

Bykofoto/Antonio García
A estas horas ya estaremos o bien celebrando un nuevo ascenso en la plaza del Torico o bien pensando en una nueva temporada por la insípida pero meritoria Segunda RFEF. Un servidor cuando comenzó a escribir estas líneas este domingo por la tarde todavía no lo sabía. Sin embargo, incluso desde antes de que el árbtiro anunciara el inicio del encuentro sentí una gran decepción al ver la grada de Los Pajaritos con huecos que podían haber sido ocupados por aficionados turolenses que se tuvieron con conformar con ver el encuentro más importante del año a través de la tele.
La culpa, compartida. La directiva del CD Teruel por no solicitar un número de entradas similar al que se concedió a la afición soriana una semana antes en Pinilla y tratar de enmendar el error llorándole a la federación. Si todos los veranos se vende que una de las cuatro patas que sustentan al equipo es su masa social quizás haya que darle una vuelta a la situación para tratar de cuidarla a toda costa. Sea en Teruel, en Baleares, en Soria o en cualquier punto del país.
Al Numancia, por su parte, ya le vale. La versión de que todas las entradas estaban vendidas cayó por su propio peso en cuanto las cámaras de Aragón Televisión mostraron las calvas, sobre todo en una de las esquinas de la grada. No sólo se trata de un gesto feo, sino también de una mancha en el historial de relaciones entre ambas ciudades. Soria y Teruel, siendo las dos grandes referencias de la España vaciada deben preocuparse la una por la otra. Ir de la mano en todo lo que hagan.
En el voleibol, donde la rivalidad entre los dos principales equipos de cada ciudad es mucho mayor, está el ejemplo. Aunque en las últimas temporadas se han vivido momentos tensos, se mantiene una relación decente entre directivas y entre aficiones.
Al acabar estas líneas, la decepción por los asientos vacíos se me pasó. Peru le pegó a ese balón con el alma desde el punto de penalti. Los algo más de 300 que fueron a Soria rugieron. En Teruel, con diluvio incluido, el gol también se gritó. Feliz regreso a la tercera categoría del fútbol nacional.
La culpa, compartida. La directiva del CD Teruel por no solicitar un número de entradas similar al que se concedió a la afición soriana una semana antes en Pinilla y tratar de enmendar el error llorándole a la federación. Si todos los veranos se vende que una de las cuatro patas que sustentan al equipo es su masa social quizás haya que darle una vuelta a la situación para tratar de cuidarla a toda costa. Sea en Teruel, en Baleares, en Soria o en cualquier punto del país.
Al Numancia, por su parte, ya le vale. La versión de que todas las entradas estaban vendidas cayó por su propio peso en cuanto las cámaras de Aragón Televisión mostraron las calvas, sobre todo en una de las esquinas de la grada. No sólo se trata de un gesto feo, sino también de una mancha en el historial de relaciones entre ambas ciudades. Soria y Teruel, siendo las dos grandes referencias de la España vaciada deben preocuparse la una por la otra. Ir de la mano en todo lo que hagan.
En el voleibol, donde la rivalidad entre los dos principales equipos de cada ciudad es mucho mayor, está el ejemplo. Aunque en las últimas temporadas se han vivido momentos tensos, se mantiene una relación decente entre directivas y entre aficiones.
Al acabar estas líneas, la decepción por los asientos vacíos se me pasó. Peru le pegó a ese balón con el alma desde el punto de penalti. Los algo más de 300 que fueron a Soria rugieron. En Teruel, con diluvio incluido, el gol también se gritó. Feliz regreso a la tercera categoría del fútbol nacional.