

Estamos en 2025 y una de las noticias de la semana en Teruel es que un banco pintado con los colores de la bandera LGTBI+ amanece día sí y día también vandalizado. Para mear y no echar gota me parece. ¿Quién pierde su tiempo y se juega una multa, además de una exposición pública -sabemos que en Teruel todo se termina sabiendo- por un motivo tan ignorante como es rechazar el amor libre a estas alturas?
Quiero pensar que es alguien con el pensamiento justito, que ha visto poco mundo y que basa su odio en chorradas de un calibre estratosférico como que lo “natural” es que un hombre se sienta atraído por una mujer y viceversa. Sí, esas bobadas son las que utiliza la gente homófoba para justificar sus pocas luces.
Me da miedo pensar que el autor de las pintadas sea una persona joven, pero al mismo tiempo estoy casi convencido de que así es. Y mira que siempre trato de defender a ultranza a las nuevas generaciones frente al discurso clasista de que estamos malacostumbrados y que nos quejamos por todo.
Sin embargo, muchas veces me quedo sin argumento cuando veo en las noticias un peligroso aumento de los delitos de odio, sobre todo entre la gente joven.
¿No se supone que si han pasado veinte años desde la legalización del matrimonio entre personas del mismo sexo los que hemos vivido casi toda nuestra vida con esa ley deberíamos ser los más respetuosos con la misma?
Desde aquí lanzo una propuesta a la gente joven turolense con más de dos dedos de frente: si se vuelve a vandalizar el banco, que los colores de la bandera LGTBI+ tiñan distintos puntos de la ciudad.
Pegatinas que puedan pegarse en las farolas o los semáforos, murales, grafitis en persianas de establecimientos (por supuesto, con permiso) o simplemente banderas colgadas de los balcones.
Que los idiotas que se ceban con el banco tengan que ver los colores de la diversidad a toda hora.
Quiero pensar que es alguien con el pensamiento justito, que ha visto poco mundo y que basa su odio en chorradas de un calibre estratosférico como que lo “natural” es que un hombre se sienta atraído por una mujer y viceversa. Sí, esas bobadas son las que utiliza la gente homófoba para justificar sus pocas luces.
Me da miedo pensar que el autor de las pintadas sea una persona joven, pero al mismo tiempo estoy casi convencido de que así es. Y mira que siempre trato de defender a ultranza a las nuevas generaciones frente al discurso clasista de que estamos malacostumbrados y que nos quejamos por todo.
Sin embargo, muchas veces me quedo sin argumento cuando veo en las noticias un peligroso aumento de los delitos de odio, sobre todo entre la gente joven.
¿No se supone que si han pasado veinte años desde la legalización del matrimonio entre personas del mismo sexo los que hemos vivido casi toda nuestra vida con esa ley deberíamos ser los más respetuosos con la misma?
Desde aquí lanzo una propuesta a la gente joven turolense con más de dos dedos de frente: si se vuelve a vandalizar el banco, que los colores de la bandera LGTBI+ tiñan distintos puntos de la ciudad.
Pegatinas que puedan pegarse en las farolas o los semáforos, murales, grafitis en persianas de establecimientos (por supuesto, con permiso) o simplemente banderas colgadas de los balcones.
Que los idiotas que se ceban con el banco tengan que ver los colores de la diversidad a toda hora.