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Memorial por la Paz y la muralla: Ni juntos ni revueltos

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Javier Hernández-Gracia

La manera más precisa de comenzar hablando del recorrido que está llevando sobre todo en los últimos meses el proyecto de Memorial por la Paz de Teruel, entiendo sería recordar la definición que hace el ICOM (Consejo Internacional de Museos) institución dependiente de la UNESCO de un museo: El museo es una institución sin fines lucrativos, permanente, al servicio de la sociedad y de su desarrollo, abierta al público, que adquiere, conserva, investiga, comunica y expone el patrimonio material e inmaterial de la humanidad y su medio ambiente con fines de educación, estudio y recreo.
A partir de aquí y analizando cronológicamente parte del recorrido, conviene recordar el trabajo extraordinario dirigido por el profesor Joan Santacana Mestre bajo cuya dirección hay un formidable equipo de especialistas de la Universidad de Barcelona, cuyo encargo realiza la Administración aragonesa en 2008. En este proyecto se siguen con esmerada profesionalidad los pasos habituales para la creación de un proyecto museístico, es decir: El estudio de modelos similares, tanto en los ámbitos históricos como museográficos, los estudios de ubicación así como los imprescindibles estudios de contenedor y colecciones. El desarrollo de los objetivos y los distintos discursos museográficos del mismo pueden considerarse impecables. Meritoria en el proyecto dirigido por el profesor Santacana la incorporación de material audiovisual como elemento didáctico al proyecto museográfico, los que nos recuerda uno de los objetivos mentados en la definición de museo al principio de este artículo “…con fines de educación, estudio y recreo”.
En una ocasión me preguntó mi admirado don Saturnino Martín Conejos, una sacerdote sabio y excelente persona, a raíz de mi realización de la peana procesional de la Oración de Jesús en el Huerto, si un Museo de la Semana Santa era factible, mi respuesta fue concisa “hacer museos puede ser la parte sencilla, lo complicado en mantenerlos”. Y por tanto resulta evidente que hacer un museo basado en un proyecto notoriamente bueno, acorde con la museología (Ciencia del Museo) y con sólidos cimientos en las técnicas museográficas más actuales facilitará que su interés y difusión desemboquen en un importante flujo de visitantes, generando además sumo interés en los estudiosos amén de que sirva de proyección a la ciudad que lo acoge.
Y nos encontramos que la alcaldesa de Teruel, el 14 de septiembre, convoca a través de los Servicios Técnicos de Urbanismo “Propuestas para el Memorial por la Paz” lo que suena un poco a ir al Arquillo a por agua con un cesto de mimbre eso sí de junco del bueno. Proponiendo a los especialistas que concurren al concurso elegir un lugar de ubicación: Avenida de Zaragoza, Muralla en el  área de la Nevera y Rambla del Chepa, lo que me hace recordar que sigue en pie la invitación a la alcaldesa a cenar en el Óvalo (allí he cenado con políticos de distinto signo) aprovecharía para regalarle mi publicación Museología, contenedor y colecciones. De entrada entiendo que debe ser el Ayuntamiento quien debe fijar con criterios de conveniencia, urbanística, cultural o de desarrollo de barrios el emplazamiento, me consta que muchos arquitectos tienen la misma opinión, es lo bueno de haber compartido trabajo junto a muchos de ellos. He aquí que dos meses más tarde -24 de noviembre- tenemos resultado, una comisión creada a tal efecto y en la que se perciben evidentes ausencias de especialistas en Historia y en Museología y Museografía, elige un proyecto que contempla la posibilidad de crear el Memorial por la Paz junto a la Muralla de Teruel, ¡Muralla de mis amores! cuyos morteros analicé en la última intervención. Muralla medieval, renacentista y carlista, muralla única en su especie. Lo de ir a por agua con un cesto peccata minuta. Hasta aquí teníamos un gran proyecto de carácter museográfico, tres ubicaciones y un concurso. Pues bien lo de plantear un proyecto -sin duda respetable como todo trabajo- de estas características delante, arriba o debajo de la Muralla de Teruel es cuando menos siendo benévolo poco acertado. La Muralla es por sí sola un elemento con suficiente carga histórica por su antigüedad, por su modelo constructivo y sobre todo por ser un elemento del patrimonio artístico de la ciudad de vital importancia. En dicha faceta, tapar, adosar o cualquier tipo de injerencia que adultere su mensaje sería un disparate para cualquier mínimo especialista en patrimonio artístico, debemos acostumbrarnos que los especialistas están para algo, aunque alguno se abone a eso de que estudiar no sirve para nada, pues sirve para evitar torpezas o al menos denunciarlas, recuerdo de nuevo esta importante parte de la definición de museo… expone el patrimonio material e inmaterial de la humanidad y su medio ambiente con fines de educación, estudio y recreo.
Es evidente que por la materia en cuestión, los consensos y los acuerdos son los recomendables en este caso, pero también la voluntad de hacer las cosas -insisto hacer- las administraciones nos acostumbran con miles de formas de “enredar la madeja en los proyectos culturales” no debiera ser este el caso, por otro lado se hace preciso  que la ciudad no solo utilice este proyecto como elemento de inmersión de una vez por todas en lo que actualmente se denomina corriente de turismo cultural y cuyos índices en el PIB de muchos países empieza a ser notable, además debe valorar la utilidad de estos proyectos para dinamizar zonas urbanas de la misma, cabe recordar en este punto que una construcción museística de nueva factura es indiscutiblemente más barata que la adecuación de un edificio u espacio ya existente, para esto con leerse a Ballart Hernández y su Manual de Museos uno lo tendrá claro.
Parece evidente que el primer consenso debería ser entre Gobierno de Aragón y Ayuntamiento de Teruel, siempre con la base del proyecto dirigido por Joan Santacana, insisto un proyecto técnicamente impecable; para aquellos que consideran que hablar de la Guerra Civil es “remover” diré que las vicisitudes de la historia están ahí y mirarlas de frente nos ayudan a conocer claves para no volver a repetir errores (aunque esto sea en ocasiones utópico). Teruel debe albergar el Memorial sobre la Paz, la contienda civil española es igual de dolorosa que cualquier guerra pasada o actual, la vida es lo más preciado del ser humano como individuo y colectivo. Aprovechemos la oportunidad de convertir una dura experiencia de guerra en paz didáctica, con un proyecto acorde a los criterios técnicos indispensables y por tanto plenos de solidez.