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Elena Gómez

Hoy es un viernes especial porque el calendario ha permitido alargar un poquito más las fiestas, cosa que seguro agradecerán los niños ya que podrán disfrutar, sin obligaciones, de sus regalos durante tres días más. Por eso he decidido hacer como el alcalde de Vigo y no voy a quitar los adornos de Navidad todavía.

Me ha costado, pero al final he conseguido sacar a flote a la niña que llevo dentro, he disfrutado en la medida de lo posible de estas fechas e incluso he recibido regalos, juguetes y sorpresas que me han hecho muy feliz. Y, como no, he recordado aquellos años de nerviosismo e inocencia al ver las cabalgatas de los Reyes magos.

Mi relación con los tres de oriente no fue fácil… hubo momentos de ilusión, magia y regocijo, pero también hubo alguna decepción y un descubrimiento de la realidad demasiado precoz. Aun así, guardo un gran cariño por aquellas mañanas de Reyes en las que nos levantábamos medio dormidos y lo primero que veíamos era el salón lleno de juguetes. Qué más da quien los dejó allí, lo importante es que nos sentíamos queridos.

El juguete que más me costó conseguir fue una Barbie. Mi madre se oponía a que tuviera una muñeca que representaba a una mujer adulta con un rol social muy machista. Sin embargo, sucumbió a mis ruegos y finalmente un 6 de enero tuve en mis brazos a mi única Barbie. Yo sabía lo que hacía, fui una niña un poquito adelantada a mi tiempo y tenía prisa por ingresar en el mundo de los adultos (¡qué ingenua!). Así que utilice a mi muñeca para proyectar mis yoes futuros, convirtiéndola en abogada, ingeniera, científica, detective y un montón de oficios que todavía se veían raros para una mujer. Mi Barbie nunca fue madre, a lo sumo tía de unos niños preciosos, y tampoco tuvo nunca la necesidad de casarse.

Todo esto me hace pensar que hay que evitar los roles de género en el ocio de nuestros pequeños pero que no hay que presuponer nada porque su mejor juguete es la imaginación. Y ellos mismos, tengan lo que tengan entre manos, sabrán orientar sus deseos a donde quieran y siempre según la educación que hayan recibido. Por eso, mi deseo para 2022 es que disfruten todo lo que puedan y que tarden más que yo en conocer la vida adulta.

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