Europa y sus amigas. Se acercaron, y al ver que era manso jugaron con él y, confiada, se subió al lomo. Momento que aprovechó Zeus para correr hacia el mar y nadar hasta llegar a la isla de Creta. Volvió a su ser, sedujo a la muchacha y tuvieron 3 hijos… y la abandonó. Algo también frecuente en el rey de los dioses. Antes, obligó al rey de la isla, Asterión, a casarse con ella y adoptar a sus hijos (Minos, Radamantis y Sarpedon). Cuando murió el rey, los hijos se disputaron el trono. Minos, que se consideraba el más apropiado, pidió ayuda a Poseidón.

Haré surgir un toro de las aguas para mostrar que te favorezco por encima de tus hermanos. Pero tú, a cambio, cuando seas rey, habrás de sacrificar ese toro en mi honor.

Y Minos aceptó, convirtiéndose en un gran rey para su pueblo, pero se le debió olvidar la promesa de sacrificarlo. La mitología nos ha enseñado que con los dioses no se juega. Poseidón decidió castigarlo e hizo que su esposa, la reina Pasifae, se volviera loca de deseo por el toro. Y aunque el pobre astado la evitaba y huía de ella como de la peste, porque no era su tipo y no sentía atraído, gracias a la ayuda de Dédalo (inventor y arquitecto), que construyó una vaca de madera en la que se metió la reina, consiguieron engañar al pobre animal. Cosas de la mitología, Pasiafe tuvo un hijo con cuerpo humano y cabeza de toro, el Minotauro.

El rey no se atrevía a matarlo (¿hijastro?) y tampoco podía permitir que campase a sus anchas -¡menuda vergüenza!-. Así que, ordenó a Dédalo que construyera un laberinto del que el monstruo nunca pudiera salir. Cada 9 años, a fin de apaciguarlo, Minos le ofrecía a la bestia 14 jóvenes que imponía como tributo a la ciudad de Atenas.

En cierta ocasión, Teseo, hijo del rey de Atenas, se ofreció voluntario como víctima, con la intención de matar al Minotauro y liberar a Atenas de aquella carga. Con la ayuda de Adriadna, la hija de Minos, que se había enamorado de él, logro su propósito: Adriadna le ofreció un ovillo de hilo que le ha dado Dédalo, ató un extremo a la entrada y siguiendo el hilo se adentró en el laberinto mató al Minotauro y consiguió encontrar la salida... vamos a parar aquí porque esto se puede alargar en demasía y podemos perder el hilo de esta historia que no es otro que conocer el origen de Europa.

Antes, un pequeño matiz geográfico para situarnos y entender lo que sigue: Fenicia era una antigua región de Oriente Próximo que se extendía a lo largo de la costa oriental del mar Mediterráneo, que hoy comprendería territorios de los actuales Israel, Siria, Líbano y Palestina. Ahora sí... cuenta la leyenda que, al desaparecer su hija Europa, el rey Agenor, desde un acantilado frente al mar dirigió su mirada hacia occidente (hacia donde se había llevado Zeus a su hija) y, desconsolado, gritó: ¡Europa! ¡Europa! ¡Europa! Desde ese momento, a las tierras de occidente (desde el punto de vista fenicio) se les llamó Europa.