Síguenos

No vivo en Madrid

banner click 244 banner 244
Javier Lizaga

Para Heidegger la verdadera pregunta era ¿qué sentido tiene existir? Años de filosofía, artículos, lecturas y clases se escondían tras esa “sencilla” pregunta. Aunque advertía que para siquiera ponerse en la situación de pensarlo, primero hacía falta sentirlo. La angustia, decía, es una de las claves. Es ahí, sin patria, tradición o uso, donde uno se pregunta de verdad qué sentido tiene todo esto. En una cabaña en la Selva Negra a 1.200 metros de altitud y bajo una tormenta era como concebía el ambiente perfecto de trabajo.

No propongo irnos a una cabaña en medio del monte, sólo pediría que nos entiendan. Llevo días con ganas de gritar que yo no vivo en Madrid, ni en Barcelona ni en una de esas grandes ciudades que superan el millón de habitantes. Nunca podré ir en metro y el autobus es prescindible. El centro comercial más cercano está a una hora. No hay multicines. En las tiendas donde compro me puedo permitir charrar un rato con el tendero, a quien suelo conocer por su nombre. El mayor atasco son dos coches encima de la acera en la puerta del cole y para ir a correr en plena naturaleza sólo tengo que bajar unas escaleras y cruzar la calle. 

Los que se reían de nosotros ahora nos envidian y a mí, sinceramente, me importan lo mismo que hace un mes y medio, como decía mi abuelo “que les den por donde amargan los pepinos”. En fin. Entiendanme. He visto cómo nos llamaban paletos, cómo se preguntaban si ibamos al Congreso a pedir que cambiarán las farolas. También he recorrido los 236 pueblos de esta provincia. Donde se siguen preguntando, lo dice mi amigo Roberto, como su mujer peluquera de Ojos Negros puede pagar lo mismo que si tuviera la peluquería en la Puerta del Sol. La queja es vieja pero no por ello injustificada.

Ahora resulta que podemos llevar a nuestros hijos al banco o a comprar, con los supermercados petados y que no podemos llevarlos al monte, donde no hay ni cristo. Resulta que todo eso viene después de que tuviera la sensación de que han cerrado España entera para que los señoritos de ciudad no se repartieran por todo el catálogo de viviendas de segunda residencia. No sé si por una vez pueden pensar que hay 4 millones de españoles que no vivimos en ninguna gran ciudad. Ponerse un momento en nuestra situación y dejarnos vivir en paz. Porque ya ni desde aquí le encuentro sentido a todo esto.