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Koldo Koldo
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Javier Lizaga

En Los liantes (Ozores, 1981), Pajares y Esteso cantan “estamos tiesos porque somos tres currantes, paraos”. Se apaga el radiocasete, se descubre el playback y los echan a leches del paseo de playa donde pedían limosna.

Algo así le ha pasado a Koldo García, último ejemplo de la ley “trabajando no se hace uno rico”. Su valedor José Luis Ábalos fue el portavoz en la moción que cesó a Rajoy por corrupción; hoy sabemos que nadie mejor que él, capaz además de demostrar que el tráfico de influencias es tradición.

Si buscas picaresca entre las perlas sale Fernando Simón el 8 de mayo de 2020, cuando decía que “unos pocos no pueden tirar por tierra el esfuerzo que hemos hecho todos”.

¿Cómo vamos a salir mejor de la pandemia si hay quien se la pasó delinquiendo? La peña preocupada por quien sacaba el perro tres veces y Koldo y Soluciones de Gestión, acierto de nombre, facturaba 54 millones por mascarillas defectuosas, con 10 de comisiones. El telediario con los muertos y tú mirando pisos en Benidorm.

¿Cuántos Koldos hay? Es la historia del inútil que nadie sabe cómo llega tan lejos, todos conocemos uno, apostilla Iñigo Domínguez.

Las mejores mariscadas en este país se las jalan los delincuentes, lo decía Nacho Carretero en Fariña. Pasar de amistades a porrillo, al “yo no lo conozco”.

La ministra Diana Morant, que encabezó la lista al Congreso cuyo número 2 era Ábalos, asegura que apenas han hablado 5-6 veces y por teléfono, que te llama más el banco.

Mola ver cómo un portero de puticlub llega al Consejo de Renfe, cómo un empresario ya investigado por comprar en Angola contratos para empresas públicas sigue con las comisiones, mola ver cómo del hermano a la mujer, al inspector de policía nacional, todos eran colocados a dedo.

No están defraudando, siguen alimentando un sueño: todo es posible, la única ilusión de la que viven unos cuantos analfabetos y gilipollas.