

Hace unas semanas, en consulta, tuve dos conversaciones que se repiten más de lo que imagináis. La primera fue con una paciente encantadora que, durante su valoración facial, me confesó entre risas (y algo de vergüenza) que seguía usando el mismo contorno de ojos desde antes de la pandemia. “Creo que lo compré en 2019, pero como no se ha acabado y huele igual, pensé que aún servía”, dijo. La segunda fue con una paciente más alarmada: me escribió preocupada porque se había aplicado una crema por la noche y se había despertado con la cara irritada, enrojecida y con picor. Al revisar el frasco, descubrió que estaba caducada desde hacía año y medio.
Aunque estas situaciones pueden parecer anecdóticas, son mucho más comunes de lo que pensamos. Muchas personas acumulan productos en el baño como si fueran trofeos, sin pensar que, como los alimentos, los cosméticos también tienen fecha de caducidad. Y usar un producto vencido no solo es ineficaz… puede ser peligroso.
¿Cómo saber si un cosmético está vencido?
En la etiqueta del producto puedes encontrar dos tipos de fechas importantes. La primera es la fecha de caducidad (EXP), que indica hasta cuándo se garantiza que el producto mantiene sus propiedades si no se ha abierto. La segunda, aún más importante en muchos casos, es el símbolo del tarrito abierto (PAO, por sus siglas en inglés), que señala cuántos meses dura el producto una vez abierto (por ejemplo, 6M, 12M o 24M).
Además de esto, hay señales claras de que un cosmético ya no está en condiciones: cambio de color, olor extraño, separación de fases (como si el producto se hubiera “cortado”), aparición de moho o una textura diferente a la original. Si algo de eso ocurre, no lo dudes: tíralo.
¿Qué puede pasar si lo usamos igual?
Los riesgos no son menores. Un producto caducado puede perder su eficacia, lo cual ya es un problema si lo usas para protegerte del sol, por ejemplo. Pero, además, puede ser un caldo de cultivo para bacterias, hongos o levaduras. Las fórmulas cosméticas, sobre todo las que contienen agua, son susceptibles a la contaminación si no se conservan adecuadamente o si pasan demasiado tiempo abiertas.
Esto puede provocar irritaciones, dermatitis, reacciones alérgicas o incluso infecciones cutáneas. Y en zonas delicadas como el contorno de ojos o los labios, el riesgo es mayor. Es decir, ese contorno de 2019 puede causarte más arrugas de las que pretende combatir.
¿Cuándo conviene desechar un cosmético?
Como regla general:
Si ha pasado la fecha de caducidad sin abrir, mejor no arriesgarse.
Si está abierto y ha pasado el tiempo recomendado de uso (según el PAO), también debería desecharse.
Si huele raro, cambió de color o se ve mal, no lo uses.
Si no recuerdas cuándo lo abriste, lo más sensato es tirarlo.
Además, si tu piel ha cambiado —por edad, clima o tratamientos—, quizás ese producto ya no sea el más adecuado.
Consejos para conservar bien tus cosméticos
1. Guárdalos en un lugar fresco y seco, lejos de la luz solar directa y de fuentes de calor como radiadores o el baño con mucha humedad.
2. Cierra bien los envases después de usarlos para evitar la entrada de aire y microorganismos.
3. Evita meter los dedos directamente en botes; usa una espátula o aplícalo con las manos limpias.
4. Apunta la fecha de apertura con un rotulador en la base o tapa del producto.
5. No compartas tus cosméticos, especialmente los de ojos o labios.
6. Haz limpieza dos veces al año. Revisa tu neceser y el estante del baño como revisarías la nevera: lo que huele mal, caducó o lleva siglos sin usarse… fuera.
En resumen, tu piel merece lo mejor, no los restos del pasado. No te la juegues por ahorrar unas gotas de una crema que ya cumplió su ciclo. Como decimos en medicina estética: prevenir siempre es mejor que curar.