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Peripatético Peripatético

Peripatético

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Javier Lizaga

Nos hacía gracia la palabra. Por esas idioteces adolescentes. Él aprovechaba el jolgorio y nos decía que hacíamos bien en fijarnos en lo de patético. Garabateaba en griego, “peri”  (alrededor) y “patético” (deambular) y, mientras nos reíamos, había conseguido que aprendieramos, para siempre, la Escuela de Aristóteles. Al tiempo y a fuego nos había grabado que el mundo no se iba a detener por nosotros, que como te dejes, te lleva la corriente: “Panta Rei”, sonreía, y nos explicaba que con ese “todo fluye” Heráclito sostenía el cambio continuo.

Le perdíamos miedo a la retórica y nos insultábamos llamándonos “sofistas”, esos que sólo buscan la persuasión, sin importarles la verdad. Tan en desuso, como en abundancia su práctica. Nos parecía que ganábamos minutos cuando se enredaba con sus etimologías y ufano aseguraba que desmenuzando palabras se podía aprender hasta medicina. Filosofía, por ejemplo, sería “amor a la sabiduría”. No conocía a Montessori. Pero cuando otros aun dejaban caer alguna hostia, sin consagrar,  don Ricardo solo te prestaba libros, como para pedirte un favor, para ver que te parecía tal o cual editorial. Ya lo decía Hume, después Marx, que las cosas no valen nada, solo lo que pongas en ellas.

Ahora cuando ponen en duda la filosofía, me acuerdo que decía que lo peor es la ignorancia de la ignorancia, no saber que no sabes, no lo decía él, sino Platón, que explicaba que solo obrando bien puede uno saber lo que es el bien. E imaginábamos que la clase se nos llenaba de ideas como globos encima de nuestras cabezas. A veces tengo la sensación de que siempre vuelvo a lo mismo, ese “Eterno Retorno” de Nietszche. Otras que la historia administra el pasado según el presente, como defendía Heidegger. Aunque le doy la razón a Kant porque los hombres se malean cuando lo ponen todo en pos a un fin. La mejor de las acciones nos condenaría, si solo la hicieramos para salvarnos, y no por si misma. La acción es la libertad.

Y pensar como un refugio, como una diversión. Jose Luis Pardo explica que los filósofos no desvelan la verdad, pero sí examinan el concepto de verdad, ese que creíamos que no tenía ningun problema. Don Ricardo falleció la semana pasada. Y le tengo que dar la razón otra vez, no seríamos nada sin las ideas de los que pasaron antes por aquí. Infinitas gracias.