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No culpables No culpables
Antonio García /EFE/Pool

No culpables

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Javier Lizaga

La información corre por los pasillos como los titulares se esconden entre líneas. “Culpable o no culpable, esa es la elección que tiene el jurado”, me puntualizaban. Olvidamos, los mortales, que la inocencia es una americanada. Del Máster de Cifuentes a la Caja B de Rajoy, una cosa es que no haya suficientes pruebas para meterte al trullo, otra muy diferente que no estes en el tajo. La sentencia exculpatoria, la mayoría de veces, solo confirma la falta de evidencias y un buen abogado.
Feher saldrá culpable. Pero quedan también otros no culpables. Es la misma distancia que hay entre el falso testimonio y el olvido. Llama la atención cómo estos días la mayoría de agentes que participaron en el operativo han “olvidado” las órdenes que les dieron su capitan y otros mandos, mientras recuerdan con pulcritud ese kilómetro 18,600, donde fueron a auxiliar a Iranzo. Unos dicen que no sabían a lo que iban, ni podían sospechar que hubiera un criminal por allí, mientras el siguiente agente confirma “si, si, lo hablábamos entre nosotros, que podía ser él, el autor de los disparos de Albalate”. “¿Lo hablaba con el agente que ha salido? (el de la amnesia para nosotros)-Sí, sí, claro. 
El juicio deja un mensaje desolador. Entre líneas, uno entiende que se hacían vigilancias nocturnas (con poca fe) que se hacían búsquedas (con muy mal criterio, implicando a civiles) que hubo mensajes para que se pusieran los chalecos (confirmado) y una nota informativa interna de la guardia civil que describía al asesino, y sobre todo, tres viudas que confirman que a sus compañeros les desvelaba la búsqueda de este criminal. A su lado, escuchamos a mandos hablando de verificar, de hipótesis, de “desconocer” la peligrosidad.
Esconder la verdad puede que no sea mentir pero es faltar a la honestidad. Porque nadie dice, aunque se entiende implícito, que esperaban que ese criminal armado se marchara. Tampoco se dice que fueron unos cobardes. Cuando se escucha el relato del ir y venir, del cuartel al ambulatorio, y vuelta a Alcañiz, nunca escucha uno que las patrullas salieron a la calle, se concentraron en la plaza o tranquilizaron a los vecinos. 
¿Qué hubiera pasado si hubiera sido un atentado yihadista? Quedan muchas preguntas. Porque ni eso ha habido. Respuesta. Un asesino, una condena no lo tapa todo. Ni proclama inocentes.