

Ante la adversidad. Lucha vital compartida
‘El Bus de la vida’ (2024) de Ibón Cormenzana, sacando lo positivo frente la enfermedadDecía Alex de la Iglesia: Lo fascinante del cine es colocar al espectador en posiciones morales en las que nunca estuvo, y en muchos fotogramas de esta película el espectador asiste a ese enunciado de la mano de Ibón Cormenzana, el director y productor nacido en Portugalete en 1972 quien con esta película volvía al País Vasco a rodar este proyecto que tiene mucho de apuesta personal, y que sin grandes pretensiones consigue aunar eso que llamamos buen rollito, con el drama de sufrir una enfermedad que se presenta de repente y te cambia la vida.
El protagonista, Andrés (Dani Rovira), es un músico que arrastra el peso de una frustración, la de componer pero no llegar a interpretar esas composiciones, su llegada a un pueblo del norte para dar clases de música por sustitución de un compañero, coincide con cambios en una salud que se torna delicada, le diagnostican cáncer, su vida cambia y comparte viaje en un autobús especial con los enfermos del pueblo que van a quimioterapia al hospital que se encuentra en el gran núcleo urbano.
Cada quien en su papel
Sin duda la dirección de actores es un elemento importante en esta película, pero antes hay que hacer referencia al guión, que es patrón fundamental de la misma; cuenta Ibón Cormenzana con el concurso de Eduard Sola en esta parte importantísima de la producción, sin duda apoyo solvente de una guionista con presente y futuro, sus trabajos en La Virgen roja o Casa en Flames avalan el crédito de Sola como guionista.
Entrando en la materia interpretativa, el trabajo de Dani Rovira es de altura, a la tradicional vis cómica que posee el actor innata, hay que destacar interesantes giros dramáticos que envuelven al espectador en una historia que no es tan lejana, no hay que olvidar que Rovira sufrió esta maldita enfermedad en plena pandemia, este trabajo ha supuesto una mirada de frente a su afán de superación y valentía. La vitoriana Susana Abaitua aporta con su papel calidad a la cinta, mujer comprometida con los demás y sobre todo la valentía de esas mujeres del ámbito rural quedan puestas de manifiesto en su papel, también aporta mucho Pablo Scapliguiati, un adolescente que mira directo a la cámara con sus miedos y sus aspiraciones, también con sus sueños.

Probablemente es Elena Irureta en su interpretación de Manuela quien en su trabajo dota a la peli de ese concepto de comedia romántica que resulta tan atrayente, su lucha a veces en silencio y su deseo cómico de quemar el autobús con ese aplomo expresivo de las mujeres del norte, suman a la historia conexión con el espectador. Quien afirme que El Bus de la vida es una película sobre el cáncer se equivoca de plano, abre puntos de reflexión sobre el individuo, sobre como afrontamos el devenir de la vida, sobre la importancia de la apariencia menospreciando ver el interior de las personas, de cómo se puede dañar con una actitud superficial las ilusiones de un chico como Unai, que quiere conocer el mundo de placer y misterio que le demanda su edad.
Basado en un hecho real
Rodada en Orduña (Vizcaya) el guión de Cormenzana y Sola nace de hechos reales, de personas que vivieron en primera persona la enfermedad y la lucha para superarla, hay que insistir que más allá de el hecho relevante de cáncer, la historia nos lleva a caminos donde no solo el dolor, el miedo y las fuerzas son el universo donde gira el individuo, también está el compartir, la complicidad como ayuda, en suma compartir como nexo de valentía no individual sino colectivo.
Al final el camino nos obliga a desprendernos de seres muy queridos, pero esos seres no han dicho una y otra vez, que hay que seguir en la tarea de vivir, esa es probablemente la moraleja de esta cinta, si es que tiene alguna. Técnicamente la película goza de una excelente fotografía, bajo la dirección de Albert Pascual, quien ya nos sorprendió con su trabajo Jo soc la Juani (2006) y sin duda la elección de planos exteriores tiene mucho que ver con su director Ibón Cormenzana, como antes se indicaba El Bus de la vida supone volver a rodar en su tierra.
Esto se avisa
Es probablemente la secuencia más demoledora de la cinta, Unai un adolescente al que el cáncer le ha hecho perder un pie, una cita con una chica que ha conocido a través del Instagram, los nervios y el viaje a esa cita, la adolescencia llamando a gritos, sentado en el bar, aparece la chica que al darse cuenta del problema físico de Unai se hace la loca.
El con la ilusión como bandera le dice eso de: Eva soy Unai del Insta recibiendo una respuesta dolorosa por parte de la chica, primero el…. no conozco a ningún Unai del insta y luego sin ambages señalando la pierna un duro rocoso y agresivo…. esto se avisa….. el dolor servido, de repente el imperativo de hacerse mayor, de luchar contra la enfermedad y de paso contra la autoestima, por eso no hay que quedarse con la definición fácil de una película sobre la enfermedad, es una cinta que apuesta por el resurgir, por la capacidad y porque no por la búsqueda de una felicidad que suele ser esquiva pero que puede alcanzarse.
La muerte de Manuela es probablemente el punto de tensión entre los personajes, tensión por tristeza y por no entender el rumbo de las cosas, al final, la parte positiva de la vida a pesar del cáncer se impone y el autobús acaba ardiendo como ella pedía. Otro elemento destacable es el trabajo de Manuela Vellés, autora de las canciones todas ellas originales para la película.