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Javier Lizaga

Cunde tanto un pleno que el último daba para repasar la teoría de Baudrillard de la masa. El mozo se preguntaba cómo, después de dos siglos, varias revoluciones, los intelectuales, los sindicatos, los partidos…y mucha energía para educar y movilizar a la peña, todo resultado son mil exaltados y veinte mil que como mucho, y con alegría y buena fe, prefieren un partido de fútbol a un drama humano.

La moción planteaba una encuesta popular para decidir la futura ubicación del Torico, el símbolo de Teruel y cuya historia reside en faisbuk. Los periodistas en la sala, semivacía desde que el pleno se puede seguir por youtube (pantalla de plasma) atisbábamos alegría y cosa buena.

Imaginen el titular: “Las urnas decidirán el nuevo trono del Torico”. Una orgía para el periodismo de supositorio, donde lo bueno es el click, y luego pregunte usté. Pronto se vio, por las caras de acelga, que había menos magia que en la cabalgata y la moción decayó, como el Torico hace año y medio.

La oposición a la oposición, el PSOE, replicó a Teruel Insiste que faltaba concretar, coste, pregunta, enfoque y demás, y le llenó de consultas sobre la consulta. Ellos replicaron que se podría hacer como con el cartel de la Vaquilla. No haré más preguntas.

Desde Vox, que también existe, detallaron que el sitio del Torico es la plaza Carlos Castel. Pero nadie sabía de dónde hablaban.

Terció la alcaldesa que argumentó que una consulta popular mal organizada puede tener sesgo, por edad o intereses, y que de preguntitas a la gente pues nanay.

Con sesgo, y sin saber si la falta de organización es municipal o de la peña, bajo mi punto de vista, se pierde una oportunidad.

Si no lo van a poner en la plaza el Torico podía ir, como la Virgen cuando era pequeño, en una capilla portátil de casa en casa. Nada más democrático.

Y, por cierto, hay que pensar algo, que los turistas siguen preguntando.