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¿Quién lo paga? ¿Quién lo paga?

¿Quién lo paga?

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Javier Lizaga

Uno de mis artículos favoritos de Julio Camba está dedicado a su médico. Al parecer tenían que quitarle un hueso de la nariz y Julio trataba de retrasarlo. El asunto es que los dolores se acrecentaron en medio de un viaje en Nueva York y recurrió a un par de clínicas. En la primera, privada, no solo le querían quitar el hueso, también 200 dólares. La segunda, más barata, le recordó a la cadena de producción de la Ford o los mataderos de Chicago y el gallego se negó, escribía, a que le pusieran un número de serie a su nariz. “¡Qué narices!”, decía Camba, aquí cada cirujano hace 100 operaciones al día, como si uno para comerse unos buenos huevos fritos eligiera, como garantía de calidad, donde hacen entre 50 y 100 a la hora.

Será envidia o el síndrome despoblación, pero desconfío de cualquier tumulto, siguiendo a Camba, como garantía de triunfo. En abril comenzarán a operar los trenes de bajo coste de Renfe, los llamados Avlo. Ya saben, tanta demanda que la web estuvo colapsada durante días, sobre todo, debido a la promoción de billetes a 5 euros para viajar de Madrid a Barcelona, o viceversa. La tarifa ordinaria ronda los 10 euros. El slogan es: “Viájatelo todo, por 10 euros”.

Si no quieren viajárselo todo y se conforman con la nada, porque eso es lo opuesto a todo, pueden viajar entre Teruel y Valencia por 13 euros, o 18 euros si quieren ahorrar 20 minutos. El viaje dura dos horas y media (el corto) para 140 kilómetros, casualmente lo mismo que tarda el tren bajo coste en recorrer esos 635 kilómetros entre Barcelona y Madrid. Mi consejo es que si quieren probar el nuevo servicio entre Madrid y Barcelona, lo reserven ya mismo. El viaje a Valencia no corran, porque la web no deja, para abril, ni reservarlo. Y quizá ese sería un buen slogan para el Teruel-Valencia, “no desesperen”. A pesar de estar castigado por ley, las compañías siguen vendiendo por debajo del precio de coste. Ya he vivido la liberalización de las gasolineras, la venta de Endesa y ahora la perversión de Renfe. Me pregunto si una empresa pública (servicio público, qué locura) no debería enjugar sus pérdidas en las líneas convencionales, con los únicos 800 kilómetros que parecen dar beneficios (hay 3.500 kilómetros de Alta Velocidad). Me pregunto si no habría que hacer atractivo lo que no funciona. Seguramente no entenderé de qué va esto. Pero quizá los que mandan tampoco.