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Viva Turia Viva Turia

Viva Turia

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Javier Lizaga

La vida podría ser reducida a una antología, pero breve. La literatura sería una vida, pero intensa. Cuando se despertó, el dinosaurio todavía estaba allí, reza el cuento más famoso de Monterroso. A una señora le preguntaron si conocía a Monterroso, dijo “sí”, y “¿qué le parece el cuento del dinosaurio?”. “Ése es uno de los que más me gustan, pero todavía voy por la mitad”.

Eso me pasa siempre a mí con Turia, puedes acabar de leerla con la seguridad de que te has dejado la mitad. “Sería el libro para llevarse a una isla, si sólo puedes llevarte uno”, confesó Rosa Montero.

Para el lector impostor descubrir a Bolaño o leer a Marías provoca la misma inseguridad que cuando a un adolescente le habla su compañera de pupitre, cuyos gestos antepone a las lecciones.

Raúl Carlos Maícas juega con las gafas cuando hace un discurso y cualquiera sabe que realmente la pelea es con las palabras, a las que desde hace 40 años pone en su sitio milimétricamente.

Cuando tenía 21 se propuso hacer cultura universal desde Teruel, como quien se propone enmendar a Cervantes.

Aun así el verdadero atrevimiento fue querer mejorar el mundo haciendo cultura. Ejercer de puente cultural, resumió Maícas el domingo antes de recoger el galardón más importante de Aragón, como si lo suyo no fuera una autopista para lectores.

Los pulmones son la educación y la cultura, refirió, sin querer mencionar que a ver si dejamos de fumar. Una trayectoria al servicio de la libertad, y olvidó el surrealismo, porque antes de escribir convenció a un arquitecto y a un alcalde. Antes como ahora, ni pagamos lo que leemos.

“Ojalá podamos seguir celebrando más aniversarios…”. En medio de un pasaje gozoso, la frase nos recordó que la felicidad compite en brevedad con Monterroso.

“Una persona que lee y lee bien disfruta mejor de la vida”, cerró, citando a Vargas Llosa. Todo con la misma cercanía que hay entre la literatura y la vida.