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Excesivo Excesivo

Excesivo

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Javier Lizaga

Mayo no tiene días sino exámenes. Con la distancia, lo odioso se vuelve cercano, y aunque haga siglos que no tengas la sensación de agobio, nervios y precipicio, mayo sigue teniendo ese sabor entre la improvisación y la inminencia del verano. Entre la victoria y el fracaso, que es, al final, la vida. Como dice el protagonista de “Miss marte”, la última maravilla de Jabois (tan recomendable como la sombrilla) hay sitios en los que uno siempre tiene 19 años, desde que nace hasta que se muere. Sea el pueblo de vacaciones o los pasillos donde fuiste Maradona con un papel de aluminio.

Por eso, permítanme que declare la estulticia generalizada. Es decir, no tenemos ni puta idea. Ni siquiera los padres que los pisamos a diario. Ingrid Guardiola asevera que una imagen puede ser una via de conocimiento o de estulticia. En este caso, nos hemos quedado con que los colegios son un sitio seguro y luego añadimos “los niños, es donde mejor están” y nos quedamos tan anchos.

El otro día estuve en uno, con mente de periodista, no de padre, es decir, sin escrúpulos. Con la distancia descubrí las cintas de plástico (las que marcan la zona del crimen en las películas) en el entorno de la zona de juegos (columpios, toboganes y esas cosas), acordonando la zona divertida como zona prohibida. Ví las señales en el suelo que marcan estrictamente donde pisar, para no acercarse a quien viene si uno va. Descubrí también las cuerdas para dividir el patio de juegos y no mezclarse, ni siquiera me atrevo a compararlo. Y lo que me dejó helado fue el comedor. Cada silla con su nombre, una mesa por curso, es decir, chicos y chicas que llevan comiendo en la misma silla, y algunos solos en la mesa, durante todo un año.

No es necesario que me lo cuenten, que lo he vivido. “Por favor, no lleve a sus hijos al colegio, hasta que no se conozca el resultado de la PCR”, pero “¿y mi mujer que trabaja en una oficina y con muchos compañeros?”, “no, no, ella que vaya a trabajar sin problema”. Es un buen resumen. Mientras la gente se carcajea en las terrazas, sin mascarilla, mientras ya nadie usa gel, mientras hay mesas de 10 y gente a quien le tenemos que recordar que se ponga la puta mascarilla…mientras todo eso, nuestros hijos y los colegios siguen haciendo un esfuerzo máximo. Incluso excesivo, a día de hoy. Por favor, a ver si aprobamos en septiembre como sociedad.

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