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Entre olas Entre olas

Entre olas

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Javier Lizaga

El verano es lo que queda entre olas, las de frío y las de calor. Vistos los informativos, no vivimos, esquivamos tragedias. Es casi como un descubierto en la cuenta (Hostia?!) Entre la sorpresa y la duda, se queda uno flotando, como esas algas asquerosas de las playas de Levante, sin saber muy bien como gestionar julio y agosto. El escritor uruguayo Mario Levrero le pidió una beca al señor Guggenheim para hacer su última gran novela antes de morir.  Escribió un diario fantástico en el que cuenta cómo se gasta la pasta en unos sillones e instalar el aire acondicionado. Relata como no escribió ni una linea por sus malos horarios, frustrado por la informática y a base de las milanesas que le traía su novia.

Eso es el verano, el tiempo añorado durante el año, pero donde lo mejor es lo imprevisto. La primera idea es irse a una playa en plan Neymar pero, al final, uno pasa de esquivar capazos en el Torico a rodear toallas en algun secarral, con trajin de camiones al lado, y una familia que, siempre está comiendo, al otro. Todo para ocultar que uno no está a gusto hasta después de la primera meada en alta mar o tras el primer helado en un paseo de playa, con su chorretón en la solapa.

Lo complicado ya no es saber en que pueblo son las mejores fiestas, sino cuadrar el calendario de tus hijos, entre colonias, abuelos, cumpleaños y granizadas. El verano era buscar el periódico entre chiringuitos de colchonetas, para saber de jugadores impronunciables que eran siempre el nuevo Maradona en julio y en diciembre tienen peor pinta que el Diego jubilado. Antes uno envidiaba al novio de la chica más guapa de la playa, hoy al niño-palo de pelo rizado que encadena partidas de pala.

Levrero confiesa que escribe con “la libertad de un condenado a muerte” por una operación próxima, de hecho, fue un libro postumo. Escribe sabiendo que no tiene que contentar o respetar a nadie. Así les deseo yo que tengan el verano. Que descubran otras acepciones de resaca, que salten unas olas y que después de todo se pregunten en qué han perdido el tiempo.